17 de septiembre 2007 - 00:00

Comentarios políticos de este fin de semana

Eduardo Duhalde y Alberto Fernández.
Eduardo Duhalde y Alberto Fernández.
MORALES SOLA, JOAQUIN.
«La Nación».


Conmovedor regalo de cumpleaños por adelantado le hace el columnista a Eduardo Duhalde (cumple 66, octubre 6) con la suma de elogios y reconocimiento que derrama en la entrega de ayer. Dice que tiene «un lugar en la historia» que podría rifar con un regreso a la política, cuando el ex presidente interino debería dedicar lo que le queda de vida a reparar lo que hizo en su mandato. Sólo para eso debería volver. Adhiere a la teoría duhaldista que lo reviste de bronce por aquello de que «se hizo cargo en el peor momento de la crisis» cuando su acceso a la presidencia lo preparó con lo que algunos califican de un golpe de estado a Fernando de la Rúa (empezado por éste, desde ya). En el discurso que dio el viernes en la Legislatura en el homenaje a Rogelio Frigerio alardeó además de haber creado el Movimiento Productivo Argentino en julio de 2001 junto a Raúl Alfonsín y el lobby del dólar alto -empresas endeudadas en dólares que no podrían repagar y que corrían el riesgo de pasar a manos de sus acreedores- para enfrentar al gobierno de De la Rúa, que les duró apenas cinco meses.

El homenaje del columnistaa Duhalde se completa con la reproducción de las quimeras que derrama ante sus íntimos: que Daniel Scioli lo necesita a él porque no tiene una base firme en el peronismo de Buenos Aires, un apoyo que sólo puede hacerlo más frágil al candidato a la gobernación en caso de que gane. El colmo es cuando dice que Kirchner debería haberlo llamado a Duhalde para consultarlo en temas internacionales, o a Chiche Duhalde en temas sociales, cuando ese matrimonio ha sido la fábrica más grande de pobres que ha tenido el país y además alardea de haber aislado a la Argentina del resto del mundo durante el mandato del marido. Duhalde está molesto con razón por ese silencio, especula el generoso Morales Solá.

Más cruel es con Hugo Moyano y Néstor Kirchner, a quienes señala el columnista como socios no sólo en la política.

GRONDONA, MARIANO.
«La Nación».


El profesor dedica la entrega a la bolilla «cómo combatir la inflación». Hay, recuerda dos maneras, una buena y otra mala.

La buena es equilibrar oferta y demanda; la mala, controlar los precios, como hace el ominoso Sr. Moreno. Esos dos modos los encarna en su lección en protagonistas de la hora: Martín Redrado es el bueno, porque advierte que hay peligro de inflación;

Kirchner el malo, porque se enoja porque se lo recuerdan. ¿Quieren países buenos y países malos? El profesor también los tiene: Brasil, Uruguay y Chile son buenos porque tienen políticas a largo plazo que les permiten reducir los daños emergentes y el lucro cesante de la coyuntura. La Argentina, en cambio, se porta mal porque su gobierno propone pan para hoy y hambre para mañana. Sencillito.

BLANCK, JULIO.
« Clarín».


Concesivo hacia el gobierno, de nuevo, el análisis de la semana que pasó que ofrece el monopolio. Instala que Cristina de Kirchner ya ganó y que la oposición perdió. Esa es la razón, argumenta el columnista, de la despiadada manipulación que hizo el kirchnerismo de las listas de candidatos propios en la provincia de Buenos Aires. Como van a ganar, especula, todos aceptan la lapicera de Olivos porque podrán gozar de una cuota de poder.

Sería útil que un análisis profundo de la manipulación de las listas de candidatos por sellos que han renunciado a funcionar como partidos políticos por decisión de sus jerarcas explicase cuál es el combustible de este incendio: el clientelismo y la exhibición descarada de chequera que hace la cúpula del gobierno para convencer a todo lo que huela a oficialismo de no moverse de la foto que quiere Néstor Kirchner.

