Con tono autocrítico y también pastoral, el presidente de la Corte Suprema Carlos Rosenkrantz dio por inaugurado el año judicial con un discurso que hizo foco en la crisis de legitimidad que afecta al Poder Judicial. Sus palabras parecieron recoger el guante en los reclamos hacia los jueces y trazó un panorama complicado para recuperar la confianza de la sociedad en uno de los poderes del Estado jaqueado en su credibilidad. Sus palabras contrastaron con la postura de su antecesor, Ricardo Lorenzetti que siempre aprovechaba el evento para hacer una demostración de poder con varios mensajes dirigidos como misiles hacia la política. Hasta la postal fue distinta: contados jueces federales de primera instancia de Comodoro Py asistieron al encuentro en el Palacio de Honor y la concurrencia tuvo algunos huecos, con mayor protagonismo de representantes institucionales.
Un autocrítico Rosenkrantz reconoció que el Poder Judicial pierde legitimidad
El titular de la Corte Suprema afirmó que la justicia argentina "está ante una crisis de legitimidad". "Los argentinos están perdiendo la confianza en el Poder Judicial", lanzó.
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"Toda crisis de legitimidad es en parte una crisis de confianza. Los argentinos están perdiendo la confianza en el Poder Judicial”, indicó Rosenkrantz. “Hay dudas de que nos comportemos como verdaderos jueces de una democracia republicana”, completó el presidente del máximo tribunal en uno de los pasajes que sonaron a mayor autocrítica, algo que también contrastó con los discursos de Lorenzetti que planteaban objetivos a futuro y que raramente contenían elementos de cuestionamiento hacia las propias prácticas. “Faltó la palabra independencia”, se quejaron algunos de los magistrados asistentes. En todo su recorrido, Rosenkrantz no hizo ninguna alusión al fortalecimiento de la independencia de los jueces, que era uno de los leit motiv de su antecesor y funcionaban como una suerte de blindaje y mensaje hacia el poder político. “Tampoco habló de presupuesto”, indicaron otros, en relación a la situación de virtual emergencia presupuestaria que aqueja a los tribunales.
Por el contrario, el foco de Rosenkrantz estuvo puesto en la identificación de que el principal problema del Poder Judicial es que la sociedad no confía en sus decisiones porque las encuentra atravesadas por intereses personales, políticos o coyunturales. "Existe la sospecha de que respondemos a intereses que no responden al derecho; debemos demostrar que no es el caso, que somos meros instrumentos de la Constitución y de la ley", indicó. Impertérritos lo escuchaban Elena Highton de Nolasco, Juan Carlos Maqueda, Horacio Rosatti y un sonriente Lorenzetti. Apenas culminó el acto que comenzó media horas más tarde de lo previsto y duró aproximadamente 30 minutos, los jueces supremos se retiraron prestos. Rosenkrantz fue duro con el diagnóstico: afirmó que volver a la senda de la credibilidad “lleva tiempo, porque es imposible recuperar la confianza ciudadana con logros aislados”, y apuntó que “a los argentinos nos cuesta la constancia”. Aun así resaltó los “logros” de la Corte como rectora de los demás tribunales, destacando un proceso de digitalización de los expedientes y una futura posibilidad de métricas sobre los casos trabajados. También se adjudicó la implementación de la agenda de fallos sensibles, algo que en rigor le arrebató la mayoría de sus colegas y algo con lo que no estaba de acuerdo.
Lo escuchaban desde la última fila los jueces federales Sebastián Casanello, Daniel Rafecas y Sergio Torres, ubicados en la última hilera. Fueron los únicos que asistieron a contramano de años anteriores donde los habitantes más mediáticos de Comodoro Py eran los que ocupaban las primeras filas. Casi todos los integrantes de Casación Federal y Nacional, los camaristas Mariano Llorens, Leopoldo Bruglia y Pablo Bertuzzi (Martín Irurzun pegó un sonoro faltazo) y otros presidentes de Cámara, fueron ocupando las hileras de asientos. Al lado de los sillones donde estaban todos los ministros de la Corte se ubicaron los consejeros de la Magistratura (la mayor parte de ellos asistió, incluido el kirchnerista Eduardo “Wado” De Pedro) y del otro extremo los funcionarios de Gobierno como Germán Garavano y el Procurador interino, Eduardo Casal.
Hubo contactos previos de los representantes del Colegio de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires con los consejeros de la magistratura para resucitar las auditorías a los juzgados federales de Comodoro Py que quedaron stand by el año pasado. Volvieron contentos con la recepción que tuvieron de la diputada del PJ Graciela Camaño para revitalizar el tema en la nueva composición del Consejo. Era tema el pedido oficial de remoción al juez federal de Dolores Alejo Ramos Padilla, cuya autoría se adjudicó implícitamente el presidente Mauricio Macri. Hubo casi una coincidencia plena en la dificultad que prospere. Y que tampoco avanzarán sobre los legajos reservados que mantiene el juzgado sobre temas sensibles como un atajo del Gobierno para conocer desde adentro una causa en la que evidenciaron preocupación.
Entre los asistentes estuvieron los camaristas electorales Alberto Dalla Vía y Santiago Corcuera, la jueza federal de San Isidro Sandra Arroyo Salgado el sindicalista judicial Julio Piumato y hasta el exjuez de la Corte Gustavo Bossert, que causó sorpresa entre la audiencia, cuando la locutora del acto mencionó su presencia.
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