Un día del que no tenemos fecha cierta entre 1920 y 1930, en una clase de antropología alguien le preguntó a Margaret Mead, antropóloga, etnógrafa y poeta estadounidense, cuál consideraba ella que era el primer signo de civilización en la historia de la humanidad. Esperaban que mencionara herramientas, cerámica, el uso del fuego o puntas de lanza. Pero Mead respondió algo completamente distinto: “El primer signo de civilización del que tenemos registro en una cultura antigua es un fémur humano roto y luego curado”.
El cuidado es lo que nos hace humanos
El cuidado como derecho humano: visibilizar, reconocer y redistribuir el trabajo de cuidados es clave para igualdad y bienestar.
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Cada 29 de octubre se celebra el Día Internacional de los Cuidados y el Apoyo.
https://www.ambito.com/negocios/el-56-los-argentinos-esta-insatisfecho-su-trabajo-que-tienen-que-ver-los-beneficios-n6156027En el mundo animal, si un animal se quiebra una pata, muere. No puede huir del peligro ni buscar comida. En cambio, encontrar un fémur humano roto y luego curado demuestra que alguien se tomó el tiempo de quedarse con esa persona herida, de atenderla, protegerla y alimentarla hasta que pudo volver a caminar. El primer signo de civilización no fue una herramienta, sino un acto de cuidado.
Día Internacional de los Cuidados y el Apoyo
Cuidar y ser cuidados nos constituye como humanidad. Por eso, cada 29 de octubre se celebra el Día Internacional de los Cuidados y el Apoyo. Es una oportunidad para reconocer lo que sostiene la vida. La fecha fue establecida por Naciones Unidas en 2023 para visibilizar el trabajo de cuidados, remunerado y no remunerado, como un pilar esencial del bienestar y la igualdad.
América Latina fue pionera en transformar el cuidado de una cuestión doméstica a un tema público. Desde los consensos regionales de la CEPAL hasta las leyes que crean los Sistemas de Cuidado de Uruguay o Costa Rica, la región impulsó el reconocimiento del cuidado como un derecho y como base de una nueva organización social más justa.
Este año, la Corte Interamericana de Derechos Humanos dio un paso histórico al reconocer al cuidado como un derecho humano autónomo, con tres dimensiones inseparables: el derecho a cuidar, el derecho a ser cuidado y el derecho al autocuidado. Una definición que refuerza lo que los movimientos feministas sostienen hace décadas: sin reconocimiento y redistribución del cuidado no hay igualdad.
La desigualdad en el cuidado y sus consecuencias
Porque los datos son claros: en Argentina las mujeres destinan en promedio 6 horas y media diarias al trabajo doméstico y de cuidado no remunerado, mientras los varones lo hacen 3 horas y 40 minutos (INDEC, ENUT,2021) . En América Latina, esa desigualdad explica buena parte de la brecha salarial (que ronda el 26%) y de la feminización de la pobreza: una de cada cuatro mujeres no tiene ingresos propios. El tiempo de las mujeres está absorbido por el cuidado y sus posibilidades de trabajar, formarse o descansar se reducen drásticamente.
Por eso, el desafío de hoy es cómo cuidar a quienes cuidan. Y en esa pregunta el sector privado tiene un rol central. El cuidado es una tarea que realizamos en comunidad y en su organización interviene el Estado, los hogares, los espacios comunitarios y también el sector privado. Las organizaciones empleadoras pueden ser aliadas clave en la redistribución del cuidado, impulsando culturas laborales que permitan equilibrar la vida personal y profesional. Extender licencias parentales iguales e intransferibles, incluir licencias por cuidado de personas mayores o dependientes, garantizar horarios compatibles, promover el teletrabajo con derecho a desconexión o crear espacios de lactancia son medidas que transforman la vida cotidiana y, además, mejoran la productividad y el compromiso del personal.
Empresas como agentes de cambio cultural
Las empresas que comprenden su rol social y avanzan hacia licencias equitativas contribuyen a desafiar la división tradicional de roles dentro del hogar, promoviendo modelos de crianza más igualitarios y construyendo ambientes laborales más justos y sostenibles generando un impacto en la sociedad de la que son parte.
Desde Grow – género y trabajo, venimos acompañando a muchas organizaciones que se animan a dar estos pasos. Cada política que amplía derechos, cada iniciativa que pone el bienestar en el centro, contribuye a una transformación cultural profunda. Porque cuidar no debería ser un obstáculo para desarrollarnos, sino una condición para construir vidas más dignas, economías más humanas y comunidades más justas.
Área de Diagnósticos e Implementación de Grow-género y trabajo







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