“Quiero pedirles en nombre de todos nosotros perdón por los muchos errores no forzados cometidos por nosotros, porque también como ustedes estamos aprendiendo a ser republicanos” (Elisa Carrió). La manipulación estaba por todos lados. Se equivocaban en contra del país, pero eran educados, pedían perdón.
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La economía que pretende ser una lógica no temporal es solo una ideología, que, por su propia naturaleza, niega todas las ideologías, e impone a los seres humanos las formas de trabajar, de vivir, y también, de sentir vergüenza (Musolino). Cambiemos impuso una lógica y una ideología con resultados deplorables en términos macroeconómicos y de calidad de vida de la población. Desmontó los procesos dinámicos de producción y trabajo preexistentes, acondicionando a la ciudadanía y al país, para permanecer anestesiados y puestos de rodillas.
Estábamos en manos de personajes ficticiamente ingenuos y desinformados, y cada tanto nos decían que estaban aprendiendo.
Tragicómico, ante el brinco del dólar, el BCRA anunciaba medidas. El 8 de febrero 2019bajó el tope de las tenencias de Leliq que podían tener los bancos del 100% al 65% de sus depósitos, o las tenencias de Leliq de los bancos no podrían superar su Responsabilidad Patrimonial Computable RPC.
Después de tres años de trilema, antes que explote todo por el aire, por fin, entendieron que había que limitar la entrada de capitales que venían a invertir en Leliq (para hacer la bicicleta financiera). Es que en enero y febrero 2019, sometieron el tipo de cambio por debajo del límite inferior de la Zona de No Intervención Cambiaria (ZNI), obligando al BCRA a comprar u$s 1.000 millones. Recuerde, el trilema o la trinidad irreconciliable de la economía, se refiere a una situación en la cual es imposible enlazar, al mismo tiempo, tres objetivos: libre movilidad de capitales, tipo de cambio fijo y política monetaria autónoma.
A la vez, había inquietud porque si todo seguía igual, en meses futuros la bicicleta financiera podía realizar una reversión de tendencia. El 14 de marzo, el BCRA consolida su meta de base monetaria con 10% menos de base entre febrero y diciembre 2019. Detener la inflación con menos pesos en circulación para que las empresas y la gente dejaran de comprar dólares era un arma de doble filo, pero seguían haciendo microexperimentos. Dos semanas después, el BCRA vuelve a subir el tope de tenencias de Leliq de 65% a 100% de sus depósitos, impulsando a los bancos a volcar dólares propios o prestados, a la compra de Leliq, dando lugar a un aumento de la oferta de dólares comprando tiempo hasta que llegaran los dólares de exportación, y las ventas de dólares del Tesoro.
Para aceitar la cadena de la bicicleta transmiten la propensión desde la tasa de Leliq, hacia la tasa de interés pasiva que pagaban por los plazos fijos, para incentivar un aumento de la demanda de depósitos y evitar que se fueran los pesos al dólar. Ya el primer día de abril, se les asegura a los bancos que se les mantendría la tasa de interés de las Leliq que pagaba el BCRA a las entidades bancarias en un mínimo de 62.5% durante el mes, garantía accesoria a los bancos para que se reubicaran con mayor tasa para los ahorristas, con el fin de estimularlos a colocarse en pesos, en lugar de correr al dólar.
El programa monetario original de “emisión aproximadamente cero” de octubre 2018, implicaba un aumento de la base monetaria de 25% acumulado entre octubre 2018 y diciembre 2019. En abril 2019, con el fortalecido estrujón monetario del 14 de marzo, la expansión de la base monetaria acumulada en 15 meses anteriores se reducía a 12%, lo que implicaba una contracción de la base en términos reales de 28% en el período.
Al mismo tiempo, el ministerio de Economía informó-con autorización del FMI-la posibilidad de vender u$s 9.600 millones en 2019, para que un Tesoro carente de pesos, pudiera pagar sus obligaciones financieras en moneda local, aumentando la oferta de dólares.
Introducían más dólares con el objetivo de evitar otra corrida y, a su vez, más aumentos de precios por el pase de la devaluación. Esta medida incentivó a los bancos a invertir dólares propios, facilitados para la compra de Leliq y captar más depósitos a plazo fijo para consignar esos fondos a la adquisición de nuevos Leliq. La intención del BCRA era que hubiera una mayor oferta de dólares hasta que el Tesoro comenzara a vender los u$s 60 millones diarios autorizados, y los exportadores empezaran a liquidar los dólares del complejo sojero. El BCRA intentaba reducir el escandaloso spread entre la tasa de Leliq y la tasa que pagaban los bancos en depósitos a plazo fijo, con la intención de incentivar la demanda de plazos fijos, buscando sujetar el dólar.
El Gobierno confirmaba así, que el objetivo era mantener el dólar quieto, hasta que ingresaran los dólares de la cosecha gruesa y el Tesoro empezara a vender los dólares del FMI.
El problema era que, si regresaba el pesimismo, se haría difícil controlar el dólar y la tasa de interés, así la base monetaria pasaría a ser la variable endógena. El BCRA tendría que absorber más pesos para asegurar el piso de tasa garantizado de 62.5%, con el seguido impacto sobre el destruido crédito bancario. Mientras tanto seguía deslizándose y engordando la bola de nieve de las Leliq.
Las formas nos recordaban a la serie: “Los Simuladores”. Las exorbitantes y elaboradas operaciones encubiertas, de un grupo de hombres ingeniosos que creaban y ejecutaban sus planes, para solucionar los problemas de otras personas. Paradójicamente, estos farsantes, no solo no corregían ningún inconveniente, sino que generaban complicaciones que anteriormente no existían.
Si existía una forma en que el país y la ciudadanía fueran manipulables, “Los Simuladores” estarían listos para aprovecharse. Y teníamos un endeudamiento bajísimo…solo necesitaron acordar con los fondos buitres y pagar lo que ellos quisieran. A partir de entonces, los recursos financieros primero fluirían (2016/2017) y luego huirían con 60/70% de ganancia en dólares en solo dos años. No dejarían pasar la oportunidad. Todo lo que necesitaban en 2015 era pescar ciudadanos incautos, y lo consiguieron.
Director Ejecutivo de Fundación Esperanza. Profesor de Posgrado UBA y Maestrías en universidades privadas. Máster en Política Económica Internacional, Doctor en Ciencia Política, autor de 6 libros.
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