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Luego de emitir su voto, Macri partió junto con Rodríguez Larreta, Grindetti, Tramuttola, Narodowsky, Avelino Tamargo y Jaime Durán Barba a la casa de su compañera de fórmula Michetti, en Pasco e Independencia, barrio de San Cristóbal. Allí almorzaron ravioles de ricota y se enteraron del fallecimiento del hermano de Nicolás Caputo, un colaborador e íntimo amigo de Macri.
Luego de transmitirle sus condolencias a Caputo, el candidato del PRO arribó al búnker a las 16.30. A esa hora el local «Che Tango» de La Boca estaba todavía semivacío. Una incansable Bertol se encargaba de coordinar por handy a toda la tropa macrista mientras el gurú ecuatoriano Jaime Durán Barba repetía que no habría nacionalización de la campaña en la segunda vuelta electoral.
Macri permaneció aislado, sin hacer declaraciones a la prensa. Mantuvo reuniones periódicas con su mesa chica para evaluar las primeras encuestas pero mantuvo la calma y evitó mostrarse triunfalista ante las cámaras y los micrófonos. Además de sus colaboradores políticos, sólo lo acompañaron sus hijos y su madre.
Poca comida hubo para los invitados. Apenas unos sándwiches de miga y gaseosas para pasar una larga tarde plagada de bocas de urna alentadoras que generaban rostros de euforia contenida en Rodríguez Lareta y Cristian Ritondo. El local boquense donde Macri montó su comando de campaña estuvo decorado para la ocasión: las paredes fueron cubiertas con una gigantografía de la avenida 9 de Julio y en los parlantes retumbaban versiones electrónicas de tango. Casi un after hour político de no ser por la falta de aperitivos y la escasez de alimento.
A medida que la tarde se escapaba y la noche confirmaba la derrota de Boca Jrs. ante Colón de Santa Fe, el fútbol pasaba a un segundo plano entre los macristas.
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