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Las pymes de energía esperan definiciones sobre su futuro
Para que esto se entienda mejor: cuando se habla de la "industria petrolera", se tiende a pensar inmediatamente en un puñado de grandes empresas concesionarias de los yacimientos, que extraen, refinan, exportan, transportan, gas o petróleo. Se atiende a sus "números" en producción, inversiones, ganancias, el aporte que hacen al erario en impuestos, los puestos directos de trabajo que mantienen y otros aspectos. Como en realidad no son demasiadas estas grandes empresas, se cae en el error de pensar que "ésa" es toda la industria petrolera y gasífera que existe en el país.
En regiones donde esta industria tiene preponderancia en el contexto económico local o, para decirlo en términos más técnicos, donde la actividad petrolera tiene más importancia en la creación del PBI regional, se sabe perfectamente que hasta la señora que hace limpieza en las oficinas de una petrolera, el conductor de la traffic que lleva a los obreros al campo, o el profesional independiente contratado para una tarea específica, la "suerte" de la industria está ligada directamente con su fuente de trabajo. En zonas como Neuquén (gran productora de petróleo y gas), Comodoro Ricadavia, Tierra del Fuego, y otras, más de la mitad de la población subsiste y baila según la música de la industria petrolera. La gama de actividades involucradas en esto es extremadamente variada: profesionales en toda clase de especialidades, transportistas, talleres, lavaderos de vehículos, servicios de limpieza, personal de seguridad, etc. etc. dependen de que las "grandes" decidan perforar un pozo, construir un ducto, ampliar una planta y cosas por el estilo.
Aunque parezca redundante, hay que insistir en bosquejar cómo funciona esta cadena desde lo más "alto" de la pirámide de inversión, hasta el último empleado indirecto que se beneficiará de aquellas decisiones. Cuando una petrolera decide iniciar un programa de exploración, de desarrollo, de expansión de algunos de sus sistemas o instalaciones, normalmente contrata a lo que sería la "segunda línea" de empresas de servicios, que pueden ser las compañías que hacen sísmica, perforación, las que construyen gasoductos u oleoductos, las que montan unidades petroquímicas, etc. Estas, a su vez, vuelven a subcontratar toda una amplia gama de empresas más "chicas" (de instalaciones eléctricas, constructoras, de movimiento de suelos, de catering, de seguridad, pequeñas imprentas o talleres de cartelería... y la lista es casi infinita, que a su vez subcontratan a otras aún más pequeñas o a menudo a personas individuales, los famosos monotributistas, a los que, dicho sea de paso, ahora se les ha puesto el ojo desde el Estado para que no evadan ningún impuesto. Todas estas personas (como se dijo, miles en todo el país) están agrupadas en pequeñas empresas, las pymes, y así se mueve todo un sector de la vida económico-social del país.
Sólo una de las petroleras más grandes radicadas en la Argentina tiene, hoy, un "padrón" de más de 14.000 pequeños proveedores.
Pongamos un ejemplo esquemático: una gran empresa productora tiene (como en el caso de las que funcionan en la Argentina) a su vez concesiones en otros países. Esta empresa simbólica debe decidir un programa de inversiones; hace sus cálculos y concluye en que le conviene gastar dinero fuera del país. (Es obvio que en esta decisión pesan muchos factores, como los económicos, políticos, estratégicos, y otros.) Subcontrata, a su vez, a una empresa de servicios (digamos que de sísmica), y ésta sólo lleva al nuevo lugar de trabajo sus equipos y unos pocos profesionales de su staff estable. Todo lo demás lo comprará en el país donde deba operar: desde la comida hasta los baños químicos. Esos dólares que no se gastarán en el país dejan sin trabajo o sin parte de su trabajo a las pymes locales. El transportista de personal se queda con su camioneta parada, el empleado de seguridad no es llamado a trabajar, a la imprenta no le encargan ningún folleto o cartelito.
Esa es la mecánica. Ahora hay que multiplicarla por varias empresas productoras que tomen decisiones similares por similares razones y rápidamente tendremos a miles de personas comunes desocupadas.
El punto de inflexión ¿dónde estuvo? Estuvo en las razones por las cuales las "grandes" decidieron por el país "x" del exterior y no por la Argentina. ¿Quién " pierde"? No pierde la compañía grande (que obviamente tomó aquella decisión para no perder dinero), sino las pymes argentinas.
En la provincia de Neuquén, la Subsecretaría de Trabajo tenía registrados en 1992 algo más de cinco mil puestos de trabajo relacionados directamente con la explotación petrolera. Actualmente hay más de 20.000.
Las pymes saben que por cada metro cúbico de gas o de petróleo que se importe, alguien quedará sin trabajo aquí. La importación es una transferencia directa de recursos desde el país hacia el exterior. En Bolivia, debió mediar un referéndum nacional para que aquel gobierno sea autorizado a exportar gas. (Un gas que incluso no consumen los bolivianos por falta de un mercado específico desarrollado). ¿Qué hubiera hecho falta si la cuestión que se les planteara fuera la de comprar gas a otro país? Tal vez dirían: "¿Para qué queremos comprar gas afuera si aquí lo tenemos", o "por qué dar trabajo afuera y no aquí adentro?".
Pues bien: ¿es estrictamente necesario que la Argentina importe petróleo y gas en forma permanente, como parece estar planteándose? ¿Se terminaron nuestras reservas y no hay más dónde buscar? No es nuestro caso. Nuestro caso es que parece resultar más fácil cerrar mecanismos de importación que delinear un verdadero plan nacional de exploración y desarrollo. Un plan que no se agote en inversiones para aumentar sólo la producción, sino las reservas y la estructura general de la industria. Lo atinado sería, tal vez, una convocatoria firme a las empresas con capacidad de inversión para negociar los términos de este plan, permitiéndoles que se concentren, con los alicientes que fueran necesarios, en las zonas de riesgo, y a su vez dejando en manos de otras compañías pequeñas, locales, aquellas áreas con una producción acorde a empresas de menores costos.
En Canadá, hay miles de empresas casi unipersonales que explotan a veces sólo uno o dos pozos. Las "grandes", por una simple cuestión de volumen, ni se molestarían en esas minúsculas unidades de producción, pero sí otras empresas pequeñas. Una nueva clase de pymes.
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