Boca se lució de la mano de Palermo y Riquelme
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En los primeros minutos ya los ahora dirigidos por Pompei, insinuaron que la motivación era distinta y Campestrini lo padeció, pero no fue hasta los 9 cuando entre Gaitán, Riquelme y Chávez construyeron una pared monumental que dejó al 10 solo frente al arquero y en un alarde de generosidad, cuando tenía todo facilitado para la conquista,
Riquelme le cedió la gloria a Palermo para que ingresara definitivamente en la historia de la entidad de la ribera.
No se habían acomodado en el festejo, cuando otra vez el toque sutil del 10 le abrió la puerta, ahora a Chávez, para un nuevo grito. Parecía que se venía la goleada, pero este Boca recuperó sólo parte de la memoria y por momentos se volvió a perder en sus propias imprecisiones, claro que ante un Arsenal que no encontraba el rumbo, todo se hacía más sencillo. Si hasta la defensa, otrora factor de desequilibrio negativo, hoy se mostraba segura y eficiente.
Boca tuvo otras chances, un remate de Gaitán a los 28, un cabezazo de Medel diez minutos más tarde, pero no mucho más. Arsenal apenas un débil remate de Nervo a los 30.
El gol de Riquelme, apenas iniciado al segundo parcial, terminó tempranamente con cualquier atisbo de reacción de Arsenal. A partir de allí todo fue de Boca, que siguió jugando a un ritmo cansino, sin demasiadas preocupaciones.
La cuarta conquista, segunda de Palermo, solamente puso el broche a la noche que el 9 estaba esperando desde hacía mucho tiempo. Boca renació, de la mano de sus históricos y demostró que todavía tiene memoria.
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