París - Los atentados del 11 de setiembre contra el World Trade Center de Nueva York y el Pentágono de Washington, y la consecuente intensificación de la lucha contra el terrorismo internacional, están forzando a las organizaciones armadas europeas a realizar cambios en sus formas de operar.
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Así, la decisión del IRA de deponer sus armas luego del inédito llamado del líder del Sinn Fein, Gerry Adams, obedeció, según el diario británico «The Guardian», al temor del brazo político de la banda terrorista a perder todo el apoyo que había conseguido en Estados Unidos. El cambio en la estrategia del Sinn Fein, que siempre mantuvo que la destrucción del arsenal del IRA era un tema que sólo concernía a esa organización, comenzó a forjarse luego de que tres militantes republicanos norirlandeses, entre ellos --se-gún se confirmó el lunes-el representante del partido en Cuba, fueran arrestados en Colombia. El descubrimiento de la colaboración entre el IRA y los rebeldes de las FARC, a criterio de fuentes del gobierno y los servicios de seguridad británicos, enfureció a la administración de George W. Bush. Fuentes del gobierno irlandés confiaron al matutino que, a raíz de este hecho, esperaban una señal del IRA a favor del desarme, pero en una fecha más cercana a las elecciones generales irlandesas, previstas para el verano boreal.
Sin embargo, la formación de la coalición internacional contra el terrorismo aceleró las cosas para el IRA, que temió paralizar aun más el proceso de paz, y perder las simpatías de Washington.
Pero la lucha internacional contra el terrorismo no ejerce solamente una presión política sobre las organizaciones armadas europeas. En el caso de la ETA, la intensificación de la colaboración policial y judicial dentro de la Unión Europea, y también con las agencias de seguridad e inteligencia estadounidenses -incluso a nivel satelital-, está forzando también cambios en su estructura, según señala el diario madrileño «El País».
El estado de alerta ante la amenaza del terrorismo islámico está contribuyendo, entre otras cosas, a acelerar la formación del espacio judicial europeo, permitiendo la entrega de presuntos activistas a los países que los reclaman, incrementar los controles sobre el tráfico de armas e intensificar la lucha contra el dinero sucio de las redes terroristas. Desde los atentados del 11 de setiembre, los independentistas vascos saben que su estructura de comunicaciones basada en Internet, que hasta ahora había resultado sumamente exitosa, fue descifrada por los servicios de inteligencia.
Otra de las cuestiones que afecta la operatividad de la ETA es el fuerte aumento de la vigilancia de las autoridades francesas, situación que complica su acceso al mercado ilegal de armas. Según los especialistas, esto resulta evidente en el hecho de que en las últimas redadas no se incautó armamento nuevo respecto de operativos anteriores.
Además de la vigilancia europea, la banda armada está siendo seguida de cerca por las autoridades de Estados Unidos que la incluyeron en la lista de grupos terroristas del Departamento de Estado. Uno de los hechos que más preocupa a los norteamericanos son los nexos de la ETA con militantes islamistas. Según «El País», una operación policial, finalmente frustrada, permitió descubrir que los independentistas vascos estaban intentando comprar armas a la misma red de traficantes que abastece a grupos radicales islámicos.
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