6 de abril 2006 - 00:00

Grave: protesta boliviana con cantos antisemitas

La comunidad boliviana se reunió nuevamente ayer en Parque Avellaneda para reclamar que los talleres textiles donde trabajan no sean clausurados.
La comunidad boliviana se reunió nuevamente ayer en Parque Avellaneda para reclamar que los talleres textiles donde trabajan no sean clausurados.
La comunidad boliviana volvió ayer a protagonizar una marcha en Parque Avellaneda, del barrio porteño de Flores, para defender sus fuentes de trabajo, luego de que 11 talleres más fueran clausurados por inspectores del Gobierno porteño, ayer.

Hasta el momento fueron cerrados más de 40 talleres por encontrarse irregularidades en su funcionamiento. Los manifestantes reclamaron que se les restituya el empleo perdido y se reunieron en una de las zonas donde se concentran los comercios en los cuales se vende la ropa fabricada en los talleres. En la manifestación se encontraban distintos sectores de la comunidad boliviana portando diferentes pancartas.

Algunos afirmaban «No cierren los talleres», mientras que otros reclamaban «Pagan mal, basta».

Hasta hubo quienes protestaron con cánticos contra los comerciantes de origen coreano y judío acusándolos de pagar precios muy bajos por la mercadería elaborada en los talleres.

Otras pancartas rezaban «No robar, queremos trabajar», en alusión a su propósito de conservar los puestos en los talleres de confección, mientras que los gritos de «coreanos y judíos son explotadores» retumbaban en toda la zona. «¿Por qué nadie controla a los judíos y a los coreanos? Ellos nos pagan una miseria», afirmó Miguel Villa, un manifestante en plena marcha.

«Nosotros hacemos las prendas, y el pago justo es el 20% del precio de cada una, y ellos nos pagan muchos menos. No hay un control como corresponde», explicó Carlos Vargas, quien manifestaba por recuperar su empleo.   

  • Explicaciones

    La protesta complicó además el tránsito. Los empleados bloquearon las calles con carteles que afirmaban «Aquí no hay esclavos, hay trabajadores», para tratar de desmentir las acusaciones del presunto trabajo esclavo.

    En medio de banderas y carteles de todo tipo, los ciudadanos bolivianos buscaban cada cámara, cada grabador de periodista que se acercara al lugar para intentar explicar su situación. Clara Guiñez -vecina de la zona y «argentina» (quiso enfatizar un boliviano para darle mayor importancia a su queja)- afirmó que los «vecinos bolivianos viven una pesadilla, y las declaraciones de ese señor por Gustavo Vera, de la Asociación de Costureros, quien denunció el presunto trabajo esclavo en los talleres textilesson falsas, ellos no viven en una situación de esclavos». «Anote señor, es argentina», reclamaba el boliviano.

    Mezcla de miedo y bronca. Los mismos bolivianos buscan un mejor trato y mejores pagas por el trabajo «precario» que realizan cada día, pero sin embargo, sienten temor a no recuperar su empleo. Muchos de ellos vivían con sus familias en los mismos talleres donde desempeñaban sus labores, al lado de las máquinas.

    En la marcha dejaban saber que no quieren abandonar lo que les da de comer todos los días: «Necesitamos el dinero. Tanto japoneses como judíos deberían pagarnos mejor y deben entender que muchos de nosotrosdependemos de esto para poder alimentar a nuestros hijos», explicaba Ricardo Pérez.

  • Ofensiva

    Las autoridades lanzaron una ofensiva para combatir a quienes dan empleo en malas condiciones. Se calcula que 160 de los 1.600 talleres que emplean a bolivianos son fábricas textiles clandestinas donde trabajan 4.000 personas en condiciones de esclavitud.

    El lunes pasado, cerca de dos mil bolivianos repudiaron la denuncia radicada por el responsable del comedor comunitario, Gustavo Vera, en el Palacio Municipal y en el Parque Avellaneda sobre la existencia de trabajo «esclavo».

    Las inspecciones por parte del Gobierno porteño comenzaron a realizarse luego de que se incendiara una fábrica clandestina de ropa en el barrio Caballito, donde murieron seis bolivianos, entre ellos, cuatro niños.
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