29 de septiembre 2025 - 07:00

¿Javier Milei tiene que dejar de ser Milei para ganar las elecciones?

El pedido de Estados Unidos fue claro: gobernabilidad. Para ello se necesitan alianzas y consensos. El Presidente tendrá que aceptar negociar con la “casta”, moderar su lenguaje y tender a un mensaje conciliador.

Javier Milei lentes 2

Para brindar un apoyo económico que no tiene precedentes desde el auxilio de los Estados Unidos a México a mediados de los noventa, el principal requerimiento de la administración de Donald Trump a las autoridades argentinas fue político.

Le pidieron explícitamente al presidente Javier Milei que construya alianzas, que genere condiciones de gobernabilidad, según señalaron en Washington. La preocupación norteamericana es que pueda volver el peronismo y que este giro facilite el avance en Latinoamérica de China -su principal contrincante-.

Se trata de que Milei lleve adelante una política más conciliadora con los potenciales aliados, que baje el tono, que avance en consensos con otras fuerzas. Pero este cambio contradice las características, la impronta, el lenguaje que lo llevaron a ganar la presidencia.

Milei cantando Panic Show

El presidente Javier Milei canta "Panic Show", de La Renga, durante un acto en el Luna Park

La mayor parte de la sociedad eligió a un “outsider” harta de la dirigencia política tradicional que forjó décadas de decadencia en la Argentina. Las mediciones de los analistas arrojan que esta descalificación no sólo abarca al kirchnerismo y que “la gente votó a un loco porque, si los cuerdos nos llevaron a desastre en el que estamos, hay que probar algo distinto”.

El deterioro socio económico -la Argentina se diferencia del resto de los países de Sudamérica porque en los últimos veinte años aumentó, y mucho, su nivel de pobreza, a contramano del resto de la región que lo redujo- y la propia dinámica política llevaron a que buena parte de los argentinos se inclinaran por una posición extrema como la que representa Milei.

Cristina Fernández en 2019 ya se dio cuenta del hartazgo del discurso excluyente cuando eligió a un “moderado” como Alberto Fernández, pero los fracasos de la administración anterior llevaron a que la mayor parte del electorado descartara las opciones “tibias” en las últimas presidenciales.

Basta

El triunfo de Milei puede interpretarse como que la sociedad se inclinó por un voto que dijo “basta” en un sentido muy amplio.

Optó por un trasgresor para terminar con una economía desquiciada, con una marginalidad creciente, con empresarios prebendarios, con sindicalistas que se benefician de los trabajadores, con una justicia atravesada por la incompetencia y la corrupción que abarca también a buena parte del Estado, entre otros males.

En suma, los estudios de opinión arrojan que el gobierno libertario recibió un mandato para combatir las injusticias, un status quo que sumió a los argentinos en la decadencia. Milei fue la respuesta al hartazgo de un país donde no es posible planificar un futuro.

Milei prometió “un fuerte ajuste” para cortar con los “privilegios” de la casta. Y, la población aceptó el sacrificio. La posterior recuperación de la actividad y de los ingresos alimentaron la esperanza de un futuro mejor.

Así, fue que la administración de La Libertad Avanza mantuvo en los primeros meses de su Gobierno elevados índices de aprobación.

Decepción

Sin embargo, en los últimos meses la situación cambió. Desde febrero la actividad económica no crece, peor aún, los últimos datos, correspondientes a julio pasado, muestran un retroceso de 1,5% desde el pico de comienzos del año.

Los salarios siguieron igual suerte con el agravante que el ingreso disponible de la población cayó en mayor medida por la (necesaria) actualización de las tarifas públicas. “El promedio de aumentos de septiembre se ubicó en 1.6% levemente por debajo del 1.9 de la inflación de agosto”, según un informe de Synopsis.

Estos resultados desfavorables, contradictoriamente, coincidieron con una actitud del Gobierno que tendió a encerrarse en sí mismo (algo que no es novedoso, lo mismo le sucedió al kirchnerismo y al macrismo).

El oficialismo entró en una vorágine exitista y elitista con mensajes que hacían recordar a las prácticas de La Cámpora. Con actitudes “soberbias” al autocalificarse como el mejor gobierno de la historia, y de “despectiva” al insultar a todo aquel que manifestara una crítica (aunque fuera constructiva). Esto provoco, que una parte de la sociedad comenzara a no sentirse representada por los dirigentes de la LLA.

