El debate sobre cuánto dinero debe percibir un jefe de Estado volvió a ocupar el centro de la conversación pública. Más allá del número administrativo, el salario presidencial funciona como un símbolo: expresa cuánto “vale” institucionalmente el cargo, qué expectativas recaen sobre el liderazgo y cómo se equilibran la autoridad con la austeridad.
Cuánto cobran los presidentes del mundo: del mejor pago al salario más bajo
Cada mandatario percibe una suma diferente, según la región y los recursos. El mejor pago del planeta es el Primer Ministro de Singapur.
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Todos los presidentes cobran un sueldo por su cargo.
Cuando una gestión no ofrece resultados, cualquier mejora en la remuneración se lee como una provocación social.
En clave geopolítica, la cifra también envió señales. En países con instituciones sólidas y economías fuertes, sueldos altos buscaron atraer perfiles técnicos, profesionalizar la función pública y reducir incentivos a prácticas corruptas.
En estados con crisis de legitimidad o escándalos de gestión, esos montos dispararon tensiones, alimentan discursos antisistema y se convierten en bandera electoral.
El repaso comparativo por regiones sirve para entender por qué no se trata solo de dinero, sino también de política.
Los salarios presidenciales en América
En América Latina, la fijación del salario presidencial combinó dos fuerzas que chocaron entre sí: la necesidad de jerarquizar la administración pública y el reclamo social de recortes y sobriedad. Variables como inflación, presión sindical, reformas fiscales y control parlamentario incidieron en los ajustes, que muchas veces quedaron atados a la imagen del mandatario de turno.
En América del Norte, el esquema resultó diferente. Estados Unidos y Canadá integraron el sueldo a un paquete institucional con gastos de seguridad, residencia oficial, traslados, atención médica y pensión vitalicia. Allí el monto se definió con parámetros legales estables y no se transformó en debate electoral frecuente.
Perú
El sueldo presidencial en Perú ascendió a S/ 16.000 mensuales, equivalente a unos u$s4.300 al tipo de cambio del período. La cifra se sostuvo sin grandes variaciones, en parte para apuntalar una narrativa de austeridad en un Estado atravesado por cuestionamientos por corrupción e ineficiencia. El monto se alineó con el límite de 10 Unidades Remunerativas del Sector Público fijado por la Ley N.º 28212.
En abril de 2025 estalló una polémica cuando el Ministerio de Economía y Finanzas propuso elevarlo a S/ 35.568, más del doble. El argumento apuntó a “jerarquizar” el cargo y equipararlo con otros puestos de alta dirección, pero la filtración previa al debate oficial generó rechazo en la opinión pública y en el Congreso, en un contexto de baja aprobación presidencial.
Bolivia
El presidente de Bolivia, Luis Arce, percibió Bs 24.978 mensuales, cerca de u$s3.600. El monto se actualizó en 2025 con el Decreto Supremo N.º 5383, dentro de un incremento general para el sector público. La cifra se ubicó en un rango moderado regional y sostuvo una política de contención del gasto que el oficialismo vinculó con una línea discursiva de austeridad heredada de la etapa de Evo Morales.
Si bien el salario no detonó controversias recientes, el Gobierno insistió con una imagen de responsabilidad fiscal en medio de presiones económicas internas y un escenario internacional adverso. Además, el esquema salarial se integró a una pirámide estatal donde el presidente no superó ciertos niveles técnicos y judiciales.
Argentina
El salario del presidente argentino superó $6.000.000 brutos mensuales, que al tipo de cambio oficial representó entre u$s6.000 y u$s7.000, según la cotización. La justificación apuntó a la dinámica inflacionaria, que impactó sobre las remuneraciones públicas y forzó actualizaciones frecuentes para sostener el poder de compra.
La discusión política continuó abierta: sectores opositores presentaron esas mejoras como evidencia de una brecha entre la dirigencia y la crisis cotidiana. El oficialismo, en cambio, sostuvo que los incrementos siguieron la normativa vigente y se activaron de manera automática.
Brasil
En Brasil, el salario mensual del presidente Luiz Inácio Lula da Silva quedó fijado en R$ 46.366,19 tras el reajuste votado en diciembre de 2023, equivalente a unos u$s9.200.
El Congreso Nacional también actualizó haberes de diputados, senadores, ministros y otros altos cargos, bajo el argumento de que el monto previo quedó congelado durante años.
El reajuste se defendió como una forma de “dignificar” la función pública en un Estado grande y complejo. Aunque existieron críticas sociales, la medida avanzó sin crisis institucional y reflejó un modelo donde sueldos altos buscaron reducir capturas del poder por intereses privados.
México
La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, cobró $134.290 pesos mexicanos por mes, cerca de u$s7.800. La cifra se alineó con la política de austeridad republicana impulsada por Andrés Manuel López Obrador, que sostuvo el principio de que ningún funcionario debía percibir más que el titular del Ejecutivo.
