4 de junio 2007 - 00:00

Otra vez Kirchner se pega a victoria

Neuquén - El resultado de las elecciones de ayer tendrá un efecto inmediato en las relaciones entre la provincia y la Nación por la impronta que le dará el gobernador electo, aunque limitada a la estrategia que desplegará en sus pretensiones actuales el actual mandatario Jorge Sobisch, declarado adversario de Néstor Kirchner.

Por otra parte, como ocurrió en las elecciones de Catamarca y Río Negro, la Casa de Gobierno recurrió aquí también a esos disfraces que le permiten subirse al carro del ganador, pese a haber apoyado explícitamente al radical Horacio Quiroga para consolidar esta tendencia que le agrega aliados en su proyecto transversal y le asegura futuros votos favorables en el Congreso.

El primer esbozo de esa apropiación lo dio el propio Kirchner anoche al telefonear a Sapag para felicitarlo por el triunfo. «Le deseo que haga un buen gobierno», le auguró.

Pese a no haber usado la foto con Kirchner hasta la última semana de campaña, el intendente de Neuquén, Quiroga, tuvo en el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, el mejor aliado para neutralizar la «guerra de zapa» que le hizo Sapag ante Kirchner a través del influyente gremialista del petróleo privado, Guillermo Pereyra, hombre de consulta diaria con Julio De Vido. En el terreno político interno, estas diferencias o acuerdos se reflejarán en la designación del próximo candidato a senador por el MPN, una elección que desvela a Kirchner. Neuquén debe renovar sus dos representantes en la Cámara alta -el emepenista Pedro Salvatori y el pejotista Sergio Galia- que tradicionalmente comparten emepenistas y la eventual segunda fuerza. Por el acuerdo interno de la Concertación, el candidato por UCR-PJ sería Oscar Parrilli, secretario general de la Presidencia y factótum del gobierno nacional en el acuerdo con el radical K, Horacio Quiroga.

  • Nada resuelto  

    Pero del lado emepenista nada está resuelto aún. En la grilla se preparan Salvatori, que quiere repetir; Brollo, que sería la expresión sobischista por sus años de militancia al lado del gobernador, y algún otro nombre del gobernador entrante.

    El partido neuquino -el único que se mantiene fuerte de aquella pléyade de organizaciones provinciales que vieron la luz a la caída y proscripción del peronismo, pero después se apagaron bajo la absorción de peronistas y radicales- supo gestar, como los aztecas, el antídoto a sus propias contradicciones bajo una fórmula sencilla pero eficaz: liderazgos fuertes e internas sangrientas que fueron renovando la totalidad de sus cuadros. La relación entre Sapag y Sobisch -ambos líderes, uno que se va y el otro que regresa- no está exenta de rispideces. Pese a que Sobisch aterrizó en el viejo fuerte de torreones de calle Rioja (Casa de Gobierno) de la mano del ex senador Elías Sapag y tuvo como ministro, primero y vicegobernador,después, a su hijo Jorge, su consolidación de poder y su exposición como hombre fuerte del emepenismo, lo alejaron de sus antiguos aliados. Ambos harán esfuerzos para mantener la gobernabilidad, pero uno y otro saben que hasta el 10 de diciembre será un matrimonio por conveniencia. El cuadro de la deuda y sus vencimientos serán lo primero que Sapag pondrá bajo la lupa. Para ello ha designado a su hermano Elías «Gringo» Sapag, quien ya fue ministro de la Producción de Sobisch para empezar a monitorear la situación financiera que lo preocupa ostensiblemente. El segundo punto es el negocio petrolero a partir de la renegociación de las áreas secundarias, una discusión que excede lo provincial para insertarse en la pelea por la explotación de los recursos naturales con la Nación.

    Es indudable que Sobisch buscará afianzarse en el centroderecha nacional, mientras que Sapag tratará de navegar entre la defensa de los intereses provinciales y la transversalidad centroizquierdista que levantará Kirchner.
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