El Estado ya se había llevado la plata
-
Confiado tras las elecciones, Luis Caputo aseguró que la economía podría crecer "en torno al 5%" en 2026
-
Por tensión cambiaria y desarme de plazos fijos, la base monetaria sufrió en octubre su mayor caída en un año y medio
Eduardo Duhalde
Así, ni el gobierno de Fernando de la Rúa, ni el de Eduardo Duhalde o el de Kirchner fueron inocentes a la hora de utilizar las cuentas de capitalización como cantera para abastecerse de los fondos que el mundo ya no le prestaba a la Argentina.
Fue el mismo proceso que se nutrió del dinero depositado en las decenas de fideicomisos y fiduciarios que se crearon en los últimos años con fines específicos y que terminaron presa de las necesidades de caja, muchas veces sin el mínimo control que impone la Ley de Administración Financiera del Estado.
Por eso, la nacionalización que ayer aprobó el Senado sólo avanzó sobre la mitad de los fondos de los aportantes a las AFJP, el resto ya estaba en poder estatal: hoy 55% de las cuentas de capitalizaciónestá invertido en títulos de deuda pública; todo eso gracias a las compras que se fueron haciendo en los últimos años, proceso que este gobierno no revirtió. Eso sin contar que las AFJP también tienen bonos de deuda a través de sus inversiones en los fondos comunes. De ahí la debacle de los ahorros de los aportantes que, como se dijo, ni los gerentes de las aseguradoras ni los funcionarios públicos supieron resguardar.
A todo ese proceso se suma el canje de deuda. Lavagna les reservó a las AFJP el bono Cuasi Par. Como Cavallo en su momento, se prometió a los futuros jubilados que no perderían sus ahorros, por el contrario se «asociarían» al éxito argentino y en un plazo de 35 años -a tiempo para la jubilaciónrecuperarían lo perdido durante el default. No fue así: el canje mermó los ahorros, y el estallido de la crisis -el internacional y las casi ininterrumpidas bajas del mercado local- terminó por licuar los fondos. El propio anuncio de la estatización de las AFJP terminó de liquidarlo.
De ahí que no existan actores inocentes en esta disolución del sistema privado, aunque el gobierno se empeñara en mostrar lo contrario. En realidad, puede decirse que el sistema no fracasó: lo acertado sería pensar que hubiera sido imposible que triunfara cumpliendo sólo el rol de financista de los gobiernos de turno, casi el mismo papel que cumplieron siempre en la Argentina los aportes al sistema de jubilación estatal.




Dejá tu comentario