Hace sólo unos días Trump se había mostrado confiado en que el líder norcoreano Kim Jong-un comenzaba a "mostrar respeto" por los estadounidenses.
También el secretario de Estado norteamericano, Rex Tillerson, había reconocido recientemente que desde la aprobación de nuevas sanciones por parte del Consejo de Seguridad de la ONU este mes en castigo por el ensayo de misiles intercontinentales (ICBM), Pyongyang no había hecho "nuevas provocaciones".
¿Un optimismo interesado? En todo caso pareció esfumarse tras el último lanzamiento, cuando Trump volvió a dejar claro que "todas las opciones están sobre la mesa", incluida la militar (ver página 21).
Antes del último ensayo norcoreano, Washington y Pyongyang, que acusa a Estados Unidos de llevar a cabo una política hostil, ya habían protagonizado una fuerte escalda verbal, cuando Trump amenazó a la cúpula comunista con "fuego y furia" y Kim dijo que podría disparar cuatro misiles de mediano alcance a las aguas de la isla estadounidense de Guam, en el Pacífico.
Con su última decisión, el líder norcoreano parece dirigirse a una larga pulseada con Trump: el momento del último lanzamiento fue elegido a conciencia, aseguran los expertos.
"El régimen norcoreano tiene un agudo sentido sobre la forma en que puede conseguir el máximo efecto con su acelerado programa misilístico", escribió el director del servicio de información de seguridad y defensa IHS Jane's, Paul Burton.
La intención del lanzamiento del misil, posiblemente de mediano alcance, del tipo Hwasong-12, fue quizás "conseguir más respeto por parte de Washington y sus aliados sin llegar a provocar demasiado", opinó.
El Estado Mayor surcoreano aseguró que pese a las prohibiciones mediante resoluciones de la ONU, Corea del Norte realizó en lo que va de año trece ensayos con misiles balísticos, incluyendo dos intercontinentales en julio. El fin de semana, Corea del Norte lanzó otros tres misiles de corto alcance, frente a lo que Estados Unidos y Corea del Sur reaccionaron con más calma.
Pero ahora, Corea del Norte envía dos señales con el nuevo lanzamiento, según opinan los analistas: por un lado, deja claro que el país no cederá en el conflicto por su programa misilístico y nuclear y por otro lado señala que es capaz de alcanzar la estratégica isla de Guam con sus misiles.
El misil lanzado desde cerca de Pyongyang recorrió unos 2.700 kilómetros a 550 kilómetros de altura sobrevolando la isla de Hokaido, en el norte de Japón, antes de caer al mar, según datos surcoreanos. La distancia entre Pyongyang y Guam en la otra dirección es de unos 3.000 kilómetros.
El exvicealmirante japonés Yoji Koda cree que Kim pretende provocar a Estados Unidos con esta acción, aunque no al punto de llevar la disputa con Trump a un punto álgido, según dijo a la agencia de noticias Kyodo. Si el misil hubiera caído cerca de Guam, la reacción sí que habría sido "fuerte", consideró.
China se atrevió a hablar incluso de un "punto crítico" en el conflicto en la península norcoreana. "La presión, las sanciones y las amenazas" no ayudaron a resolver el problema, dijo una portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores en Pekín. Sólo una vuelta a la mesa de negociaciones puede distender la situación, considera China.
El Gobierno japonés también ve una escalda del conflicto y habló de una "amenaza grave y sin precedentes" para la seguridad de su país, siendo la primera vez que un misil de tipo balístico sobrevuela su territorio y, además, sin previo aviso. Normalmente en estos ensayos se trata de un tipo de misiles tierra-tierra capaces de dirigir al objetivo una cabeza explosiva cargada con armas químicas, biológicas o nucleares.
En 1998, Corea del Norte lanzó un satélite sobrevolando en parte territorio japonés, lo que Japón alegó para justificar la fabricación de satélites de espionaje. Entretanto, Japón ya puso en órbita varios de esos satélites. En 2009 otro misil sobrevoló Japón en lo que Corea del Norte volvió a calificar de misil espacial.
El nuevo lanzamiento confirma la postura del primer ministro japonés, Shinzo Abe: desde hace tiempo que desea modificar la constitución pacifista de la posguerra para legitimar "las fuerzas de autodefensa". El Gobierno incluso debatió en los últimos meses planes de una posible evacuación de ciudadanos japoneses de Corea del Sur. Mientras, los críticos señalan que Abe quiere infundir pánico entre la población para poder imponer sus objetivos políticos.
Agencia DPA |
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