18 de septiembre 2001 - 00:00

Difícil regreso a la normalidad en N. York

Difícil regreso a la normalidad en N. York
Nueva York (DPA, AFP, EFE) - Fue como una larga y triste procesión. Al comienzo de la primera semana posterior al atentado contra el World Trade Center, centenares, miles de personas se agolparon ayer de nuevo en las estaciones de metro del distrito financiero de Nueva York. Comerciantes, economistas, banqueros y secretarias, decenas de miles volvieron a trabajar en este importante centro de negocios.

La parada de metro Wall Street está cerrada, por lo que muchos bajaron la calle Nassau hasta el Mercado de Valores, rodeado de un montón de escombros. Su fachada está adornada con una gran bandera. El shock se produce al dar la vuelta a la esquina de la Liberty Street.

Hasta el domingo estaba acordonado por completo. Todas estas personas, obstinados profesionales de las finanzas, pueden ver ahora de cerca por primera vez las ruinas del World Trade Center. Nadie pasa indiferente por el lugar.

«¡Oh Dios! -dice uno-, es todavía peor que en televisión. Es completamente irreal.»
Otro, con el pelo peinado hacia atrás, se abre paso entre la multitud y grita: «¡Ya lo hemos visto lo suficiente los últimos días! ¡Vayamos a trabajar!».

Nadie puede permanecer ante las ruinas durante mucho tiempo. Un humo espeso flota en el ambiente, como si se hubieran quemado neumáticos. Muchos llevan una máscara y otros se tapan la boca y la nariz con un paño húmedo, un jersey o un pa-ñuelo de seda. Se hace difícil respirar cuando el viento levanta el polvo de los escombros.

Nadie sonríe mientras va a trabajar. En el rostro de la gente se puede apreciar la incredulidad. «Tenemos que salvar lo que se pueda salvar», señala Drew, un corredor de Bolsa, «y esto se hace mejor con dinero». Otro asegura: «Veremos cómo reacciona el mundo. Ahora vamos a trabajar y luego ya veremos».

En la esquina entre las calles Nassau y Pine, a cientos de metros de la Bolsa, la policía grita: «¡La documentación! Quiero ver sus carnets profesionales. Rápido». El que no tiene ningún carnet no puede pasar. Algunos transeúntes y periodistas se dan cuenta de que la policía de Nueva York no tiene ganas de discutir. A la mínima rebeldía son subidos a un coche y llevados de vuelta.

Quienes intentaron ayer volver a sus ocupaciones habituales siguieron el consejo del presidente
George Bush. «Tenemos todos mucho trabajo por hacer. Las personas que en Nueva York buscan entre los escombros tienen mucho que hacer. Y aquellos como nosotros que trabajan en el gobierno tenemos una gran tarea por delante», señaló en la Casa Blanca.

Mientras, la devastada «zona cero» se convirtió desde el domingo en un destino «turístico» de centenares de neoyorquinos que, atraídos por la curiosidad, decidieron visitar personal-mente las cercanías del área del desastre
.

Atracción

Pasado ya un poco el temor, centenares de personas, con cámaras fotográficas y de video se acercaron lo más posible al humo y a los edificios destrozados.

«El área del desastre es una atracción turística», reconoció el comisionado de la policía, Bernard Kerik, cuando anunció que ya no se necesitaban más voluntarios para retirar escombros y que esperaba que la ciudad recuperara su ritmo habitual.

Zapatos, papeles de oficinas, fotos, documentos o piezas del mobiliario eran algunos de los objetos que se podían ver el domingo en las calles cubiertas de polvo. Todo el mundo observaba, pero nadie tocaba. Por la noche ya estaba todo más o menos recogido.

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