18 de diciembre 2023 - 00:00

Mundo judicial en armonía con el debut de Milei hasta que ingrese en la discusión “ubi est mea”

Todo el intercambio de auspiciosas señales de relacionamiento amable encontrarán límite en el interrogante sobre qué pasará con los fondos para el Poder Judicial. Cúneo acumula proyectos y sigue pulseada por nombres.

Mariano Cúneo Libarona
Mariano Cúneo Libarona

(N. de la R.) “Ubi est mea”, significado, del latín, “¿dónde está la mía?”.

Las melosas señales institucionales que se dispensaron entre sí el Poder Judicial y el flamante Gobierno de Javier Milei exhibieron una armonía idílica de relacionamiento que chocará inexorablemente con un elemento definitorio: el efectivo giro del dinero para sostener el funcionamiento de los tribunales y pagar sueldos. Si bien como ya detalló Ámbito, las promesas de campaña de autarquía financiera –refrendadas por el ministro de Justicia Mariano Cúneo Libarona- son música para los oídos judiciales, lo cierto es que hoy, lo único cierto es que el Poder Ejecutivo tiene un Presupuesto “reconducido” (el de 2023) al cual podrá aplicar mayor o menor grado de discrecionalidad en su asignación. Lo central es que con esa cantidad de fondos y destinando un 96% al pago de salarios, la ejecución de ese presupuesto anual alcanza solamente hasta abril próximo. Después, es toda una incógnita, sobre todo en un horizonte de números ajustados en un contexto de altísima inflación.

Más allá de toda propuesta de reforma consensuada, del buen clima de diálogo, de la intención oficial de apuntalar la independencia judicial y de reivindicar el respeto hacia uno de los tres poderes del Estado, sin dudas lo único que realmente importará es ver de qué manera se las ingeniará el Gobierno para sostener la pauta y acompañar los ingresos del sector judicial. Corrió frío por la espalda de quienes escucharon a algunos libertarios silvestres proponer que, como gesto hacia la sociedad, todos los integrantes de la administración pública deberían congelar sus salarios para exhibir coherencia y empatía con el ajuste en marcha. Para peor, escucharon que podría ser un Plan B, en caso de que se complique el humor social.

Milei no mantuvo, hasta ahora, contacto directo con Horacio Rosatti, presidente de la Corte Suprema y del Consejo de la Magistratura. Siempre fue intermediado por Cúneo que se siente totalmente asimilado al judicial por su historia y relaciones. La tradicional cena de camaradería de la Asociación de Magistrados fue el escenario ideal para palpar hasta qué punto corren en paralelo los reclamos sectoriales y un elogio al cambio de rumbo con respecto al kirchnerismo. Camuflado entre las anécdotas personales, Cúneo enumeró los tres objetivos que Milei le pidió y que son indiscutibles desde la buena fe: independencia judicial, idoneidad para ocupar los cargos y bajar el perfil de escándalos. Pasó desapercibido, pero también dijo que en la situación económica crítica debían terminarse los privilegios.

El contraste se hallaba en el discurso que lo precedió donde el flamante presidente de la AMFJN Andrés Basso clamó por “la desigualdad” que generó puertas adentro el pago del Impuesto a las Ganancias y se quejó del “inexplicable” modificación al régimen jubilatorio. Son dos heridas abiertas con reproches tanto para el macrismo como para el kirchnerismo pero dan cuenta de lo sensible que es la materia. Tanta atención recibe el asunto que los asistentes a la cena estaban al tanto de que el último tramo del giro de fondos había sido aprobado por Sergio Massa antes de dejar el Gobierno pero que ese crédito todavía no había arribado a las arcas del Poder Judicial. Por si acaso, Basso puso énfasis acerca de que existen antecedentes que vedarían en traspaso de la Justicia nacional, un tópico ultraconflictivo pero que es lo único que de verdad está plasmado en la plataforma electoral libertaria. Con una convocatoria inédita, la presencia de la Corte en pleno, referentes de Casación y Comodoro Py y casi dos mil personas presentes, algunos se llevaron la impresión de que las muestras de afecto recíproco podían tener alcance limitado. De hecho, si se hace una lectura oblicua del marco, más que un minué, puede interpretarse como un “Haka” del Poder Judicial al debutante Gobierno.

Nadie se hace una idea de cómo conviviría una autarquía financiera (el Poder Judicial presupuesta y recibe el dinero de acuerdo a sus necesidades para luego administrarlo con total independencia versus tener que limosnear a jefatura de Gabinete para que actualicen partidas) con las actuales restricciones que el Gobierno ha propuesto para casi todas sus áreas. Más allá de que se den pasos en ese sentido desde lo político, la instrumentación será la clave. No hay dudas de que quien debería administrar la principal masa es el Consejo. Por las dudas, ya está la danza de nombres para quien ocuparía la vacante de administrador general del Consejo que se debate entre Alexis Varady y el actual interino Federico Vincent.

Tampoco existe mucha correlación entre las principales ideas que expresó Cúneo (como la implementación general del sistema acusatorio o el juicio por jurados) en un contexto de vacas flacas. Si bien el acusatorio que hoy rige en dos provincias a nivel federal no requiere muchos cargos de juez, multiplicaría los del Ministerio Público Fiscal. Es un dibujo en el aire.

De todas formas, puertas adentro del Ministerio de Justicia empezaron a trabajar temas como si no pasara nada: están decididos a avanzar con el nombramiento para a Procuración General y para la Corte Suprema, resucitar la modificación del Código Penal (donde hay una pelea por el copyright) y hasta se garabateo un proyecto para actualizar el Código Civil y Comercial, que es el más nuevo de todos. Cúneo reservó el cargo de Secretario de Justicia para Sebastián Amerio, un hombre que desarrolló su carrera en la secretaría penal de la Corte y que combina buen trato interpersonal con los empleados de planta y conocimiento de primera mano del mundo judicial. El plantel de Justicia quedó rodeado por algunos históricos referentes ligados a Germán Garavano y la única incógnita es quién desembarcará en el estratégico sitial como representante del Poder Ejecutivo en el Consejo. Hay una pulseada muy fuerte pero una sola certeza. Su apellido empieza con “G”.

Desde algunos sectores poderosos en el mundo judicial observan un paso en falso del flamante ministro no solo por recostarse en largas amistades con integrantes de la llamada justicia nacional, sino porque en una cena habría hablado despectivamente de un grupo de jueces. Ese rumor llegó a las costas de Comodoro Py, donde le tacharon la doble. Si hubo cierta desorientación inicial de Milei en los nombramientos de su gabinete, contrastó con la precisa designación de Rodolfo Barra en la Procuración del Tesoro. Si Cúneo está vedado en el Contencioso Administrativo Federal, Barra ha construido un perfil desde que fue eyectado de la función pública en el que es venerado por ese fuero. También tiene un inmejorable expertise litigando ante la Corte, todos activos valorados por el déficit y las necesidades que tendrá que afrontar Milei cuando sus decisiones deban pasar el tamiz de la inconstitucionalidad.

Todo lo anterior queda supeditado ante la realidad material definitoria en el corto plazo. Como dijo el filósofo, “ubi est mea”.

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