También sería útil, si se trata de un análisis de lo que pasa en política hoy, que se consigne por lo menos la posibilidad de que esa manipulación de las listas es un ardid que puede no rendir los resultados que pretende el gobierno. ¿Acaso la bronca del peronismo de la provincia de Buenos Aires por haber quedado marginado de los listados no afectará la movilización del voto en favor de Cristina de Kirchner el 28 de octubre? Es la principal preocupación del gobierno frente a esos comicios.

Señala con acierto Blanck que Elisa Carrió comienza a despuntar como la principal desafiante de Cristina de Kirchner, a quien sueña la musa del ARI arrastrar a un ballottage. Eso la movió, especula el columnista, a acercarse al socialismo y abandonar «su habitual inclinación a la derecha», como si el socialismo criollo fuera una formación de izquierda, algo de lo cual -si fuera cierto- sería oportuno avisarles a los dirigentes de ese partido.

Sí es comprobable la especulación del electo Hermes Binner de que tras cuatro años de buena gobernación en Santa Fe puedan abrirle un destino nacional. No sería, como cree Blanck, de la mano de Mauricio Macri, hoy en viaje de inmersión en los cenáculos del conservadorismo internacional ( dedicará la semana a frotarse con los Aznar, los Rajoy, los Gallardones y las Aguirres en España) como recurso para despegarse de una campaña presidencial con la que no quiere tener nada que ver.

Un apunte sobre la democracia progresista en este juego preelectoral, a propósito de afirmaciones de Blanck: este partido se parece más que nunca a ese «fenómeno cultural» (así lo calificó Octavio Frigerio) que fue el MID, partido que hasta su evaporación tocaba en todos los teclados de todas las orquestas cada vez que había elecciones. El PDP apoyó a Binner en las elecciones de Santa Fe; apoya a Roberto Lavagna en el orden nacional; y a Macri en la Capital Federal. Un ejemplo de coherencia.

WAINFELD, MARIO.
«Página/12».


Es un alivio que cada tanto «Página/12» libere a sus lectores de la espesura -muchas veces amarga- de su columnista estrella, Horacio Verbitsky, y ofrezca la pluma mejor informadade Wainfeld. Le pesa, sin embargo, la literatura a este periodista con exagerada vocación por ejercer la vocería acrítica del gobierno, algo que desmejora sus columnas.

La de ayer la dedica a explicar por boca de Alberto Fernández las razones por las cuales se armaron las listas de candidatos del Frente para la Victoria en las oficinas del gobierno:   

  • «Se avanzó mucho con relación al duhaldismo. En diputados se van veinte duhaldistas y serán suplidos por gente nuestra, radical y de los movimientos sociales. Duhaldistas puros, quedarán tres.»   

  • «Jesús Cariglino está asediado en Malvinas Argentinas por Luis Vivona; Manuel Quindimil puede perder con Darío Díaz Pereyra, y en San Miguel, Joaquín de la Torre puede ganarle al riquista Oscar Zilocchi.»   

  • «Hay una lectura errónea del armado bonaerense 'Estamos en plena ofensiva contra el duhaldismo'. Por algo apareció Duhalde en estos días, porque está a la defensiva.»

    Estas citas textuales de la sabiduría política del jefe de Gabinete, antiguo funcionario de los gobiernos duhaldistas, justifica las broncas que llegan, especialmente del conurbano, hacia este Fernández y también hacia los Kirchner. Los caciques del peronismo lanzan mensajes amenazantes de venganzas en las urnas porque desde la Casa de Gobierno digitaron las listas para eliminar a indeseables para el paladar kirchnerista e imponer adictos como candidatos.

    Cabe la misma reflexión de siempre: estas alquimias, ¿terminarán ayudando o perjudicarán las chances electorales de Cristina de Kirchner? ¿Aceptarán con mansedumbre los agravios que reciben del kirchnerismo los peronistas de Buenos Aires o se tomarán venganza cuando tengan que organizarle las elecciones a este ejército invasor que amenaza con sacarlos de sus autos oficiales, anularles los celulares y mandarlos a la casa?

    Es conmovedor el testimonio de Wainfeld, quien describe cómo los funcionarios del gobierno arman listas en sus despachos sin abrirle a nadie la participación como si fuera normal y sin que le merezca reproche alguno. Más todavía, parece fastidiarse con quienes se resisten a esos manejos de candidaturas.
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