Esa regla generó fricciones con organismos autónomos como el Poder Judicial y el INE, donde históricamente varios cargos cobraron por encima del presidente. El Gobierno defendió el tope como combate al dispendio burocrático; sus críticos advirtieron que salarios bajos podían afectar la capacidad técnica del Estado.
Estados Unidos
El presidente de Estados Unidos percibió u$s400.000 anuales, equivalentes a u$s33.333 mensuales. Ese monto se mantuvo sin cambios desde 2001, definido por el Congreso, y se complementó con una asignación de u$s50.000 anuales para gastos personales vinculados al cargo, además de beneficios de residencia, transporte y seguridad permanente.
El modelo se apoyó en estabilidad y previsibilidad institucional: el salario resultó alto, pero controlado, y rara vez se convirtió en un tema recurrente de campaña.
Los salarios presidenciales en Europa
En Europa Occidental, salarios presidenciales o de primer ministro se regularon con normas claras, controles parlamentarios y mecanismos de transparencia. La lógica buscó compensar responsabilidad y, al mismo tiempo, prevenir financiamientos externos que abrieran conflictos de interés.
En Europa Oriental, los montos tendieron a ser más bajos por restricciones presupuestarias y culturas políticas más marcadas por la contención fiscal. La percepción pública pesó fuerte: con baja confianza ciudadana, cualquier aumento disparó rechazo.
Alemania
En Alemania, el canciller federal Friedrich Merz percibió unos €377.800 anuales (aproximadamente €31.400 mensuales). El monto lo ubicó entre los líderes mejor pagos de Europa, en línea con la escala de una economía central del bloque. La fijación se apoyó en leyes aprobadas por el Bundestag y se difundió públicamente como parte de una práctica de transparencia estatal.
Francia
El presidente Emmanuel Macron recibió €142.000 brutos anuales, unos €11.800 mensuales. El esquema buscó “dignidad del cargo” sin romper el marco de austeridad fiscal que reclamó parte de la sociedad francesa.
El salario se complementó con residencia oficial, transporte y seguridad, y su publicación apuntaló la rendición de cuentas.
Reino Unido
En el Reino Unido, el primer ministro Keir Starmer cobró alrededor de £164.080 anuales (cerca de €190.000), sumando su salario como parlamentario y su rol como jefe de Gobierno. La cifra quedó bajo revisión periódica de la IPSA, el organismo independiente que reguló remuneraciones del Parlamento.
España
El presidente del Gobierno Pedro Sánchez percibió entre €103.902 y €104.341 brutos anuales (unos €7.800 mensuales). La información se publicó en el Portal de Transparencia y en los Presupuestos Generales del Estado, como parte de una política de divulgación regular para evitar lecturas de privilegios.
Serbia
En Serbia, el presidente Aleksandar Vui cobró unos 199.126 dinares serbios mensuales, cerca de € .700 (en algunos tramos, el debate público mencionó cifras más bajas). El salario quedó muy por debajo de la media europea y alimentó discusiones sobre si la remuneración resultó acorde a las responsabilidades del cargo, en un contexto de economía más frágil y confianza institucional en disputa.
Los salarios presidenciales en Asia
Asia mostró contrastes muy marcados. En Medio Oriente, varios Estados monárquicos o teocráticos otorgaron al “sueldo” un valor más simbólico que funcional: el poder económico se sostuvo en rentas estatales, fondos soberanos o patrimonios históricos. En Asia Oriental y del Sur, los salarios se integraron a escalas burocráticas estatales y, aunque resultaron bajos frente a estándares globales, se combinaron con beneficios institucionales.
Irán
El presidente Masoud Pezeshkian percibió unos 538.592.400 riales iraníes anuales, equivalentes a alrededor de u$s2.155 al tipo de cambio considerado. El salario se leyó como reflejo de un sistema donde el poder supremo recayó en el Líder Supremo y el presidente concentró funciones más administrativas, además de una narrativa oficial de austeridad.
Arabia Saudita
En Arabia Saudita, el rey Salman bin Abdulaziz Al Saud no cobró un salario fijo al estilo occidental. La manutención de la casa real surgió de asignaciones del presupuesto estatal para seguridad, viajes y funcionamiento, en un esquema de alta opacidad financiera que dificultó establecer una cifra precisa.
Israel
En Israel, el presidente Isaac Herzog, con funciones principalmente ceremoniales, percibió alrededor de u$s173.000 anuales (unos u$s14.400 mensuales). En el mismo debate público, el salario de Benjamin Netanyahu se ubicó en torno a u$s4.200 mensuales. El cargo presidencial incluyó beneficios de residencia, seguridad y transporte, bajo prácticas habituales de transparencia institucional.
China
El presidente Xi Jinping cobró cerca de 150.000 yuanes anuales, equivalentes a unos u$s22.000. El monto quedó por debajo de líderes occidentales y se interpretó como parte de una cultura política donde la autoridad del Partido Comunista Chino pesó más que la remuneración. A la vez, el cargo contó con recursos estatales para tareas oficiales.
