16 de septiembre 2023 - 00:00

Día por la Igualdad Salarial: cuál es la situación actual en la Argentina y cómo achicar la brecha

La efeméride busca visibilizar las desigualdades estructurales de la sociedad. División sexual del trabajo y construcción social del género.

En 2022, la brecha salarial de género era de 28%.

En 2022, la brecha salarial de género era de 28%.

La Voz de Asturias

El 18 de septiembre se conmemora el Día internacional por la Igualdad Salarial, una fecha que tiene el objetivo de visibilizar las desigualdades estructurales que, en materia económica, enfrentan las mujeres y personas de la comunidad LGBTIQ+.

En nuestro país, los números son claros. En el 2022 la brecha salarial de género era -en promedio- de 28% (Ministerio de Economía). Esta diferencia tiene múltiples explicaciones. Según Carolina Villanueva, directora y co-fundadora de Grow-género y trabajo, “la brecha responde a que los varones trabajan más que las mujeres, a que trabajan más horas y a que trabajan en empleos de mejor calidad y en sectores más dinámicos de la economía”.

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Las mujeres y personas de la comunidad LGBTIQ enfrentan mayoritariamente las desigualdades estructurales.

Las mujeres y personas de la comunidad LGBTIQ enfrentan mayoritariamente las desigualdades estructurales.

División sexual del trabajo

Al día de hoy, pese a los avances en las últimas décadas en materia de inserción laboral de las mujeres, las tareas domésticas y de cuidado siguen recayendo en mayor medida sobre ellas. Según datos del Indec, las mujeres dedican -en promedio- más de 3 horas por día que los varones a estas tareas (Indec 2021). Tiempo que no pueden dedicar a trabajos remunerados.

Esta división sexual del trabajo también se replica en las áreas de inserción laboral. Decíamos anteriormente que en las últimas décadas han habido avances en lo que respecta a la participación laboral de las mujeres: hoy ronda el 50%, según datos del Indec (2022). Pero esa participación se concentra en determinadas áreas: las mujeres representan el 96% del personal de trabajo doméstico, el 72% del de enseñanza, y el 68% del personal de salud (EPH 2022). Sectores vinculados al cuidado, con altos índices de informalidad -particularmente el servicio doméstico-, precarización laboral y bajos salarios. Por el contrario, si analizamos lo que sucede en las áreas más dinámicas y con mayores ingresos, las mujeres son minoría. Como ejemplo, tenemos el caso de la industria del software, en la que solo representan el 30% (Cessi 2020).

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Las tareas domésticas y de cuidado siguen recayendo en mayor medida sobre las mujeres.

Las tareas domésticas y de cuidado siguen recayendo en mayor medida sobre las mujeres.

Por último, está el factor techo de cristal. En nuestro país, las mujeres ocupan el 26% de las jefaturas y el 31% de las direcciones, aunque representan casi la mitad de los puestos asalariados. Estereotipos que vinculan al liderazgo con características supuestamente “masculinas”, o la interrupción, por parte de muchas mujeres, de carreras profesionales para la realización de las tareas domésticas de las que hablábamos al comienzo -lo que se conoce como escaleras rotas- son algunos de los factores que explican estos números.

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Las mujeres ocupan el 26% de las jefaturas y el 31% de las direcciones, aunque representan casi la mitad de los puestos asalariados.

Las mujeres ocupan el 26% de las jefaturas y el 31% de las direcciones, aunque representan casi la mitad de los puestos asalariados.

Construcción social del género

Todas estas explicaciones tienen un origen común: la asignación de determinadas características -y por consiguiente, tareas, roles, responsabilidades- a partir del género. Si las mujeres son, al día de hoy, las principales responsables de las tareas de cuidado, si se insertan en trabajos con bajos ingresos, y si no acceden a los puestos jerárquicos, difícilmente puedan alcanzar los ingresos de los varones. Para achicar esa brecha es necesario modificar todas esas realidades.

Desde Grow-género y trabajo acompañamos a las organizaciones en su transformación en cada uno de estos sentidos. Para que puedan desarrollar políticas de ingreso y promoción, donde el género no opere como barrera, y sean un aporte a la construcción de una sociedad más igualitaria.

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