Además, particularmente con la conformación de las listas de candidatos para las próximas elecciones, los libertarios se mostraron como un círculo exclusivo, una suerte de “nueva casta” según la crítica de políticos allegados, al que sólo podían acceder aquellos que fueran aceptados y que mostraran una total adhesión que algunos consideraron “sumisión”. Y, curiosamente en sus filas abrevaron viejos dirigentes kirchneristas.

JAVIER MILEI CPAC PARAGUAY PULGAR ARRIBA

Esta percepción permeó entre la gente común a partir de la presencia en el Gobierno de apellidos que recuerdan a viejos privilegios políticos. Si se agrega que los ingresos vienen en caída y que aumentó la preocupación por el desempleo y la corrupción se comprende que tienda a aumentar el pesimismo por el futuro tanto personal como del país, en un contexto en que los focus groups vuelven a presentar las palabras “desesperanza” y “tristeza”.

Los encuestadores también hacen diferencias. Sostienen que estos sentimientos se refieren principalmente a la clase media (el Gobierno se preocupó de tejer una red de protección para los sectores más vulnerables).

Economistas críticos sostienen que en la desatención de los sectores medios el Gobierno de Milei revela las falencias de un presidente “absolutista que cree que las fuerzas del mercado por sí solas arreglarán todo” desatendiendo a las necesidades de la economía real y en particular de la micro. Y también cuestionan al ministro de Economía, Luis Caputo, al que consideran un “trader” que también cree en las fuerzas del mercado.

Desde ya que estas apreciaciones, no restan méritos a resultados la administración libertaria como el logro del equilibrio fiscal y la drástica reducción de la inflación.

Consensos

La directiva que emana desde la Casa Blanca en Washington es que el gobierno de Milei construya consensos para que estos resultados no sean transitorios, se conviertan en permanentes y, más importante aún, logre las mayorías necesarias para llevar adelante reformas estructurales (laboral, impositiva, previsional) que aseguren el cambio de rumbo.

En este sentido, el secretario del Tesoro, Scott Bessent, fue explícito al señalar que hay importantes inversiones de empresas de los Estados Unidos deseosas de radicarse en el país siempre y cuando los resultados electorales sean favorables para el oficialismo.

El desafío no es menor porque quienes conocen en la intimidad a Milei señalan que el presidente está convencido de que existe una casta en la Argentina que llevó a la decadencia de la nación.

El primer mandatario no cree en los políticos y menos aún en las “prebendas” para conseguir objetivos. “Quiero que lo voten por convicción no por conveniencia” dicen en su entorno que suele decir el primer mandatario.

Para Milei, ser presidente, es un trabajo y no una manera de vida, es más, se sigue presentando en redes sociales como “economista”.

Además, “está convencido” de sus ideas libertarias, aunque para no pocos resulten impracticables como, por caso, el cierre del Banco Central.

“Lo que Estados Unidos pide ahora es que se tape la nariz y acuerde con muchos a los que antes insultó, que deje de gritar y de avanzar a los panzazos como Upa” sostiene un hombre cercano al presidente haciendo referencia al personaje gigante de la tira Patoruzú que resolvía los problemas mediante los torpes golpes que daba con su enorme barriga.

Javier Milei ante la ONU

Casta

Además de la cuestión ideológica, Milei tiene el problema que “adolece de colaboradores que no pertenezcan a la casta” comentan con tono irónico en la Casa Rosada.

Salvo honrosas excepciones como su hermana Karina o la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, los miembros de su gabinete registran trayectoria política, como sucede con el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, o el secretario de Gestión Institucional, Eduardo Lule Menem, por citar sólo algunos ejemplos en distintos estamentos.

Tras el pedido norteamericano, hasta ahora el único cambio que se observa en la estrategia oficial consiste armar mesas políticas (sin mayores resultados hasta el momento) y en suavizar el discurso del presidente que ya no insulta. Sin embargo, hace unos días en Córdoba, no pudo con su genio y descalificó a Juan Schiaretti.

La mesa política que integra el fortalecido Santiago Caputo, ha decidido que Milei se ponga la campaña al hombro y en las próximas semanas participará de una gran cantidad de actos partidarios. Es cierto, que LLA no tiene muchos líderes para ponerse al frente de la campaña y el único que puede conquistar voluntades es el presidente. Pero, no deja de ser decisión que conlleva ciertos riesgos si los resultados no son favorables porque dejarían más expuesto a Milei, es decir el único funcionario que no puede ser fusible.

Además, ¿cómo hará el jefe de Estado para dejar de ser él mismo ante tanto escenario de militantes? . Y, este Milei menos combativo ¿será creíble para una porción de la sociedad que hoy se siente sin esperanzas?

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