2 de julio 2008 - 00:00

Privilegio de presidente: a Evo le regalan penal

Evo Morales, rodeado por Ubaldo Fillol, Ariel Ortega y Ricardo Bochini, ayer antes del partido que jugaron en Tucumán a beneficio de la Argentina y Bolivia.
Evo Morales, rodeado por Ubaldo Fillol, Ariel Ortega y Ricardo Bochini, ayer antes del partido que jugaron en Tucumán a beneficio de la Argentina y Bolivia.
De penal, Evo Morales puso 1 a 0 a Bolivia. Ubaldo Fillol, «el Pato», no se esforzó demasiado para no aguar el festejo. El presidente estaba casi como en casa: Famaillá, en Tucumán, es la localidad argentina con mayor porcentaje de habitantes de origen boliviano.

Tan de local que, sobre el final, Morales le calzó la camiseta verde del seleccionado de Bolivia a Ariel Ortega. Idas y vueltas, sugerencias al oído, el «Burrito» decidió no jugar para el equipo vecino. Podría hacerlo para una imaginaria selección del antiplano.

El cierre de la cumbre del Mercosur, que se quedó sin acto chavista, el boliviano lo dedicó a una práctica habitual: jugar un partido de fútbol. Suele hacerlo en todas sus visitas al exterior. Hasta en Nueva York: jugó en el Central Park, a las 6 de la madrugada.

Hasta Famaillá, Morales llegó de la mano de los mellizos Orellana, ejemplo kirchnerista del doble comando. José, alcalde, y Enrique, diputado provincial, gobiernan a dúo esa ciudad, que presume de ser la «capital internacional de la empanada» (hay otras sedes que reclamaron lo mismo).

  • Viejas glorias

    Es tanta la empatía entre los hermanos que firman los carteles de obras públicas y demás como «intendente hermanos Orellana». La referencia, obvia, es a los gemelos polacos Jaroslaw y Lech Kaczynski. Gente de purga, los polacos; kirchneristas los Orellana.

    Con el 10 en la espalda, Evo -buen despliegue, buen toque, delantero metedor-manejó a la selección boliviana versus un equipo argentino que mechó viejas glorias, como el «Bocha» Bochini y Alfredo Graciani, con jugadores en actividad como Ortega.

    El partido, primero relajado, luego ganó en pasiones. Un manotazo del ex Vélez, Héctor Almandoz, derivó en un penal que Evo definió sin problemas, ante un Fillol que colaboró con el show. El ex Boca Graciani y un escurridizo boliviano pusieron el número final: 2 a 1 para Bolivia.

    Puro color local. Tras el partido, Morales masticó unas pocas palabras ante la prensa y emprendió el regreso. Como Chávez, acató sin chistar el pedido de la Casa Rosada de suspender el acto que estaba previsto para el atardecer con organizaciones sociales. Tras la victoria, mano a mano podría haber pensado.
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