El arzobispo de Santa Fe y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), monseñor José María Arancedo, en su mensaje navideño leído este lunes en la sede del Arzobispado llamó a la "concordia" entre los argentinos y a profundizar la "cultura del encuentro".
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"Aspirar a la concordia entre los argentinos como un bien superior a una pertenencia partidaria o ideológica. Esto es posible si todos apostamos con grandeza y responsabilidad a un diálogo sincero como base de una cultura del encuentro, de la inclusión y la amistad social", dijo el prelado.
Explicó que "estamos ante un desafío que nos involucra a todos, especialmente a la clase dirigente, y es el de crear las condiciones de una sociedad más confiable, más honesta y cordial, más justa y solidaria".
"Considero que un camino privilegiado para crear estas condiciones es volver nuestra mirada a esas realidades cercanas y valiosas por su potencial cultural e inclusivo, por ser lugares de aprendizaje y transmisión de valores que hacen a la formación de cada hombre y al desarrollo integral de la sociedad, me refiero a la familia, la escuela, el trabajo y la ejemplaridad", añadió.
Agregó que "esto lleva tiempo, no tiene la magia de una promesa inmediata, pero es el camino más seguro para orientar el presente y asegurar el futuro de nuestra Patria. Como un hijo de Dios...me acercaré al pesebre para pedirle al Niño de Belén que me dé un corazón que me permita amar y servir a mis hermanos, especialmente a aquellos que más lo necesitan".
Arancedo destinó la parte central de su mensaje a "muchos chicos que viven expuestos a la moderna esclavitud de la marginalidad"
"Sostuvo que el "flagelo de la droga deteriora la vida y el futuro de muchos jóvenes" e instó a combatir el narcotráfico y prevenir y ayudar al adicto.
Se refirió al "flagelo de la droga que deteriora la vida y el futuro de muchos jóvenes" al mismo tiempo afirmó que "es su misma vida la que nos reclama actitudes definidas contra el delito del narcotráfico, como de prevención y ayuda al adicto".
"Lo vemos en ese número de chicos y de jóvenes que no estudian ni trabajan, y viven expuestos a la moderna esclavitud de la marginalidad. En la inseguridad y la violencia. En la brecha entre ricos y pobres que condiciona un auténtico crecimiento. Estos hechos atentan contra la vida y son signos de nuestra fragilidad", enfatizó.
Para el titular de la CEA, "no podemos negar los problemas o sólo repudiar los hechos; debemos trabajar sobre las causas. Es necesario asumir con decisión la defensa de la vida humana, el valor del trabajo y la exigencia moral de la equidad social, como el vivir bajo imperio de la ley junto al pleno ejercicio de la justicia".
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