13 de diciembre 2022 - 15:25

La clave para una transición sin sobresaltos financieros

A diferencia de los sobresaltos que hubo en los precios de los activos en 2015 (con el dólar futuro) y en 2019 (con el reperfilamiento), es posible que en 2023 veamos una transición bastante diferente y más ordenada.

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A partir de la decisión comunicada por la vicepresidente Cristina Fernández de Kirchner de no ser candidata en las elecciones del próximo año, se rearma el panorama político. Y en este nuevo marco, se hace necesario repensar los escenarios posibles en materia de inversiones.

En tiempos en los que dominaba la polarización, el centro terminaba dividiéndose entre un bando y el otro. Pero desde este martes, y sin Cristina como alternativa, posiblemente veamos que el Frente de Todos empieza a encolumnarse detrás de un candidato moderado, hoy personificado en Sergio Massa. A su vez, y para no perder llegada en el centro, Juntos por el Cambio debería enfrentarlo con otro candidato moderado, que al día de hoy sería Horacio Rodriguez Larreta.

El hecho de que Argentina enfrente una transición ordenada puede ser una valiosa novedad en términos de funcionamiento del mercado: a diferencia de los sobresaltos que hubo en los precios de los activos en 2015 (con el dólar futuro) y en 2019 (con el reperfilamiento) a partir de los problemas de cooperación entre las fuerzas políticas, ahora es posible que en 2023 veamos una transición bastante diferente y más ordenada.

Independientemente del resultado de la elección, ahora parece haber mayor consenso respecto de los problemas, pero también sobre cómo abordarlos en los posibles equipos económicos de ambas coaliciones.

A la inflación, una de las mayores preocupaciones de los votantes, hay que atacarla con todas las herramientas disponibles, tanto ortodoxas como heterodoxas.

Sin ir muy lejos, hace poco escuchamos al ortodoxo Gabriel Rubinstein, viceministro de Economía, defender el control de precios como herramienta valiosa. Pero más importante: es necesario contar con el apoyo de la oposición para pasar leyes necesarias en el Congreso y tener diálogo con sectores que podían no ser del todo afines, como se vio en las negociaciones del ministro Massa con los representantes del campo.

Frentes de preocupación

Por supuesto, las fuentes de preocupación no se han modificado ni un ápice desde el martes:

  • Los vencimientos en pesos con el sector privado rondan los 500.000 millones de pesos por mes hasta las elecciones. Y, teniendo en cuenta los resultados de las ultimas licitaciones, vemos que los plazos son cada vez mas cortos. En la ultima licitación, el plazo más demandado fue marzo de 2023.
  • Los pasivos remunerados del Banco Central siguen aumentando de la mano de la emisión para pagar intereses de las Leliqs, para comprar bonos en el mercado secundario y por la nueva etapa del dólar soja, que pueden sumar otros 1.5 billones de pesos de nueva emisión. Estos pesos no demandados deberán ser retirados por el Central emitiendo nuevas Leliqs.
  • La menor entrada de dólares por la sequía puede volver a poner al nivel de reservas del Banco Central en el centro de la atención.

Algunos atenuantes

  • La mayor demanda de dinero estacional, que suele aumentar entre diciembre y febrero alrededor de 1% del PBI, aunque sea temporalmente, debería reducir el impacto de la mayor emisión a solo 500.000 millones de pesos.
  • A su vez, la industria de Fondos Comunes de Inversión (FCI) luce más saludable: la mayoría de los fondos ya quedaron posicionados de manera defensiva y, ante una eventual salida, el impacto sería mucho más limitado que en junio, cuando vimos correcciones estrepitosas en los precios de los bonos atados al índice CER. Además, esta vez la coordinación entre el Ministerio y el Central ha mejorado, y este último ya está activamente interviniendo en el mercado de bonos.
  • Por último, ya se empiezan a ver algunas muestras de reducción del déficit fiscal en diferentes áreas del gobierno. El ajuste de tarifas de energía ayuda a reducir los cuantiosos subsidios, se reducen las transferencias a provincias y otros gastos no indexados empiezan a perder peso a nivel agregado.

Cuando el Tesoro venía emitiendo deuda para financiar un déficit fiscal estructuralmente arraigado, el mercado empezó a perder confianza y por eso, aumentó el costo de financiarlo. Para llegar a 2024 sin sobresaltos, se había vuelto indispensable algún esquema de cooperación entre las fuerzas políticas.

En términos simples: los candidatos a presidente se comprometen a honrar la deuda emitida durante la administración actual. A cambio, la administración actual se compromete a reducir el déficit en algún porcentaje acordado para entregar el mando en una situación no explosiva. Hasta el martes, un acuerdo de este tipo parecía imposible.

Ya no más. Ahora podemos imaginar una transición con sabor a continuidad. Los activos financieros argentinos tienen mucho para crecer en la configuración de un escenario de este tipo.

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