4 de noviembre 2015 - 16:32

A 10 años del rechazo al ALCA en Mar del Plata

Kirchner, Lula y Chávez.
Kirchner, Lula y Chávez.
El 5 de noviembre de 2005, la negativa de los presidentes Néstor Kirchner (Argentina), Lula da Silva (Brasil), Hugo Chávez (Venezuela), Nicanor Duarte Frutos (Paraguay) y Tabaré Vázquez (Uruguay) al Área de Libre Comercio de las Américas, impulsada por el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, en la IV Cumbre de las Américas de Mar del Plata, conocida como 'No al ALCA', marcó un hito histórico en la región. 

El ALCA proponía la creación de una zona de libre comercio desde Alaska a Tierra del Fuego, con la eliminación de barreras arancelarias, liberalización de servicios, acuerdos de protección de inversiones extranjeras intrazona y limitación de la capacidad estatal para orientar las compras públicas.

Hubiese significado la mayor zona de libre comercio del mundo, con un mercado de casi 800 millones de personas, con un marco muy favorable para los Estados Unidos, quien impulsaba su conformación.

El ALCA presentaba como ejes centrales la desregulación de los mercados, la libre circulación de capitales y mercancías y la privatización de los servicios públicos, con lo que se reforzaría el poder de las grandes corporaciones multinacionales, en especial estadounidenses, y se debilitaría la capacidad de los Estados para poner en práctica políticas activas que reactivan la economía, y promueven el desarrollo económico y la integración social.

La IV Cumbre de las Américas se realizó los días 4 y 5 de noviembre con el lema "Crear trabajo para enfrentar la pobreza y fortalecer la gobernabilidad democrática" y la constitución del ALCA fue la única de las 155 iniciativas presentadas que fue debatida personalmente por los 34 jefes de Estado americanos.  

En la Cumbre, que se desarrolló en el Hotel Provincial de la ciudad balnearia, los representantes de los países que integraban el Mercosur y Venezuela, que aún no era miembro pleno del bloque, dieron un paso fundamental para la consolidación de otros organismos regionales como la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), que quedó conformada en 2007, y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), cuyo funcionamiento data de 2010 cuando sesionó la Cumbre de la unidad de América Latina y el Caribe, en Playa del Carmen (México). 

En el discurso inaugural, como mandatario del país anfitrión, Néstor Kirchner, pidió a "los presidentes y a los representantes de los distintos países" que se dejara "de hablar en voz baja para hablar en voz alta y buscar los puntos de acuerdo y resolución que nuestro hemisferio necesita". 

Kirchner destacó en la apertura que la labor en esas jornadas debía ser "para construir un sistema que nos vuelva a contener a todos en un marco de igualdad y nos vuelva a devolver la esperanza y la posibilidad de construir obviamente un mundo distinto y una región que esté a la altura de las circunstancias que sé que los presidentes desean y quieren".

"Debemos construir consensos para terminar con la pobreza atávica, vencer a la indigencia y a la exclusión, evitar la profundización de la brecha social, la degradación del medio ambiente, las recurrentes crisis, la necesidad de sostener a la educación como factor decisivo para el progreso individual y social, fomentar el acceso al conocimiento y promover el crecimiento económico con equidad, crear trabajo para enfrentar la pobreza y fortalecer la gobernabilidad democrática. El lema que nos convoca nos hace percibir la necesidad y la presencia de nuevos paradigmas. Crear trabajo decente, cómo hacerlo de la mejor y más eficaz manera, está en la clave del debate sobre cuáles son los mejores caminos para lograr un desarrollo sustentable que garantice el bienestar de nuestros pueblos, vinculado con los atributos de la libertad, la justicia, la seguridad y la protección, la creación de trabajo no sólo es un fundamental vehículo de integración social, sino que puede constituirse en la verdadera clave de la construcción de la gobernabilidad. En la obtención de esos consensos para avanzar en el diseño que las nuevas políticas que la situación exige, no puede estar ausente la discusión respecto de si aquéllas habrán de responder a recetar únicas con pretensión de universales, válidas para todo tiempo, para todo país, todo lugar. Esa uniformidad que pretendía lo que dio en llamarse el 'Consenso de Washington' hoy existe evidencia empírica respecto del fracaso de esas teorías. Nuestro continente, en general, y nuestro país, en particular, es prueba trágica del fracaso de la 'teoría del derrame'", expresó Kirchner en su discurso ante el norteamericano George W. Bush.

Y continuó: "Por supuesto, la crítica de ese modelo no implica ni desconocer ni negar la responsabilidad local, la responsabilidad de las dirigencias argentinas. Nos hacemos cargo como país de haber adoptado esas políticas, pero reclamamos que aquellos organismos internacionales, que al imponerlas, contribuyeron, alentaron y favorecieron el crecimiento de esa deuda, también asuman su cuota de responsabilidad. Las consecuencias nefastas que las políticas de ajuste estructural y del endeudamiento externo tuvieron para el pleno ejercicio de los derechos humanos, en especial los derechos económicos, sociales y culturales, se viven y recorren trágicamente el mapa de la inestabilidad latinoamericana. No se trata de ideología, ni siquiera de política, se trata de hechos y de resultados. Son los hechos los que indican que el mercado por sí solo no reduce los niveles de pobreza y son los hechos también los que prueban que un punto de crecimiento en un país, con fuerte inequidad, reduce la pobreza en menor magnitud que en otro con una distribución del ingreso más igualitaria".

"Los resultados de las recetas que criticamos son los que se vieron reflejados en la crisis argentina del 2001 y en la caída de varios gobiernos democráticos de la región, algunos de ellos transitando aún una preocupante inestabilidad institucional. Es entonces la experiencia regional y no la teoría de las burocracias de los organismos multilaterales, la que demuestra que lo aconsejable es dejar que, en un marco de racionalidad, cada país pueda elegir su mejor camino para el desarrollo con inclusión social. Esa racionalidad de la que hablamos, debe permitir su verificación en resultados cuantificables económica y socialmente", agregó.

Tras destacar ampliamente los logros que hasta ese momento tuvo su gestión, Kirchner afirmó que "en estos números no hay magia ni milagro, se condensa mucho esfuerzo y trabajo. Concebimos que esta mejora contribuye a la estabilidad y al equilibrio de Sudamérica, es el resultado de haber construido sobre los pilares del trabajo, la producción, el consumo y la exportación, en un marco de sano equilibrio macroeconómico". Y se lamentó que Argentina "en ese proceso de recuperación, expansión y transformación no contamos con la ayuda del Fondo Monetario Internacional, que si apoyó y financió, en el orden de los 9 mil millones de dólares hasta semanas antes del colapso, el régimen de convertibilidad, déficit fiscal y endeudamiento".

En paralelo, en la ciudad balnearia se desarrolló la llamada "Cumbre de los pueblos", encabezada por el venezolano Hugo Chávez, y que contó con presencias tales como el boliviano Evo Morales, que un año después sería elegido presidente; Diego Maradona; y el premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel. Durante su discurso, el bolivariano expresó una frase que quedó como un símbolo imborrable de aquel rechazo: "ALCA, ALCA, Al carajo".

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