La mayoría de los bancos centrales de la región ya venían acelerando el proceso de normalización monetaria desde el tercer trimestre del año pasado, ajustando las tasas de interés de referencia ante la evidencia de que la inflación mantenía su ímpetu creciente sin discriminar si se trababa de un fenómeno temporal o permanente. Sin embargo el BCRA se mantuvo al margen, como si la inflación fuera un problema ajeno. Así la economía navegó en un océano de liquidez excedente bajo el timón de tasas reales negativas. Pero el jueves pasado, luego de la presentación del ministro Guzmán, el BCRA hizo su primera jugada desde el 17 de noviembre del 2020. El ente monetario anunció un aumento de 200 puntos básicos en la tasa de referencia de las Leliq a 28 días al 40% (aún negativa en términos reales). También se incrementaron en 200 puntos la tasa de los depósitos a plazo a 30 días al 39% para personas físicas y al 37% para empresas. Además, el BCRA comenzará a subastar semanalmente una nueva Leliq a 180 días con una tasa del 44%, con miras a extender el vencimiento, de muy corto plazo, de los pasivos remunerados (apuntando a eliminar los Pases a 7 días de plazo y mantener los de 1 día).
Tasas: BCRA arrancó tarde y con dosis homeopáticas (¿alcanzará?)
El ente monetario movió sus fichas. Más allá de las disímiles lecturas a favor y en contra de la suba de las tasas, lo cierto es que la medicina parece ser un vaso de agua contra el incendio del bosque.
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Como primera lectura, queda claro que la suba de la tasa solo distrae. Lo relevante pasa por el nacimiento de las Leliq a 180 días y la eliminación, progresiva, de los Pases a 7 días, con el fin de forzar a que la liquidez bancaria continúe financiando al Tesoro (como no hubo devaluación en 2021 a lo Fábrega-Kicillof no habrá megaganancias para pasarle al Tesoro y los ATN están en el límite). Por ende, la suba, homeopática, de la tasa refleja la necesidad de tener tasas reales positivas para apoyar la demanda de activos en pesos pero con la mirada puesta en el déficit cuasifiscal (hoy hay más de $4 billones de deuda remunerada). Cabe recordar que el FMI ya había planteado en diciembre tasas reales positivas como parte de las negociaciones para un nuevo acuerdo. De modo que lo acontecido es solo un paso, muy pequeño, en un largo camino hacia la normalización monetaria y financiera. El crecimiento de la liquidez sigue siendo extraordinariamente alto. En gran medida, el BCRA parece haber perdido la capacidad de controlar la liquidez interna ante la necesidad de cubrir grandes necesidades de financiamiento fiscal (monetización del gasto público).
Desde la visión de un profesional acostumbrado a lidiar con los técnicos del FMI, Alberto Ramos, economista de Goldman Sachs, señala que “dada la gran cantidad de pasivos del BCRA (superan a la base monetaria), las tasas reales positivas requieren un ajuste fiscal significativo, ya que, de lo contrario, la monetización recurrente de los déficits fiscales conducirá a una inflación aún mayor y/o al aumento de los pasivos del BCRA y al aumento de los costos de esterilización cuasifiscal que socavarían aún más seriamente la estabilidad económica y financiera ya deteriorada”. Mientras que economistas más cercanos al calor regional como Juan Carlos Barboza y Diego Ciongo del Banco Itaú señalan que “esperan más aumentos en las tasas de interés a lo largo de 2022”. “El mes pasado, elevamos nuestro pronóstico para la tasa Leliq al 48% para el 2022 (desde el 45% anterior) como parte de una revisión más integral que incluye un pronóstico de inflación del 60% para este año. Observamos que la suba de las tasas debe ir acompañada de una consolidación fiscal más rápida y un reajuste de los precios relativos, en particular del tipo de cambio real”, advierten.
La última suba de la tasa de política monetaria data de mediados de noviembre del 2020 cuando pasó del 36% al 38%. Vale recordar que Miguel Pesce heredó la tasa en un nivel de 63% de la gestión de Guido Sandleris y rápidamente la bajó al 58%, luego al 55% y para fines de febrero 2020 ya estaba en el 40% y en marzo en el 38%, con ese nivel arrancó la pandemia y se mantuvo hasta principios de octubre. Luego de experimentos fallidos al bajarla al 37% y 36% entre octubre y noviembre y tras el salto del dólar blue volvió a subirla al 38% a mediados de noviembre y así hasta el jueves pasado. A lo largo de todo este proceso las tasas de inflación dieron señales de haber escalado a un nuevo escenario.
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