Casi una década después de su «victoria efímera», Lidia Satragno, Pinky, regresó ayer al ruido electoral de la mano de sus nuevos padrinos: Francisco de Narváez y Jorge Macri, fórmula del frente Unión-PRO, que la postula como candidata a diputada nacional.
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La locutora, que en 1999 se declaró ganadora en la pulseada por la intendencia de La Matanza -el cómputo final le dio el triunfo a Alberto Balestrini- volvió a la campaña política en una recorrida por un centro de jubilados del municipio de San Miguel.
La similitud del entorno le sirvió a De Narváez para castigar a Cristina de Kirchner. «Nuestrosabuelos no quieren más trucos, sino soluciones concretas», dijo el candidato. Una ironía por la partida de truco que anteayer la primera dama jugó con ancianos de Tigre.
Fascinados, en el comando de campaña de Unión-PRO, leen y releen las encuestas que otorgan a Pinky un alto nivel de imagen positiva, sobre todo en un mercado que no es punto fuerte del macrismo -el apellido Macri rankea bien entre jóvenes-: los mayores de 40 o lo que llama el gobierno los «adultos mayores» (para no decir «viejos»).
Exponen una razón sencilla: la oferta electoral de ese sector, Unión-PRO, carece de figuras femeninas por lo que planean hacer «jugar» a Pinky Satragno en un escenario con fuerte presencia de mujeres, pelotón que encabezan Cristina de Kirchner y Elisa Carrió.
Mirando al pasado, también apuestan a la locutora para tratar de quebrar el predomino que ostenta el oficialismo, de la mano de Balestrini, en La Matanza. Se programa, de hecho, la presencia sistemática de Pinky en ese municipio al que irá, al menos, en seis ocasiones antes de la elección.
Pinky fue uno de los « aparecidos» en el cierre de listas. Primero la tentó Juan Carlos Blumberg para ser su candidata a intendentade La Matanza -ella lo rechazó- y luego Macri la invitó a ser segunda en la lista de diputados nacionales, lugar «a salir».
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