Periodista: Se lo esperaba con ansias a Santa Claus. O a algún vocero de la Fed. Pero que el Gobernador Kuroda del Banco de Japón se robase la atención de todos los mercados del mundo no estaba en el radar.
Diálogos de Wall Street
¿Qué hizo Japón que convulsionó al mundo de las finanzas, Gekko?
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Gordon Gekko: Mejor así. Eligió un momento atinado para ser noticia.
P.: ¿Cómo es eso?
G.G.: Un momento inocuo que se abrió con los buenos números de inflación de octubre y noviembre. La presión sobre los bonos se calmó. Las tasas largas cayeron tres cuartos de punto desde su pico el 21 de octubre.
P.: El Banco de Japón amplió la banda de intervención en torno a su tasa de 10 años. Y saltaron las tasas de interés en todo el globo. En Japón, los rindes de los bonos del Tesoro treparon 17 puntos base. En EE.UU., 14. Japón, ¿tira la toalla del estímulo y se pliega al endurecimiento?
G.G.: El Banco dice que no, que apunta a corregir problemas de funcionamiento que de persistir agravarían las condiciones de liquidez internas, como ser la emisión de bonos corporativos.
P.: ¿A quién creerle? ¿Al banco central? ¿O a la realidad que vemos?
G.G.: ¿Qué hizo Kuroda? ¿Cambió la tasa de referencia? No. La mantiene negativa en menos 0,1%. ¿Abandonó el enfoque de control de la curva de rendimientos (que fija un rendimiento en torno a 0% para las tasas a 10 años)? Tampoco. ¿Modificó dicho nivel? No, se preserva en un rango cuyo centro sigue siendo 0%. ¿Y entonces, qué? Ensanchó el rango de variabilidad. Antes era de más / menos 25 puntos base y ahora es de más / menos 50 puntos base. La simetría se conserva.
P.: Aumentó el techo de la tasa larga de 0,25% a 0,50%.
G.G.: Correcto. Y bajó el piso en la misma proporción. Como estábamos operando en el “techo” anterior, la realidad no lo engaña aunque formalmente Kuroda tenga razón. Las consecuencias son más restrictivas.
P.: Subió la tasa de diez años, ¿automáticamente al nuevo techo?
G.G.: En principio, no. Se ubica en 0,40%.
P.: El enfoque de control de la curva de rendimientos no funcionó en Australia, el otro país que lo ensayó. El mercado se lo llevó puesto. ¿Será diferente? ¿No vamos a un endurecimiento liso y llano, sino por las buenas, por las malas? ¿No habrá una corrida contra los bonos japoneses?
G.G.: El Banco de Japón tiene otras espaldas. Y se compromete a comprar más bonos que antes (pasa de 7,3 billones de yenes a 9 billones por mes) al nuevo techo de 0,50%. Pero, sobre todo, es otro momento. En octubre /noviembre la situación, después de la crisis del gobierno británico de Liz Truss y la corrida sobre la libra y los gilts, pudo haber sido crítica.
P.: Ahí, Japón sí estaba en la mira. Era la ficha que después de Gran Bretaña podía desatar un dominó nefasto.
G.G.: Cuando se temía un accidente era el blanco favorito. Recordemos las intervenciones cambiarias para contener la pujanza del dólar y frenar la caída libre del yen. Fallaron una y otra vez.
P.: Una tensión que desapareció casi por arte de magia.
G.G.: No fue magia. Fue paciencia y sobre todo, la mejoría de la inflación en EE.UU. Lo que no pudo solucionar la intervención cambiaria, sucedió naturalmente. Soplaron otros vientos y palmó el super-dólar arrasador.
P.: ¿Cuál es el riego que se enfrenta ahora?
G.G.: Es el peligro en el otro extremo del arco. ¿Con tasas más altas, habrá una repatriación de los ahorros de las instituciones japonesas? Por eso las tasas suben también fuera de Japón. El yen es una moneda de financiación, sus tasas son las más bajas entre las principales divisas. Si se aprecia, de un salto hoy se pasó de 137 a 131 unidades por dólar, ¿qué suerte correrán los activos apalancados con pasivos en yenes?
P.: Una incertidumbre que no será neutral, alimentará la aversión al riesgo y aumentará las primas de liquidez.
G.G.: El mecanismo es muy rígido. Conviene comenzar a flexibilizarlo y dar tiempo para que las carteras se acomoden. Si piensa en el mercado de bonos, diría que el momento es óptimo. Kuroda se retira en abril y desactiva así el fantasma de una fecha límite. Hace años que los bancos japoneses recortan sus tenencias de bonos extranjeros y las compañías de seguros y fondos, lo han hecho durante ya más de un año. Con la suba incesante de tasas de la banca central del G7, el apalancamiento no es el de antes tampoco. Y ahora que la inflación cede, y los bancos centrales rebajan el calibre de sus aumentos de tasa (de tres cuartos de punto a medio), Japón hace sus deberes. El orden de los factores es crucial para la digestión de los cambios. ¿Coordinación? Si no lo es, lo parece.
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