16 de octubre 2019 - 00:01

Se terminan los incentivos a la fiesta financiera

La corrida cambiaria y la volatilidad financiera post-PASO son producto de que los inversores internacionales estén descontando que las políticas económicas que renovaron la especulación financiera en la Argentina hayan recibido un golpe de knock out en las elecciones primarias y que estén en trayectoria de tomar un nuevo rumbo.

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Después del agosto negro desatado tras las elecciones primarias, los activos argentinos se recuperan, a modo de “rebote del gato muerto”, facilitado por la nueva estabilidad del tipo de cambio. El salto del dólar post-PASO volvió a acelerar la inflación y a profundizar la recesión, en un contexto donde la moneda estadounidense parecía no tener techo. El Central debió elevar por encima del 80% la tasa de política monetaria (ahora debajo del 70%) y salir a vender dólares para evitar una corrida mayor. Además después del shock electoral y de medidas desacertadas del gobierno, se inició una fuerte salida los depósitos en dólares de los bancos, que sumó presión sobre las reservas internacionales. Esto, sumado a la agudización de la compra de dólares para atesoramiento, que en agosto marcó un récord para la fuga de capitales, llevó al gobierno nacional a tomar medidas que no estaban dentro de su marco ideológico pero que se volvieron inevitables, aunque no suficientes para contener la sangría de dólares y la presión sobre el tipo de cambio. El ejecutivo a las pocas semanas ya había implementado un todavía laxo control de cambios y dio el primer paso para un reperfilamiento de la deuda pública, que en la jerga financiera se conoce tradicionalmente como cesación de pagos o default.

Vale decir en cambio que las condiciones para una crisis bancaria como la de 2001 todavía aparecen como lejanas. Sin embargo, la sangría de dólares, principalmente por fuga de capitales y el aplazamiento del pago de vencimientos de la deuda (en dólares y en pesos) producen una gran incertidumbre de cara a los próximos meses. Además, las elecciones generales del próximo 27 de octubre serán otro punto crítico para los movimientos financieros. El comportamiento y las medidas que lleve adelante el ejecutivo nacional entre el 28 de octubre y el 10 de diciembre en caso de un resultado adverso electoralmente serán fundamentales para determinar cuanto más se podría agudizar la actual crisis económica que azota a los hogares, pero también a las empresas pequeñas, medianas y grandes.

En este marco, la situación cambiaria y financiera actual continúa siendo crítica, a pesar del superávit en la balanza comercial tras del derrumbe de las importaciones. No obstante, los dólares genuinos adicionales que puedan estar ingresando por el comercio exterior terminan dilapidándose producto del stress financiero extremo que enfrenta la economía doméstica. El debate está puesto en cuáles son las políticas económicas que deberá implementar el próximo gobierno en materia cambiaria y financiera para poder evitar que el tipo de cambio continúe devaluándose, acelerando la inflación y azotando el poder adquisitivo de los hogares, ya castigados durante los últimos cuatro años de políticas económicas erráticas. Los analistas tienen opiniones variadas sobre si se debería endurecer el control de cambios, sostener el actual nivel del dólar y reducir la tasa de política monetaria. También es una incógnita que tratamiento recibirá la deuda pública.

Mientras, el clima a unas semanas de las elecciones generales presenta claroscuros. Por un lado, las empresas que cotizan en el Merval al igual que los ADR’s que cotizan en Nueva York han recuperado terreno tanto en moneda doméstica cómo en dólares, luego de uno de los peores desplomes de la historia en agosto. A su vez, los bonos argentinos que estaban a precio de default tuvieron un repunte, lo que no modifica la situación de cierre del financiamiento voluntario que enfrenta la economía nacional. Por otro lado, la sangría de reservas y depósitos en dólares no ha cesado. Las reservas brutas cayeron cerca de u$s 19 mil millones (-28%) desde las elecciones primarias. A su vez, los depósitos en dólares cayeron en más de u$s 12 mil millones en el mismo periodo (-35%). Y en un año donde el BCRA prácticamente no había realizado ventas en el mercado de cambios, desde agosto lleva vendidos mediante ventas directas u$s 4 mil millones. Además, en dicho mes la fuga de capitales alcanzó la cifra record de los u$s 6 mil millones.

El oficialismo ha argumentado en reiteradas ocasiones que la pésima situación financiera es debido a que el candidato ganador de las elecciones primarias no tiene la confianza de los mercados, lo que sería el motivo principal de la devaluación post-PASO. Sin embargo, lo que se omite en esta afirmación es que la crisis de la “desconfianza” de los mercados ya había acontecido el año pasado cuando los mercados voluntarios de crédito le cerraron la canilla del endeudamiento a la Argentina, lo que derivó en la vuelta de urgencia al FMI. En todo caso, la corrida cambiaria y la volatilidad financiera post-PASO son producto de que los inversores internacionales estén descontando que las políticas económicas que renovaron la especulación financiera en la Argentina hayan recibido un golpe de knock out en las elecciones primarias y que estén en trayectoria de tomar un nuevo rumbo. Si se terminan los incentivos para la fiesta financiera es lógico que los inversionistas escapen justamente de las inversiones financieras. De lo que se tratará en la próxima etapa es que vuelva a ser rentable la inversión en la producción y en el trabajo.

(*) Director de la Licenciatura en Economía de la Universidad Nacional de Avellaneda e Integrante del colectivo EPPA.

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