Derecho e inteligencia artificial: ¿Y ahora qué hacemos?

A lo largo de los últimos meses el tema más discutido ha sido el de la Inteligencia Artificial (IA). El amplísimo horizonte que se plantea representa un enorme desafío para profesionales, docentes, políticos y responsables de diferentes sectores.

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Por Luis María Caballero *

Desde hace algunos años, pero de manera particular desde la pandemia, hemos ido incorporando diversos conceptos que antes nos resultaban algo ajenos: la virtualidad; lo digital como un recurso que permite acortar distancias y ganar tiempo; la inteligencia artificial como una aliada para los negocios y nueva herramienta laboral.

A nadie le sorprende la manera en que los algoritmos facilitan el acceso a potenciales clientes o a nuevos servicios que posibiliten una mejor calidad de vida. Claramente, estas tecnologías hacen que el mundo profesional tenga menos sobresaltos y contribuyen a que nuestro tiempo rinda más eficazmente. Todo esto implica un ahorro importante en horas y dinero en tareas que antes resultaban costosas.

A lo largo de los últimos meses el tema más discutido ha sido el de la Inteligencia Artificial (IA). El amplísimo horizonte que se plantea representa un enorme desafío para profesionales, docentes, políticos y responsables de diferentes sectores.

Quienes nos encontramos vinculados al mundo del derecho, de la empresa, de los negocios o de la justicia, vemos cómo se abre frente a nosotros un mundo de oportunidades prácticamente infinito. Sin embargo, no son pocas las voces que nos alertan de ciertos peligros.

Hay quienes nos hablan acerca de la difícil reconversión de numerosos empleos que podrían quedar obsoletos. Otros, por poner un ejemplo, explican que si CHAT GPT es capaz de hacer un escrito jurídico, los abogados ya no tendrían más funciones que cumplir. Si PROMETEA es capaz de redactar una sentencia habiendo tenido acceso a toda la doctrina y la jurisprudencia disponibles, los jueces habrían perdido su razón de ser.

Ante estos datos, hay pensadores, científicos y desarrolladores tecnológicos que piden prudencia o, incluso, una moratoria en el desarrollo de estos temas.

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Luis María Caballero, Decano de Ciencias del Derecho de Universidad Siglo 21.

Luis María Caballero, Decano de Ciencias del Derecho de Universidad Siglo 21.

¿Estos temores son fundados? ¿Qué pasaría si las máquinas se vuelven más inteligentes que los humanos?

Creo que no hay nada que temer. La inteligencia artificial es solamente una herramienta diseñada por los humanos para ayudarnos a realizar tareas complejas. En sentido estricto, la inteligencia artificial no es verdadera inteligencia. Es un excelente resultado de procesamiento de datos y de cálculos realizados en función de desarrollos absolutamente humanos.

Por supuesto, tal como sucede en toda actividad humana, la prudencia y la responsabilidad siempre deben ser el norte que guía nuestra actuación. Sabemos también que las herramientas pueden ser bien o mal utilizadas; pero no hay nada en estas nuevas tecnologías que las distinga esencialmente de cualquier otra ayuda diseñada por el ser humano a lo largo de la historia. Desde la rueda hasta ahora, estas herramientas son fruto y consecuencia del pensar y actuar de humano. La única diferencia, me animo a afirmar, es el vértigo con el que se suceden los cambios.

Las máquinas pueden ayudar a realizar tareas de manera más eficiente, pero siempre se necesita la creatividad y el ingenio humano para dar forma a nuevas ideas y tomar decisiones cruciales.

En lugar de temer, deberíamos ver a la inteligencia artificial como una oportunidad para liberarnos de tareas tediosas y enfocarnos en lo que es esencialmente humano: crear, aprender y relacionarnos con los demás. Los vínculos familiares, de amistad, y los que nacen en un equipo, no son reemplazables por ninguna herramienta. Quizás esté llegando el momento de volver a las fuentes y empezar a cultivarlos más.

El derecho corre el riesgo de quedarse un poco atrás de las transformaciones sociales, sobre todo en una época en la que el vértigo es el signo de los tiempos. Por eso es necesario generar este tipo de reflexiones, para ir dando respuestas a las inquietudes que razonablemente existen. ¿Será conveniente regular estos fenómenos? La respuesta será diferente si por regulación entendemos un “marco” o entendemos un “corset”.

En esta misión de recuperar el sentido profundo de nuestras vidas, haciéndonos cada vez más humanos, todos tenemos un rol que desempeñar. Es fundamental que el sector público, las organizaciones privadas y el tercer sector trabajen de manera articulada para capitalizar las enormes oportunidades que se abren frente a nosotros.

(*) Decano de Ciencias del Derecho de Universidad Siglo 21.

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