23 de abril 2020 - 00:00

Alberto, la prórroga más complicada y el doble esfuerzo para pagar sueldos

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Imagen: Télam

Podría decirse que la decisión esta tomada. El Gobierno esta dispuesto a avanzar sobre lo inevitable: continuar la cuarentena hasta una nueva escala el 10 de mayo y en el mientras tanto analizar qué actividades se pueden ir abriendo para que la economía no termine de congelarse.

Esta vez la prórroga viene con ingredientes que la hacen doblemente complicada; pero aun así la decisión se vuelve inevitable. Los gobernadores saben que la economía en sus provincias esta caminando en algunos casos hacia situaciones sin retorno, pero al mismo tiempo le piden a Alberto Fernández que mantenga el paraguas nacional que significa el decreto que mantiene en vigencia el aislamiento social obligatorio. Es la herramienta legal que les permite manejar los desbordes de la gente que quiere salir a la calle, en algunos casos por características imposibles de evitar dentro espíritu indómito argentino (para describir la situación con educación) y en otros porque no tiene otra salida que romper la cuarentena para ir a buscar el sustento.

Junto con ese pedido los gobernadores, también Axel Kicillof y Horacio Rodríguez Larreta que se llevan en esto la peor parte, siguen proclamando la necesidad de analizar caso por caso la apertura de la cuarentena en situaciones puntuales. Y así será pero nadie arriesga nada en esta pandemia donde no existe alma alguna en este mundo que pueda anticipar como terminará esta historia.

El pánico esta ve le gana a la política y por lejos. Y es lo que sienten gobernadores, intendentes y el propio Presidente: ningún costo político se comparaba hasta ahora al costo de los muertos por la pandemia. Nadie les garantiza cómo estará la situación del virus en 15 días. Es más grave aún, los que pronostican dicen que estará peor en Argentina por un tiempo importante. El problema es que ahora la economía trepó en la lista de urgencias y surge el peligro que esa cara de la crisis se vuelva incontrolable.

La última vez que Alberto F. tuvo que tomar la decisión de prorrogar la cuarentena (el tramo que rige hasta el próximo domingo) el pago de los sueldos de marzo ya estaba realizado o en vías de terminarse. El problema en ese momento era cubrir a los monotributistas y autónomos que venían sin facturar desde el 20 de marzo. Y a las pymes que entraban en esa misma situación.

Es cierto que ya había situaciones de extrema urgencia. pero muchos tenian “resto”, había cobros que ingresar en las cuentas o algún ahorro que se “reventó” para pagar sueldos y gastos. El problema central era, entonces, manejar la marea de cheques que iban a estrellarse por falta de fondos.

Hoy la situación es mas grave. Ese colchón se fue agotando y las empresas tiene que afrontar el pago de sueldos de abril. Ahora no hay demasiado espacio para que se demore por burocracia o falta de músculo la llegada de la ayuda a las cuentas de pymes o cuentapropuestas, como sucedió en el inicio de la crisis y aun sigue sucediendo.

Un informe sobre riesgo salarial que elaboró el CEPA sobre riesgo salarial indica que en materia de atraso en el pago, reducción salarial, suspensiones con reducción salarial y acuerdos con gremios , el salto que se dio del 15 de marzo y el 15 de abril fue de 9.830 trabajadores en marzo a 287.233 trabajadores en abril.

Para el Gobierno esos números están aun en el terreno de lo manejable, pero no por demasiado tiempo mas. A pesar de que al Presidente no le guste plantearlo en estos términos el dilema ya no es pandemia o economía, sino pandemia y economía contra posibilidades de subsistencia.

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