3 de junio 2020 - 00:00

Bar histórico apostó al delivery, pero sólo pudo facturar $1.600

Estuvieron unos 20 días operando a puertas cerradas y apostando al delivery, pero el plan no funcionó. Sólo lograron vender algunos pocos cafés con medialunas.

Otras épocas. El bar supo estar lleno cuando los turistas se agolpaban para conocerlo. 

Otras épocas. El bar supo estar lleno cuando los turistas se agolpaban para conocerlo. 

El parate general que afecta al sector gastronómico se siente y hasta ya se cobró algunos negocios históricos. Desde que arrancó el aislamiento obligatorio, los bares notables también sufren. Algunos decidieron resignarse al delivery o al take away, aunque esto represente sólo un 10% de su facturación habitual. Otros lo intentaron, pero la cuenta nunca les cerró. El icónico Bar Plaza Dorrego, ubicado en Defensa y Humberto Primo, en pleno corazón de San Telmo, es uno de ellos.

“Desde que arrancó la cuarentena, estuvimos alrededor de 20 días abiertos trabajando con delivery, pero sólo logramos facturar $1.600”. La frase pertenece a uno de los mozos que atiende desde hace 27 años en el lugar. “Empezamos haciendo alguna comida, como bife con puré, pero no compraba nadie, así que después vendimos algún que otro café con medialunas. No tenía sentido seguir trabajando así y decidimos cerrar”, agregó.

No se trata de un cierre definitivo, sino que la intención es subir las persianas cuando se le autorice al sector gastronómico volver a su normal funcionamiento. Porque este tipo de lugares se destaca especialmente por la experiencia de sentarse a tomar un cafecito en la misma mesa donde alguna vez lo hicieron personajes como Jorge Luis Borges, Ernesto Sábato, Julio de Grazia, Aníbal Troilo o el Polaco Goyeneche. Pedir delivery hace que se esfume esa magia. Sumado a eso, este café suele ser punto de interés turístico y sus habituales clientes son curiosos que van a visitarlo para conocer su leyenda, por lo que sin movimiento en la calle la situación se tornó difícil.

Previo a la cuarentena trabajaban en el lugar siete mozos. Los pocos días que operaron a puertas cerradas durante el aislamiento, lo hicieron sólo tres: no tenía sentido que asistieran todos por la baja recaudación que lograban, algunos no tenían permiso para trasladarse y otros viajaban desde provincia, por lo que gastaban más con la SUBE que lo que se llevaban luego en el bolsillo.

Hoy, algunos de los históricos mozos que aún intentan mantener con vida El Dorrego sólo se turnan día a día para ir a alimentar al gato que custodia y desfila por los pasillos que alguna vez visitaron grandes personajes de la historia argentina.

Cabe recordar que este sitio tuvo unos meses turbulentos luego de que estuviera al borde del cierre el año pasado. Tras amenazas de desalojo y unos días sin funcionar, se conformó la cooperativa San Telmo XVII, bajo la cual seguían trabajando. En ese momento, los mozos se turnaban para dormir en el lugar. Habitualmente ellos autogestionan su funcionamiento, desde la compra de la mercadería hasta su paso por la cocina y el pago de los salarios. Ahora, basta esperar a que los restaurantes vuelvan a abrir, aunque cuando eso suceda lo harán bajo un estricto protocolo de higiene, separación de mesas y reservas previas.

Situado desde hace 140 años en San Telmo, el Plaza Dorrego fue declarado Bar Notable en 2004, además de Sitio de Interés Cultural en 2011 por la Legislatura de la Ciudad.

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