Ariel Franco y Andrés Silvera pelean por la pelota.
River salió ganando desde los vestuarios. Una aseveración que parte de las diferentes actitudes que -posteriormente-iban a tener ambos equipos con sólo apreciar las formaciones. Mientras Ramón Díaz apostó a la creatividad de D'Alessandro y de Cambiasso, en el mediocampo, y a la potencia ofensiva de Ortega y Cardetti, Enzo Trossero fue mucho más cauteloso. Prefirió «pelear» el partido en la línea de volantes en lugar de ganarlo con inteligencia y habilidad en la salida. Es verdad que, individualmente, River es superior a este Independiente, especialmente en la zona de creatividad. Y esa diferencia se hizo más notoria porque Trossero dejó a su único jugador con «cierta magia» en el banco (Livio Prieto) y mandó a Montenegro a jugar por izquierda tomando la responsabilidad de la conducción.
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La paridad duró apenas un cuarto de hora. Precisamente, hasta que D'Alessandro fabricó una gran jugada que terminó -tras desviarse apenas en Marchesini-en el primer gol de River. Con la tranquilidad de la ventaja, el gran trabajo de Ledesma cortando y distribuyendo, con las intermitencias de D'Alessandro y las endiabladas gambetas de Ortega, River fue volcando el juego a su favor por varios factores: por su seguridad defensiva, su superioridad en el medio, por su contundencia en los últimos metros con Cardetti (autor de dos goles, aunque el segundo fue un «regalo» de Páez) y con las llegadas de sus volantes, como en el caso de Cambiasso, que volvió a marcar, aunque esta vez decidió -por respeto a la gente de Independiente-no festejarlo.
Habrá quien diga que el 5 a 0 fue exagerado. Sin embargo, puede explicarse en que, a las virtudes de River se les sumaron las flaquezas de un Independiente que no tuvo un conductor. Pobló la zona media con jugadores que se mostraron lentos e imprecisos (especialmente, Bustos y Franco) y presentó una línea defensiva (por llamarla de alguna manera) en donde entre los dos centrales -Marchesini y Páez-«obsequiaron» dos goles y cometieron un sinnúmero de errores.
Además, este equipo de Trossero sigue pagando caro su inoperancia ofensiva, aunque tenga en mayor proporción que su rival la pelota, como ocurrió en todo el segundo tiempo ante River. Con Forlán debiendo retroceder muchos metros para tomar contacto con el balón, en una función que no siente, y con Vuoso jugando por los costados. En síntesis, Independiente no tenía llegada.
El conjunto de Avellaneda sólo intentó llevar peligro con las proyecciones de Eluchans -capitalizadas por sus rivales para ganarle sus propias espaldas-y con centros por elevación y sin rumbo fijo o con algún remate de media distancia de Montenegro. Muy poco para pretender crear peligro y, menos, desnivelar. Demasiado poco ante un River que se mostró seguro, fue superior y no perdonó ningún error.
Independiente: Rocha; Ramírez, Páez, Marchesini y Eluchans; Galván, L. Bustos, H. Franco y Montenegro; Forlán y Vuoso. DT: Trossero.
River: Comizzo; A. Franco, Garcé, Lequi y Rojas; Pereyra, Ledesma, Cambiasso y D'Alessandro; Ortega y Cardetti. DT: R. Díaz.
Goles: PT 16m D'Alessandro (R); 20m Marchesini (I), en contra; ST 17m Cardetti (R), de penal; 31m Cardetti (R); 34m Cambiasso.
Cambios: ST: Prieto por Franco (I); 12m Silvera por Galván (I); 24m D. Alvarez por D'Alessandro (R); 32m Escudero por Pereyra (R); 36m Demichelis por Cardetti (R).
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