Es fácil caer en la tentación y decir que la suba de ayer, cuando el promedio industrial cerró en 8.351,10 puntos tras ganar 1,80%, marca el fin de los malos tiempos y el inicio de toda una nueva época. Reconociendo nuestra propia incapacidad para predecir este tipo de cosas, debemos admitir que no son demasiadas las señales que apuntan en este sentido. Por lo pronto, si bien es cierto que la de ayer fue la mayor suba que experimenta el mercado desde el 2 de abril, no se puede dejar de señalar que el volumen negociado apenas si llegó a 1.100 millones de papeles en el mercado tradicional y 1.600 en el electrónico, uno de los más bajos en lo que va del año. Si bien hubo motivos para explicar la suba de los precios, nada justifica el nuevo paso al costado que dieron los inversores. Mientras la mayoría apuntó a los buenos números del Citigroup y del Bank of America como disparadores del buen humor entre los (pocos) inversores, lo cierto es que las empresas especializadas en "redes" y ventas de computadoras tuvieron un alza mucho más significativa. Incluso entre los integrantes del Dow, Hewlett Packard, el JP Morgan y General Motors cerraron con alzas más significativas que la del mayor banco minorista del mundo, lo que dejó cierta sensación de que, más que colocarles fichas a las empresas ganadoras, lo que se hizo fue apostar por quienes deberían liderar cualquier recuperación económica. Si bien esto hace al "sano juego" del mercado, no hay que perder de vista que mientras no aumente el número de inversores, seguirán siendo el núcleo de profesionales y apostadores del mercado quienes dominen las cosas.
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