A la hora de poner en marcha y hacer crecer un emprendimiento, no son sólo los conocimientos técnicos los que definirán el éxito y la sustentabilidad del negocio. Además de las herramientas y la formación específica que el emprendedor vaya buscando y adquiriendo en el camino, hay un componente de pasión y compromiso con su proyecto que será definitorio cuando encuentre obstáculos, cuando haya caídas, cuando deba replantearse los objetivos o volver a empezar. Es ese “espíritu emprendedor” el que lo impulsa a seguir adelante.
Las características de un buen emprendedor
Para un emprendedor, identificar cuáles de estas características son su fuerte y cuáles debe potenciar es algo fundamental a la hora de encarar nuevos desafíos.
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En INICIA, a lo largo de 17 años, acompañamos desde los primeros pasos hasta la consolidación de sus negocios, aprendimos de sus experiencias, y en ese proceso identificamos las principales características de un buen emprendedor:
Pasión: El principal motor de sus acciones es el deseo personal, ama intensamente los productos o servicios que ofrece y trabaja muchas horas para llegar al mejor resultado, porque disfruta del trabajo como un juego y no lo siente como una obligación.
Ambición: Tiene confianza en sí mismo y cree en sus potencialidades y habilidades para llevar adelante su propio negocio. Sus objetivos personales son su principal fuente de motivación. Asume riesgos y es consciente de la necesidad de su desarrollo, por lo que se capacita permanentemente.
Iniciativa: Un buen emprendedor tiene motor propio y está orientado a la acción y a la resolución de problemas. No se conforma con el status quo, y permanentemente está pensando y comenzando proyectos y acciones nuevas.
Superación: Tiene la habilidad de determinar el valor relativo de los problemas asignándole a cada uno su correcta dimensión. Es flexible para buscar caminos alternativos cuando los originales se cierran y es perseverante en el logro de sus objetivos sin caer en la testarudez. Puede tolerar la frustración y el fracaso aceptando la realidad, reponiéndose y comenzando nuevamente.
Creatividad: Reconoce en sus experiencias personales una fuente de inspiración, y visualiza alternativas distintas a los paradigmas establecidos, improvisando ideas y acciones para solucionar problemas. Tiene una amplia apertura mental que le permite encontrar alternativas innovadoras.
Liderazgo: Tiene visión y capacidad de convocar a otros en torno a esa visión porque puede comunicar claramente sus emociones e ideas. Debido a su capacidad de influencia es un referente en los ámbitos donde actúa. Utiliza con naturalidad los distintos estilos de liderazgo, según las personas y las circunstancias.
Organización personal: Posee capacidad de autocontrol, define bien sus prioridades, pone el foco de su trabajo en ellas y administra su tiempo con efectividad. Busca permanentemente los medios apropiados para alcanzar sus objetivos y utiliza con eficacia las nuevas tecnologías disponibles.
Vemos cotidianamente que para un emprendedor, identificar cuáles de estas características son su fuerte y cuáles debe potenciar es algo fundamental a la hora de encarar nuevos desafíos. No se trata de tenerlas de una forma innata, sino de ir construyendo, ensayando y perfeccionando estas competencias en el día a día, a través del autoconocimiento y el intercambio de experiencias con otros.
(*) Gestión de Comunidad en INICIA
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