India
El primer ministro Narendra Modi percibió unos €24.716 anuales, equivalentes a alrededor de u$s27.000. La cifra se ubicó en un rango moderado para el tamaño de la economía india y se apoyó en una narrativa de servicio público, con beneficios institucionales para el ejercicio de funciones.
Los salarios presidenciales en África
En África, los sueldos presidenciales quedaron condicionados por desigualdad, fragilidad institucional y dependencia externa. En muchos países, los montos se publicaron de forma parcial o con baja claridad, debido a opacidad presupuestaria o concentración del poder. Donde existieron marcos más consolidados, los salarios se regularon por ley, aunque cada aumento se evaluó con lupa social.
Egipto
El presidente Abdelfatah Al Sisi percibió aproximadamente 1.485.180 libras egipcias al año, equivalentes a unos u$s47.000. El esquema se ajustó a la estructura salarial del sector público y se complementó con residencia oficial, transporte y seguridad, en un contexto de economía exigida.
Argelia
El presidente Abdelmadjid Tebboune recibió cerca de u$s168.000 anuales (unos u$s14.000 mensuales). La divulgación de remuneraciones se sostuvo como herramienta de confianza institucional para evitar lecturas de privilegios indebidos.
Marruecos
En Marruecos, el rey Mohammed VI no cobró un salario fijo. La casa real se financió con asignaciones del presupuesto estatal y otros recursos, en un esquema donde la opacidad volvió difícil fijar ingresos personales concretos.
Sudáfrica
El presidente Cyril Ramaphosa percibió alrededor de 3.564.810 rands sudafricanos anuales, equivalentes a unos u$s223.500 (aproximadamente u$s18.325 mensuales). El salario se publicó y se fijó por leyes aprobadas por el parlamento, como parte de un sistema más institucionalizado.
República Democrática del Congo
El presidente Félix Tshisekedi percibió cerca de 12.536.925 francos congoleños, cifra que el debate local tradujo a unos u$s6.300 mensuales. La transparencia salarial avanzó, aunque de manera desigual, como parte de esfuerzos por fortalecer rendición de cuentas.
Madagascar
En Madagascar, el salario del presidente Andry Rajoelina no quedó claramente expuesto y se estimó en torno a €5.988, en un contexto de debates por pobreza e inestabilidad política y por la falta de datos consistentes sobre remuneraciones de altos cargos.
Los salarios presidenciales en Oceanía
En Australia y Nueva Zelanda, los salarios de los jefes de Gobierno figuraron entre los más altos del mundo en relación con el ingreso per cápita, por costo de vida e instituciones sólidas, con revisiones periódicas de organismos independientes. En varias islas del Pacífico, los ingresos resultaron más bajos por economías pequeñas y alta dependencia de ayuda externa.
Australia
El primer ministro Anthony Albanese percibió alrededor de A$ 607.500 anuales, equivalentes a unos u$s386.200. La cifra lo ubicó entre los líderes mejor pagos y se fijó de forma pública mediante el Parlamento.
Nueva Zelanda
El primer ministro Christopher Luxon cobró cerca de NZ$ 498.300 anuales, equivalentes a unos u$s300.000. La Autoridad de Remuneración revisó periódicamente el esquema, con publicaciones regulares como mecanismo de confianza pública.
Islas Fiyi
El presidente Ratu Naiqama Lalabalavu percibió cerca de FJ$ 185.000 anuales, equivalentes a unos u$s83.000. El aumento reciente, votado por el Parlamento tras una década sin ajustes, generó controversia y protestas.
Papúa Nueva Guinea
El primer ministro James Marape percibió alrededor de 346.037 kinas anuales, equivalentes a unos u$s97.200. La divulgación salarial avanzó, pero todavía se consolidó como práctica en evolución.
Top 7: los sueldos anuales más altos de los presidentes
1. Lawrence Wong: Primer Ministro Singapur- u$s1.610.000
2. John Lee Ka-chiu: Jefe Ejecutivo Hong Kong- u$s695.000
3. Karin Keller-Sutter: Presidenta Suiza- u$s531.000
4. Donald Trump: Presidente Estados Unidos- u$s400.000
5. Anthony Albanese: Primer Ministro Australia- u$s386.200
6. Olaf Scholz: CancillerAlemania - u$s377.800
7. Karl Nehammer: CancillerAustria- u$s307.000
Los sueldos presidenciales dejaron de ser un dato contable y funcionaron como radiografía del modelo político y cultural de cada país. En democracias estables y economías fuertes, remuneraciones altas se justificaron por responsabilidad, profesionalización y prevención de conflictos de interés. En contextos de crisis, el número se transformó en chispa simbólica: midió legitimidad, representatividad y eficacia percibida.
Al final, el salario presidencial no solo dijo “cuánto cobró” un mandatario: mostró qué lugar ocupó el Estado en la vida social, qué tan creíble resultó su liderazgo y qué tan tolerables se volvieron los privilegios cuando el ciudadano común sintió que no llegaba.
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