12 de junio 2007 - 00:00

Extraño asalto a guardia militar en Campo de Mayo

El sábado por la noche tres hombres robaron un auto en San Martín y se llevaron a su conductor. Luego llegaron a Campo de Mayo y robaron cinco fusiles FAL de un puesto de vigilancia tras reducir a los soldados que se encontraban de guardia.

Lo ocurrido podría tratarse de un hecho policial más. Sin embargo, el episodio presenta detalles curiosos. Resulta, por lo menos, extraño que audaces ladrones ingresen a un regimiento y se alcen con armas de guerra sin disparar un solo tiro. Además, por más osados que sean los delincuentes para asaltar a una dependencia, se necesita una mínima logística y tareas de inteligencia. Si se tratara de otro caso de inseguridad (de los cientos que existen a diario en la provincia de Buenos Aires), deja mal parados al Ejército y a su jefe Roberto Bendini. Sus soldados no tienen entrenamiento siquiera para evitar ser sorprendidos por ladrones de poca monta. Extrañó también que el gobierno, a través de su ministra de Defensa, Nilda Garré, no dijera nada del inédito asalto a una dependencia militar.

Todo comenzó en Ciudad Jardín de El Palomar, en Tres de Febrero, en las avenidas Curtis y Piccione, donde el grupo delictivo interceptó a un automovilista, al que maniataron y ocultaron en la parte posterior del vehículo. Desde allí partieron hacia Campo de Mayo.

Los investigadores pudieron determinar que, en un Volkswagen Pointer, y en un rápido operativo, el trío robó cinco fusiles FAL del Puesto Cuatro del destacamento de vigilancia ubicado en el camino de Buen Ayre y Soler, un sector bastante transitado.

Luego de este hecho, los delincuentes llegaron hasta la localidad de Hurlingham, donde el dueño del vehículo, un hombre de 34 años, fue abandonado en la esquina de las calles Rocha y Jauretche.

  • Gritos

    Un vecino vio el automóvil detenido y cuando se acercó escuchó gritos que provenían del baúl del vehículo, donde estaba encerrado el hombre.

    Al encontrarse con ese panorama, llamó a la Comisaría 1ª de Hurlingham, por lo que cuando arribaron los efectivos policiales se procedió a la liberación del hombre que tenía sus manos atadas con precintos plásticos. La Policía dio rápido parte, aunque ayer la banda (y los fusiles) seguían sin aparecer.

    Como el robo de las armas ocurrió en una sede del Ejército, la causa recaerá en el Juzgado Federal en lo Criminal y Correccional de Tres de Febrero, a cargo de Juan Manuel Culotta. El magistrado dispuso que, dado que el puesto está en territorio federal, intervenga en la pesquisa la Gendarmería Nacional, con la colaboración de la Delegación Departamental de Investigaciones (DDI) San Martín. En principio, el hecho fue caratulado como «robo agravado y privación ilegal de la libertad», pero podría cambiar con el correr de las horas.

    En paralelo, ayer se presentó una denuncia en los tribunales federales de Comodoro Py, que recayó en el juzgado de Sergio Torres.
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