Reflotan a Chacho ahora como ícono transversal
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Chacho Alvarez se vio con el ex presidente: la excusa fue hablar de cuestiones regionales, pero se evaluó el escenario electoral de 2009.
Demasiado estrellato, exceso de fascinación por los flashes y las candidaturas, entre los protagonistas de ese espacio ha impedido una costura sólida y duradera. Kirchner cree, porque él mismo lo sondeó, que Chacho puede englobar a esos caciques librepensadores.
Esa tarea de gurú excluye, en principio, cualquier exposición electoral del ex vice de Fernando de la Rúa. Sin embargo, no inhibe un eventual retorno de Chacho a los cargos públicos. En definitiva, en diciembre queda con tiempo libre: se termina su mandato en Mercosur.
¿Chacho candidato? ¿Chacho funcionario de Cristina? Nada se habló, aseguran. ¿
Kirchner diputado nacional por Buenos Aires? Tampoco, según la letra de los portavoces, hubo referencias. Verdades a medias: al menos, Kirchner volvió a dejar correr su posible postulación.
Justamente, para ese esquema le puede resultar útil Chacho. Si fuese, hipotéticamente, candidato a diputado -no a senador-, el oficialismo quedaría reducido a una única lista en el plano provincial y no, como dicta otra teoría, a dos: una PJ-gremios; otra «progre».
Si, como reza su plan A para 2009, Kirchner quiere montar un megaembudo que amontone en una sola boleta a la ortodoxia PJ, con piqueteros, radicales K residuales y sectores de la «izquierda democrática», Alvarez podría actuar como un contenedor.
No tanto entre los más kirchneristas de la «gauche» K -Eduardo Sigal, Edgardo Depetri, Graciela Ocaña, Oscar Laborde y Ariel Basteiro, entre otros-, sino, sobre todo, entre los aliados tácticos como el banquero Carlos Heller y el alcalde de Morón, Martín Sabbatella.
Regla asumida, Chacho sobrevuela los celos y las disidencias de entrecasa de la progresía vernácula y puede constituirse en el gurú que mantenga dentro de corral oficial a sectoresque coquetean con la Casa Rosada, pero tienen, como límite, al PJ duro y puro.
Coincidencia mágica y oportuna: el lunes, en la Biblioteca Nacional, Alvarez sentará a su lado a Sabbatella, como invitado estrella, en la presentación del sexto número de la revista «Umbrales de América del Sur» que edita el CEPES, el dormido «think tank» chachista.
Sobre Sabbatella hay un particular seguimiento. El alcalde de Morón tendría decidido competir por una banca nacional en 2009 -hasta eligió heredero: Lucas Ghi, un joven de menos de 30 años-, pero no eligió bando: los K o el grupo que motoriza Víctor De Gennaro, con quien se vio 10 días atrás.
A todos, como le dijo a Kirchner, Chacho los espanta con la «teoría del reflujo».
Sostiene que la ola de centroizquierda que se expandió por Sudamérica -Evo, Lula, Tabaré, Bachelet, Correa y ahora Lugo- aparece amenazada, por estos tiempos, por un resurgimiento de la derecha.
Cita como caso testigo lo que ocurre en Bolivia y, ahora, sumó al análisis el comienzo accidentado de Fernando Lugo en Paraguay. «Se van Lula y Tabaré», avisa -ambos dejan el gobierno en 2010- y tienta a Kirchner para que adquiera más protagonismo regional.
Ese escenario lo traslada fronteras adentro para pedir alineamientos con el proyecto K para bloquear un vuelco hacia el centro o el centroderecha, donde ubica -como los Kirchner- a Julio Cobos, a Elisa Carrió y, de rigor, al porteño Mauricio Macri.
En esencia, la tarea que Kirchner imagina para Alvarez es la de rescatar a sectores y dirigentes de la progresía para que no terminen abrazados a Carrió o, lo más temible para el gobierno, a un frente capitaneado por Cobos donde recale, entre otros, Hermes Binner.
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