Se reanudará hoy el ajedrez interno de la CGT, donde la crisis de liderazgo de Hugo Moyano sigue profundizándose. Néstor Kirchner le negó todo apoyo público y sólo mandó a sus colaboradores a salvar la ropa del camionero, influyendo en distintos gremios para que no lo abandonaran. Por su parte, Héctor Méndez (titular de la UIA), el otro sostén de Moyano, también se mantuvo callado. Los problemas se presentan en varios frentes:
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El primero, acaso el más costoso para la Casa Rosada, es estético. Ayer se conocieron nuevas propiedades del sindicalista (se está ganando el apodo de «aloe vera», cada día le descubren una nueva propiedad), esta vez un caserón de 7.000 metros cuadrados en Parque Leloir, que está refaccionando bajo la supervisión de su esposa. Como su principal socio, el colectivero Juan Manuel Palacios (dueño de hectáreas bonaerenses de valor millonario), también Moyano ha desarrollado una veta inmobiliaria. Sólo falta que se determine si los campos que se le atribuyen en Riglos (provincia de La Pampa) le pertenecen. Para él es más importante saber otra cosa: si no es el propio gobierno que lo sostiene el que, al mismo tiempo, lo esmerila liberando estas informaciones. Un método que ya aplicaba Carlos Menem con sus amigos gremialistas, que comían en Olivos por las noches y desayunaban al día siguiente leyendo las notas que le dedicaban las revistas sobre sus viajes por el exterior.
El segundo problema que enfrenta el camionero tiene que ver con la pérdida de apoyo interno. El viernes se demostró lo que había adelantado este diario: mucha algarabía, mucho cántico, pero poca presencia de miembros del Consejo Directivo que puedan respaldarlo como conductor de la central obrera. Por suerte Juan Pablo «Pata» Medina irrumpió con sus bandas platenses y, amenazando con otro San Vicente, impidió que se hiciera un recuento institucional de lo que había conseguido el secretario general para respaldar su jefatura. A propósito de Medina, ¿quién maneja sus piolines? En el gremialismo ya hay varias hipótesis, todas platenses.
El tercer frente se tramitará hoy, cuando regrese a las pistas Gerardo Martínez, secretario general de la UOCRA. Martínez compone, con Andrés Rodríguez (UPCN) y Luis Barrionuevo (Gastronómicos) el trío de gremialistas más poderosos que se levantaron contra Moyano. Pero, a diferencia de Barrionuevo, todavía no está claro si Martínez y Rodríguez seguirán participando de la conducción del camionero o si comenzarán a ausentarse del Consejo Directivo, aumentando el vacío que ya abrieron los «gordos».
Estos últimos, encabezados por Oscar Lescano, Armando Cavalieri y Carlos West Ocampo, detestan a Moyano. En el caso de West (sindicalista de la Sanidad y antropólogo platense) hay hasta un dejo elitista en esa animadversión. «Me das asco», llegó a decirle al camionero. Dicen que desde que se enteró de que Moyano y Palacios son ganaderos poderosos comenzó a mirarlos con más respeto y tolerancia.
Lo cierto es que West fue quien más presionó al «Centauro» Rodríguez para que abandonara al camionero. Hoy, cuando Rodríguez y Martínez se encuentren con Barrionuevo, decidirán la estrategia a seguir frente al secretario general. Los dos primeros son especialmente atentos a las indicaciones que lleguen de la Casa Rosada, donde se decidió -como se informó en este diario- esperar a que se levante la cosecha de trigo y mejore la provisión de gasoil para soltarle la mano de Moyano.
Finalmente, Moyano deberá resolver para todo el sindicalismo ortodoxo una encrucijada que ya consideraba superada: desde el seno del poder se los vuelve a amenazar con dar personería gremial a la CTA, al menos como agrupación de sindicatos disidentes que ya tienen reconocimiento estatal (el caso de ATE, que disputa con UPCN la representación de los empleados públicos). En su momento, cuando Kirchner los corrió con esa vaina, tanto el camionero como su segundo, José Luis «Mr. Cloro» Lingieri, le hicieron saber que esa legitimación sería considerada una declaración de guerra. La duda es otra: ¿querrá en serio el gobierno potenciar al sindicalismo de izquierda y promover, de ese modo, una carrera entre dos vertientes que será de por sí inflacionaria? Es la pregunta principal que debe contestarse el Presidente si está dispuesto a dar ese paso.
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