24 de octubre 2006 - 00:00

Intriga humorística de Felipe y Cristina

Con pompa y circunstancia, es decir, arriba de un escenario y junto a Cristina de Kirchner, el gobierno se dispone en las próximas horas a recibir a Felipe González. El ex jefe de Gobierno español llega para un congreso de jóvenes, organizado por un ente privado -el socialista sólo se rinde a ese sector- y auspiciado por la Cancillería argentina.

Junto a él, la primera dama cerrará el seminario. Tanta simpatía, sin embargo, está rodeada por otra intrigante circunstancia: González, hace pocas horas, se burló del megagasoducto que nacería en Venezuela y culminaría en la Argentina, proyecto sobre el cual tanto se ha fotografiado el presidente Kirchner con su colega Hugo Chávez, sin olvidar a Evo Morales y Lula, los otros dos participantes de la iniciativa estratégica. En un reciente congreso de ex mandatarios, despectivamente -al menos, para los que hoy gobiernan los países iberoamericanos-, González sostuvo que lo del megagasoducto es una «broma».

La señora de Kirchner será la encargada de rectificar el corrosivo humor del visitante o, en su defecto, hará ingresar en el encuentro con González al ministro Julio De Vido, propulsor de ese gigantesco proyecto que empezará a licitarse -según el gobierno- en marzo del año próximo. Difícil tarea oficialista, pues se supone que el ex jefe español debía estar lo suficientemente documentado cuando expresó su sorna en Madrid, frente a más de 100 expertos de energía y con numerosos ex jefes de Estado, entre los que se contaba el chileno Ricardo Lagos.

La contradicción a salvarse, sin embargo, es mucho más compleja. Aparte de tolerar la risa del español sobre el megagasoducto, el gobierno argentino que ahora lo recibe tendrá que guardar silencio -hasta ahora lo ha hecho- sobre el documento que se aprobó en la reunión a la que asistió Felipe González. Un texto condenatorio, claramente dirigido contra un amigo de los Kirchner (Chávez), pero que también alude a otras administraciones. En su parte principal, afirma que «la oferta de energía está cada vez más controlada por autoridades estatales que no operan con transparencia ni rinden cuenta de sus actos. A medida que el petróleo y el gas aumentan, hay líderes políticos que se tientan de abusar de los recursos adicionales que controlan para suprimir el desarrollo democrático en sus propios países y fuera de ellos». No sólo se expresaron sobre cuestiones económicas, sino también democráticas. ¿Hablarán de esto la esposa del Presidente y el visitante González?

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