El combativo «Grupo 125», que abarca a los diputados kirchneristas que votaron contra las retenciones móviles, volvió a reunirse convocado por Felipe Solá. Una parrilla en el barrio de Palermo fue el búnker circunstancial donde unos 15 legisladores del Frente para la Victoria resolvieron comenzar a funcionar como un subloque dentro del oficialismo y obligar al gobierno a acordar en la bancada de Diputados todos los proyectos de ley que Cristina de Kirchner envíe al Congreso.
El contenido al que quiere acceder es exclusivo para suscriptores.
La cumbre de kirchneristas díscolos estaba pendiente desde julio, cuando estalló la rebelión agrícola, y oficialista, contra la polémica Resolución 125 enviada por la presidente Kirchner a la Cámara de Diputados. El encuentro se concretó finalmente el miércoles pasado,en una parilla ubicada en Malabia esquina casi Córdoba, tras la sesión de la Cámara baja. Allí Solá juntó a los diputados cordobeses Jorge Montoya, Arturo Heredia, Beatriz Halak; a los entrerrianos Gustavo Zavallo María Petit y Cristina Cremer de Busti; a la salteña Zulema Daher; al mendocino Enrique Thomas; a los pampeanos Adriana García, Marta Osorio, y a la rionegrina Lorena Rossi para fundar en la clandestinidad un subloque rebelde que obligue a sus colegas de banca del Frente para la Victoria a debatir todos los proyectos que envíe el Ejecutivo al Parlamento.
Si el bloque kirchnerista no se fracturó, coincidían Solá y la esposa de Jorge Busti en ese cónclave gastronómico, fue porque el jefe de bancada, Agustín Rossi, se jugó el cargo ante el matrimonio Kirchner para modificar proyectos como el de las retenciones móviles y el del rescate de Aerolíneas Argentinas. Pero estos diputados rebeldes alineados a nivel nacional con Eduardo Duhalde, el cordobés José Manuel de la Sota y Busti juraron resistir al estilo de conducción paralela impuesto por kirchneristas de paladar negro, como Carlos Kunkel, Dante Dovena y la mendocina Patricia Fadel, los comisarios legislativos de la Casa Rosada encargados de insultar y censurar a los diputados que expresen cualquier disidencia dentro del bloque.
«Se acabó la era del voto a libro cerrado», se envalentonó Thomas, ex compañero de fórmula para la gobernación mendocina del radical cobista César Biffi, mientras mordía un trozo de churrasco. La sorda advertencia presagia complicaciones para el kirchnerismo cuando el 15 de setiembre se comience a tratar la ley de presupuesto y también la movilidad jubilatoria. El rechazo de la Casa Rosada a la sugerencia de cambios en el índice que mide la movilidad ya generó la amenaza de renuncia del formoseño Juan Carlos Días Roig a la presidencia de la Comisión de Previsión y Seguridad Social.
Todos los comensales del miércoles pasado también manifestaron su escepticismo frente a la nueva versión light de Néstor Kirchner, quien ahora se desvive por convocar a dirigentes y legisladores que hasta hace unas semanas consideraba traidores. Por eso se animaron a soñar con el principio de autonomía de la voluntad y propusieron comenzar a armar estructuras propias en cada uno de sus distritos.
Dejá tu comentario