18 de junio 2007 - 00:00

La Argentina no debería postergar más al campo

En un trabajo presentado en Roma la semana pasada, la FAO dice que el alza de los precios de los alimentos básicos es un fenómeno global que afecta especialmente a los países más pobres del planeta.

Además, asegura que, a diferencia de lo que sucede en la República Argentina, en la que crecen los ingresos por la exportación de alimentos, la gran cantidad de países que deben importarlos enfrentará este año un costo 5% más elevado que en 2006.

Para el organismo, los cereales y las oleaginosas «son responsables de la mayor parte del aumento», que también alcanza a otros rubros en los que la Argentina es competitiva, como la carne, el azúcar y la leche.

Ahora nos enteramos de que en la Ronda de Doha, en la que se discute la reducción del subsidio agrícola de los países desarrollados a cambio de la liberación industrial de las naciones en desarrollo, a través del secretario de Comercio Exterior, Alfredo Chiaradía, nuestro país anunció que se va a privilegiara la industria por sobre el agro.

Durante 1996 y 1997 hubo un escenario mundial similar, con valores iguales o superiores a los actuales. La diferencia con esos años es que el aumento obedeció a la falta de oferta, es decir, a una menor producción de granos en el mundo. En la actualidad, el incremento se debe a un aumento de la demanda que, indudablemente, está asociada al uso del grano como energía y una mejora en el nivel de vida de muchas naciones.

  • Precios

    ¿Es sustentable en el tiempo? No hay dudas de que la política energética, tanto de Europa como de EE.UU., nos hace pensar que estos precios se han instalado para quedarse; por lo pronto, ya hay una nueva tendencia en los pisos de los precios de los commodities agrícolas.

    En esta presión de la demanda entra en juego el crecimiento de muchos países asiáticos, en los que la mejora en el poder adquisitivo de sus habitantes se manifiesta en la compra de más y mejor calidad de alimentos, con cambios importantes en sus dietas.

    Esta combinación -casi explosivade utilización de granos para energía, restando parte al que se empleaba en alimentos y el mayor consumo de éstos por parte de países con gran crecimiento, produce -indiscutiblementeun desequilibrio entre la oferta y la demanda.

    También debemos sumar la competencia por un bien limitado como es la tierra, donde el aumento de superficie de un cultivo, con seguridad, va en desmedro de otro, provocando desequilibrios en el mercado.

    No hay dudas de que en lo macroeconómico va a reportar beneficios. El gobierno de la Argentina podrá llevar adelante, sin inconvenientes, el propósito del superávit comercial al aumentar el ingreso de divisas por las exportaciones de granos, compensando -en cierta medida- el achicamiento de la balanza comercial generado por un aumento de las importaciones; también ayudaría a sostener el superávit fiscal por una mayor recaudación impositiva, sobre todo el impuesto aduanero, lo que atenuaría el gran aumento del gasto fiscal que tiene el gobierno en estos últimos meses.

    El problema se genera en el mercado interno cuando los alimentos derivados de los granos u otros que se producen a base de éstos -carnes de aves, cerdos, vacuna, leche-, INDEC-dependientes, son arrastrados por los precios internacionales.

    Hasta ahora, la reacción del gobierno fue la de intervenir en los mercados, rompiendo todas las variables comerciales, incentivando desbalances en las cadenas y, por ende, inequidades que se traducen en el desaliento para ciertas producciones. Esta incertidumbre y desmotivación modifica el panorama productivo del campo, haciendo prevalecer las inversiones de corto plazo y generando pérdida en las producciones que tienen relación directa con el abastecimiento del mercado interno.

  • Alimentos

    Lo ideal sería dejar actuar a los mercados y compensar a la población con problemas económicos, subsidiándole directamente los alimentos a través del Tesoro, utilizando para esto los mayores ingresos impositivos.

    En el corriente año el gobierno se encontró con un «regalito» gracias al campo; en el Presupuesto de 2007 se contemplaba una recaudación estimada de u$s 2.700 millones por retenciones y va a recaudar alrededor de u$s 3.700 millones, es decir, u$s 1.000 millones más. La pregunta sería: ¿en qué va a utilizar este sobrante monetariono incluido en el Presupuesto?

    Si el año próximo hubiera una intención de siembra 10% superior y se mantienen los mismos precios, el aumento de las retenciones tendría que ser proporcional a este valor, es decir, unos u$s 370 millones extras.

    ¿Tiene lógica que la Argentina postergue o reemplace al sector agropecuario? Las cifras demuestran que aproximadamente 40% de los ingresos del fisco proviene del campo, a lo cual, si le sumamos los servicios y la industria relacionada con éste, el porcentual aumenta en forma considerable, por lo que la política tendría que estar enfocada a devolverle parte de lo que le saca en infraestructura -no olvidemos que nuestro anhelo de las 100 millones de toneladas está cerca y no tenemos caminos, rutas, almacenamiento, combustible, etc., etc.- y con medidas claras que den previsibilidad a las producciones biológicas cuyas inversiones son de largo plazo.

    La realidad actual nos demuestra que el problema de los precios agropecuarios en el mundo es totalmente estructural, que la suba es impulsada por una mayor demanda que probablemente se mantenga en el tiempo, por lo que la única manera de contrarrestarla es con una mayor oferta.

    En este contexto se van a beneficiar, sin dudas, los países que producen dichos commodities y sobre todo, aquellos que lo hacen en forma competitiva.
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