26 de junio 2008 - 00:00

Sin reflejos, Kirchner convoca y desconvoca

Néstor Kirchner
Néstor Kirchner
Dos veces, Néstor Kirchner activó y desactivó en las últimas 72 horas una megacumbre con los diputados del oficialismo.

Confusas e inorgánicas, las convocatorias prometían un cara a cara con el ex presidente, una inyección anímica del jefe a su tropa.

En la convulsión de un Congreso invadido por chacareros, Kirchner escuchó la sugerencia -con tono de súplica- de un puñado de legisladores, entre ellos Carlos Kunkel, para que cite al bloque oficial y lo adoctrine en las bondades de las retenciones móviles.

No ocurrió, pero el amague de encuentro surtió algún efecto: la sensación de que el Gran Hermano Néstor está pendiente de cómo se comporte cada legislador.

Eso, a pesar de que la cita programada para ayer a las 18 en el hotel Panamericano se clausuró temprano, sin nueva fecha, y cuando muchos de los presuntos invitados todavía no se habían enterado, siquiera, de que tenían un encuentro cercano con el patagónico.

Escasean, parece, los expertos en recursos humanos en el oficialismo. Vicios, o modales, de la cosmogonía K. Esa factura -sólo esa- no debe pagarla Agustín Rossi: el armado de la cumbre que no fue operó por vías alternativas a la jefatura del bloque oficial.

El rastro lleva hasta el lunes, cuando un grupo de legisladores, comandados por Kunkel, se vieron con Kirchner y le recomendaron que convoque a los diputados para sembrar pasiones y lealtades sobre el proyecto del gobierno referido a las retenciones móviles.

Kirchner dejó correr la idea pero, apenas empezó a trascender entre los interesados, apareció el ubicuo Juan Carlos Mazzón para avisar, por teléfono, que la reunión se suspendía. El operador presidencial no dio explicaciones sobre el cambio de planes.

Fue producto del pánico: el lunes, cuando el Congreso estalló con voces críticas sobre las medidas oficiales y se proyectó que toda la semana, hasta el viernes, sería asambleístico y con micrófono abierto, los ultra-K comenzaron a temer bajas en el bloque oficial.

Por eso, sobre el supuesto de que la palabra de Kirchner es divina e irrefutable, sin previa consulta con Agustín Rossi, susurraron al oído del ex presidente la propuesta de una megarreunión adoctrinadora con los más de 130 diputados del bloque FpV-PJ.

El lunes, los primeros sondeos oficiosos eran brumosos: se estimaron 108 votos seguros, a los que podrían agregar un puñado de aliados eventuales. La disidencia de más de casi 30 diputados generó la presunción de que era necesario que intervenga Kirchner.

  • Otros factores

    Pero allí comenzaron a jugar otros factores:

  • El más sensible, sobre todo a partir de que se detectó que muchos de los diputados ni siquiera estaban al tanto de la reunión, fue correr el riesgo de que la convocatoria mostrara a un bloque diezmado. Sería un pésimo indicio si, ante Kirchner, el oficialismo no podía mostrar un desfile que sugiera, al menos simbólicamente, que allí, frente al jefe del PJ, había votos suficientes para avanzar con el proyecto oficial. Esa certeza no existía el martes, tampoco ayer y posiblemente no exista ni siquiera la semana próxima, un rato antes de ingresar al recinto a votar.   

  • El otro condimento tuvo que ver con el sentido de oportunidad. Mientras chacareros, dirigentes rurales y legisladores de todo pelaje y color discuten sobre la crisis del campo en el Congreso, que Kirchner aparte a los suyos y los encierre para bajarles línea en un hotel porteño fue considerado incorrecto hasta por los propios legisladores que vienentrabajando sobre posiblesretoques al proyecto oficial,asuntos que derivan en el despacho Alberto Cantero. Al cordobés se le caen todas las ideas, y los interrogantes sobre eventuales reformas, pero éste no puede responder cuál es el límite respecto de hasta dónde se puede modificar el proyecto enviado por Cristina de Kirchner.

  • El tercer elemento es más brutal. «¿Para qué nos va a citar ahora? Que espere unos días. Si es para apretar a los que dudan lo mejor es que los convoque el día antes de la votación», ilustró, hiperrealista, un diputado del PJ que no presenta observaciones ni celos a votar, a libro cerrado, la vigencia de las retenciones móviles. Es el concepto de «último cartucho»: que si las buenas artes de los jefes legisladores, entre ellos Rossi, José María Díaz Bancalari y Carlos «Cuto» Moreno, entre otros, no logran alinear a la tropa, sólo la voz de Kirchner podría garantizar un voto fiel de los diputados del PJ y el FpV. Así y todo, en Congreso no faltan los que especulan que Kirchner habilitará reformas y que dejará que las mismas circulen por el Congreso sin intervenir en ese trámite.
    P.I.
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