26 de junio 2007 - 00:00

Entre dos fuegos, Telerman arma transición con Macri

Jorge Telerman
Jorge Telerman
Néstor Kirchner es parte de la transición porteña. Lo dicen, con algo de resignación, en el Gobierno de la Ciudad. Mauricio Macri decodificó ese factor que, «primereado», el gobierno recién logró digerir ayer al atardecer.

Entre esos dos fuegos, Jorge Telerman, congelado en la película muda del 3 de junio, intenta volver -siquiera por un tiempo- a gobernar la Ciudad.

Esta semana, el jefe de Gobierno en funciones comenzará a negociar con el jefe de Gobierno electo -se reunirán delegados de ambos- una transición que, para no salirse del libreto legal, los tres protagonistas del póquer porteño proyectan para el 10 de diciembre.

En medio de la pulseada Macri-Kirchner, Telerman flota en su propio universo. Tiene resuelto retocar su gabinete para « cerrarse sobre sí mismo», pero no terminó de definir a qué profundidad llegará con el bisturí.

Un solo dato parece claro: Gabriela Cerruti no seguirá.

Lo demás es un rompecabezas que Telerman, disperso, busca acomodar. A saber:

  • Además de Cerruti, otros dos funcionarios aparecen en una potencial grilla de desplazados: el secretario general Raúl Fernández y Ana Clemens de Educación. Los tres, según el prisma del telermanismo más ultra, desobedecieron la orden de la «neutralidad» en el ballottage. A Cerruti, que fue extrema -hasta se fotografió con Kirchner-, se la considera fuera del gobierno al punto que ya no habría sido invitadaa una reunión de gabinete convocada para hoy. Sobre Fernández y Clemens el panorama está menos claro. De hecho, a Fernández se lo sindica como el diseñador de uno de los derroteros -no es el que genera más adhesiones- que Telerman imagina para octubre: ser candidato en un acuerdo con Roberto Lavagna.

  • Telerman no terminó de asimilar el golpe del 3 de junio. «Necesita orientarse», dicen a su lado. Y ésa es una de las razones por las que le puso el pie encima a Cerruti, a quien reemplazaría el subsecretario de Gestión Comunitaria, Omar Abboud, un islámico ecuménico con vínculos fluidos con Jorge Bergoglio. Antes del ballottage, Telerman fue sondeado para que se fotografíe con Daniel Filmus, gesto que sería su reingreso al planeta K para, quizá, ser candidato en octubre por el Frente para la Victoria. Pero el porteño dijo que no. «Hubiese sido como ponerse de novio con su carcelero», ilustró, brutal, un funcionario porteño.

  • Hay otros motivos prácticos. Telerman imagina una transición accidentada donde la Casa Rosada jugará un papel clave y, por eso, no puede permitirse tener ministros que se muevan según los mandatos del gobierno nacional. El acercamiento de Cerruti a Kirchner la ubicaba, en ese esquema, como una funcionaria con terminal en un despacho que no era el de Telerman.

  • El proceso debe entenderse en un marco más amplio: Telerman escucha varios coros diferentes sobre su futuro. Un grupo, entre los que sobresale Enrique Rodríguez, le sugiere hacer la «gran Ibarra»: salir por un tiempo de la escena política (a Ibarra, hay que recordarlo, lo empujaron) para volver dentro de dos años como candidato. Otras voces le recomiendan jugar en octubre ante lo que Telerman, en principio, parece más proclive a formar parte de un esquema anti-Kirchner que de un modelo cercano a la Casa Rosada. Lejos del plan que le atribuyen a Fernández de aliarse con Lavagna, la idea que quizá más simpatiza a Telerman es ser candidato en la Capital en sociedad con el ARI de Elisa Carrió.

  • Ese movimiento esconde un riesgo. Si se perfila, abiertamente, como anti-K, Telerman deberá lidiar con los humores de la Casa Rosada que, a su vez, acelerará o frenará la transición en función del lugar que, según su conveniencia, quiere que Mauricio Macri ocupe el 28 de octubre. ¿Qué prefiere? ¿Un Macri dedicado a cincelar un armado nacional opositor o un Macri enfocado en resolver, anticipadamente como jefe de Gobierno, los problemas porteños?
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