En una nueva bravuconada más propia de un personaje de programa cómico de la década del 70 que de un jefe de Estado, Milei convierte a la Argentina en el hazmerreír de Naciones Unidas, pero se garantiza que cuando no sea más presidente lo inviten a hacer sus “stand up” como conferencista pago en diferentes latitudes.
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En tiempos de policris -situación donde la convergencia de numerosas crisis tiene un efecto combinado mayor que la suma de las partes- es más necesario que nunca el diálogo y apostar al mutilateralismo en defensa de nuestros valores y principios. Los incuestionados valores y principios que siempre ha defendido Argentina en el mundo (salvo en tiempos de dictadura): la paz, los derechos humanos, el desarrollo sostenible y la igualdad real de oportunidades y de trato.
Las feministas no pecamos de ingenuas, menos aún en el caso de las que tenemos trayectoria política. No es que desconozcamos las falencias de las Naciones Unidas y las del propio sistema democrático: sus burocracias, sus ineficacias y hasta su imperfecto funcionamiento. Seguramente tenemos más serias y fundadas críticas que el irrespetuoso destrato inconducente proferido por el presidente a sus pares y a las Naciones del mundo.
Desde hace varias décadas, siempre como sociedad civil, hemos aportado constructivamente a la política exterior de los Pueblos y hemos logrado incidir en muchas ocasiones en documentos y decisiones tanto en la órbita de Naciones Unidas como en espacios regionales.
En estos tiempos, donde la humanidad está en riesgo por las múltiples guerras y un nuevo peligro nuclear, por las crisis climáticas y de pérdida de biodiversidad y el brutal ecocidio planetario, por los discursos de odio y antiderechos y por las violaciones al Estado de derecho en muchos países del mundo, se hace imprescindible profundizar los cambios en las Naciones Unidas para su democratización – como la eliminación del poder de veto en el Consejo de Seguridad- y para una mayor escucha y participación de la ciudadanía.
Pero el cambio necesario no es por donde va Milei con su motosierra y sus diatribas. El presidente calificó de "socialista" a la ONU, reiteró su rechazo a la agenda 2030 y anunció que Argentina no va a adherir al Pacto del Futuro. En un mundo multipolar donde están sentados en la mesa de ese organismo 197 países del mundo de todos los colores, el calificativo de “socialista” es como mínimo una burrada. Rechazar la escasamente cumplida Agenda 2030 y no adherir al básico consenso mundial del Pacto del Futuro es un mayor retroceso para nuestro país, que nos aísla aún más. Nos quedaremos como país fuera del debate que se viene sobre la reestructuración de las Naciones Unidas, del compromiso hacia un Pacto Digital que regulará las redes y la inteligencia artificial, y del debate global para el crecimiento con igualdad y sostenibilidad para las generaciones futuras.
Milei afirmó en la ONU que "Argentina va a abandonar la posición de neutralidad histórica". Parecía confundir “neutralidad” con el respeto a la “autodeterminación de los Pueblos” o ignorar que Argentina siempre ha tenido posiciones claras de defensa de la democracia y los derechos humanos, y ha liderado posturas en este sentido en nuestra región y el mundo.
También opinó que la ONU "ha promovido una relación tóxica entre las políticas de gobernanza global y los organismos de crédito internacional, exigiéndole a los países más relegados que comprometan recursos que no tienen en programas que no necesitan, convirtiéndolos en deudores perpetuos para promover la agenda de las elites globales". Sin embargo, en ningún momento mencionó la deuda externa sin precedentes que el país contrajo con FMI --por el mismo ministro que ahora lo filmaba desde el público con su celular--, ni tampoco habló de los números de la economía como el de la pobreza, la desocupación y la indigencia que empeoraron mes a mes desde que asumió la gestión, y menos aun no hizo ningún anuncio importante en relación a dejar de pagar la eterna deuda externa con el hambre del pueblo.
Desaprovechó una oportunidad para impulsar una Convención multilateral sobre información tributaria compartida, que nos permitiría combatir mejor los 485000 millones de flujos ilícitos que hoy permiten hacer tambalear gobiernos, sostienen el narcotráfico, la trata de personas y el tráfico de armas. Dijo que el país "va a estar a la vanguardia de la lucha en defensa de la libertad". Remarcó: "No acompañaremos ninguna política que implique la restricción de las libertades individuales". Esta libertad que defienden los anarco capitalistas es la libertad del 1% más rico de seguir haciendo negocios a costa del resto de la humanidad y poniendo en riesgo la vida humana sobre el planeta con un modelo extractivista que no respeta ni los límites que la naturaleza nos impone.
La mejor respuesta a Milei vino de Lula, que sin nombrarlo dijo: “…defender la democracia conlleva a actuar contra ataques extremistas, mesiánicos y totalitarios que difunden el odio y el resentimiento. La democracia tiene que responder a las aspiraciones legítimas de aquellos que ya no aceptan el hambre y la desigualdad”. “En un mundo globalizado no tiene sentido recurrir a patriotas falsos, a aquellos que desean aislarnos, ni tampoco tiene sentido recurrir a experimentos ultraliberales que no hacen más que empeorar las dificultades de un continente empobrecido”. Y agregó: “El futuro de nuestra región depende por encima de todo de que se construya un Estado eficiente, sostenible e inclusivo que trate todas las formas de discriminación. Un futuro que no se vea intimidado por individuos, empresas o plataformas digitales que se creen estar por encima de la ley. La libertad es la primera víctima de un mundo sin reglas”. Parafraseando a Alfonsín: La libertad del zorro libre en el gallinero de comerse a las gallinas.
Doctora en Derecho. Profesora Titular de Principios de Derechos Humanos y Derecho Constitucional-Universidad de Buenos Aires
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