1 de febrero 2019 - 00:01

¿El plan económico del Gobierno para el 2019?

Hay una variable que será una obsesión para la Casa Rosada en este año: el dólar. ¿Por qué? Porque desde el Gobierno están convencidos que un dólar “quieto” o “controlado” les mantendrá el pequeño margen de ventaja para la reelección de Mauricio Macri. Sin embargo, mantener al dólar amordazado, no será gratis.

El Banco Central está interviniendo en el precio del dólar de forma indirecta: a través de la tasa de interés que paga por las Letras de Liquidación (Leliqs). Sólo los bancos tienen a posibilidad de comprar Leliqs y tienen un negocio asegurado: el Banco Central les paga un interés del 56% y ellos le pagan a sus depositantes un 40% por los pesos que les dejan en plazo fijo.

Así queda claro que el principal actor de la economía que está tomando pesos prestados, es el Banco Central, ya que los bancos comerciales lo único que hacen es captar depósitos para hacer un “pasamanos” y dárselos al Banco Central. Vale recordar que la Argentina atravesó experimentos similares en el pasado y nunca terminaron bien.

El programa de las Leliqs tiene dos costos dramáticos: 1) el costo directo en intereses que paga y deberá seguir pagando el Banco Central a lo largo del tiempo; 2) el costo indirecto que el Banco Central impone al resto de los actores económicos para tomar pesos prestados.

Respecto del primer punto, Domingo Cavallo escribió recientemente algo muy cierto: las Leliqs deberían ser contabilizadas como parte de la base monetaria porque representan nuevas emisiones de pesos por pagos de intereses. La idea de que “la base monetaria no está creciendo”, es sólo una ilusión contable. Cada vez hay más pesos dando vueltas por cada dólar que existe en la economía argentina.

Respecto del segundo punto, se da lo que en economía se conoce como “crowding out”. Esto quiere decir que el Banco Central toma tantos pesos prestados que no les permite a los privados tomar. En consecuencia, los privados para poder conseguir pesos tienen que pagar sobretasas monstruosas del orden del 20%-25%. Así terminan pagando una tasa anual cercana al 80%.

Aun asumiendo que la bola de nieve que se está gestando con las Leliqs queda bajo control (cosa que no sucedió con las Lebacs), el problema de la alta tasa de interés se está cobrando la vida de cientos de PyMEs.

Pagamos un altísimo costo por un método que transitoriamente frena al dólar (y a la inflación) pero que mata a las PyMEs de manera permanente.

¿Qué puede hacer el Gobierno? Nada. Desde que tuvo que arrojarse a los brazos del FMI para no entrar en default, su poder de acción está reducido al modo “supervivencia”. El plan para el 2019 es estar a la defensiva.

Todas las medidas que son necesarias para destrabar el enredo económico que atraviesa el país, necesitan de un capital político que el Gobierno no tiene. Ese capital político lo tuvo después de ganar las legislativas, y lo dilapidó torpemente. El tiempo de intentar hacer reformas, quedó en el 2017. El 2019 promete ser un año que, en el mejor de los casos, será de una agria transición.

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