El Fondo Monetario Internacional (FMI) espera una caída en el nivel de actividad en la Argentina de 2,8% para el año en curso y una aceleración de la inflación en el corto plazo (aunque no informó sobre la tasa esperada). Así surge del informe "Actualización de las Perspectivas de la Economía Mundial" dado a conocer este martes en Washington.
El FMI estima una caída del PBI del 2,8% y que la inflación subirá en el corto plazo
En un informe anterior estimaba que Argentina crecería, sin embargo ahora proyecta una caída del PBI. No prevé inflación anual, aunque reconoce que "la última depreciación de la moneda y su traspaso a los precios hagan subir la inflación en el corto plazo”. Leve mejora del crecimiento mundial.
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Más alla del contexto argentino, el FMI prevé leve mejora del crecimiento mundial.
Al referirse al contexto global, Pierre-Olivier Gourinchas, economista jefe del FMI sostuvo que “la economía global se acerca a un aterrizaje suave, pero los riesgos persisten”.
En su revisión de enero, el organismo multilateral cambió el signo de la previsión para el país. En su reporte de octubre estimaba una expansión del PBI del 2,8% para 2024 que ahora ubica en el mismo número, pero en terreno negativo. Un dato destacado es que el Fondo prevé un crecimiento del producto de 5% para 2025.
En su último informe, el FMI señala que “la revisión del pronóstico para 2024 se debe al crecimiento negativo de Argentina en el contexto de un ajuste significativo de la política económica para restablecer la estabilidad macroeconómica”.
En cuanto al comportamiento de los índices de precios en el país, sostiene que “se espera que la realineación de los precios relativos y la eliminación de los antiguos controles de precios, la última depreciación de la moneda y su traspaso a los precios hagan subir la inflación en el corto plazo”.
Perspectivas mundiales
Las últimas proyecciones del Fondo sitúan el crecimiento mundial en 3,1% en 2024 y en 3,2% en 2025, lo que supone que las previsiones para el año en curso son 0,2 puntos porcentuales superiores a los cálculos realizados en octubre pasado.
Esta mejor perspectiva se explica a una resiliencia mayor de lo esperado en Estados Unidos y en varias economías de mercados emergentes y en desarrollo importantes, así como al estímulo fiscal en China.
De todos modos, las previsiones para 2024–25 son inferiores al promedio histórico de 3,8% (2000–19), ante las elevadas tasas de interés para combatir la inflación, el repliegue del apoyo fiscal en un entorno de fuerte endeudamiento que frena la actividad económica y el bajo crecimiento de la productividad.
Para América Latina y el Caribe, se proyecta que el crecimiento disminuya de 2,5% estimado en 2023 a 1,9% en 2024, y que aumente hasta 2,5% en 2025. Al respecto, señala que “la revisión del pronóstico para 2024 se debe al crecimiento negativo de Argentina en el contexto de un ajuste significativo de la política económica para restablecer la estabilidad macroeconómica”. En cambio, para Brasil, principal socio del país, se registra una mejora de 0,2 puntos porcentuales -crecería 1,7% en 2024-.
Aterrizaje de la economía global
“Las nubes empiezan a disiparse. La economía global inicia el descenso final hacia un aterrizaje suave, con una inflación disminuyendo de manera constante y el crecimiento manteniéndose. Pero el ritmo de expansión sigue siendo lento y es posible que se produzcan turbulencias, afirmó Pierre-Olivier Gourinchas.
Según el economista, siguen existiendo divergencias importantes. Dijo que el Fondo espera un crecimiento más lento en Estados Unidos, como consecuencia de la política monetaria restrictiva, y en China, donde la debilidad del consumo y la inversión sigue pesando en la actividad.
En la zona del euro, mientras tanto, se espera que la actividad repunte ligeramente después de un 2023 desafiante, cuando los altos precios de la energía y el endurecimiento de la política monetaria restringieron la demanda. Muchas otras economías siguen mostrando una gran resiliencia, con una aceleración del crecimiento en Brasil, India y las mayores economías del sudeste asiático.
Inflación en el mundo
Otro dato positivo es que la inflación está disminuyendo más rápidamente de lo previsto en la mayoría de las regiones, mientras se disipan los problemas en el lado de la oferta y se aplica una política monetaria restrictiva.
El FMI prevé que el nivel general de inflación a escala mundial descienda a 5,8% en 2024 y a 4,4% en 2025. Se espera que la desinflación sea más rápida en las economías avanzadas, donde se prevé que la inflación descienda 2 puntos porcentuales en 2024, hasta 2,6%, que en las economías de mercados emergentes y en desarrollo, donde se calcula que el índice solo disminuya 0,3 puntos porcentuales, hasta 8,1%
“Ante la desinflación y el crecimiento firme, la probabilidad de que se produzca un aterrizaje brusco ha remitido, y los riesgos para el crecimiento mundial están en general equilibrados”, sostiene el informe.
Al respecto, considera “positivo” que una desinflación más rápida podría dar lugar a una mayor distensión de las condiciones financieras. Aunque, advierte que “Una política fiscal más laxa de lo necesario y de lo asumido en las proyecciones podría comportar un aumento temporal del crecimiento, so pena de un ajuste posterior más costoso”.
A favor y en contra
En una nota publicada en el blog del FMI, Pierre-Olivier Gourinchas detalló las cuestiones que podrían jugar a favor y en contra de la economía mundial.
Entre las primeras se encuentra que la desinflación podría ocurrir más rápido de lo previsto, especialmente si se aliviara la tensión en el mercado laboral y siguieran disminuyendo las expectativas de inflación a corto plazo. Esto permitirá a los bancos centrales flexibilizar sus políticas monetarias antes de lo previsto.
Las medidas de consolidación fiscal que los gobiernos han anunciado para 2024-25 podrían retrasarse ya que muchos países enfrentan crecientes pedidos de mayor gasto público en lo que es el mayor año electoral mundial de la historia. Según el economista del FMI, esto podría impulsar la actividad económica, pero también estimular la inflación y aumentar la perspectiva de perturbaciones más adelante.
También consideró que una rápida mejora de la Inteligencia Artificial podría impulsar la inversión y estimular un rápido crecimiento de la productividad, aunque con retos importantes para los trabajadores.
En cuanto a los factores que podrían incidir negativamente, planteó que podrían producirse nuevas interrupciones en los suministros, particularmente de productos básicos tras la renovación de las tensiones geopolíticas, especialmente en Oriente Medio. Recordó que los costos de envío entre Asia y Europa han aumentado notablemente, debido a los ataques a buques en el Mar Rojo, y consideró que “si bien las perturbaciones siguen siendo limitadas hasta el momento, la situación sigue siendo volátil”.
Otro problema podría ser que la inflación subyacente resultara más persistente de lo esperado. Al respecto, sostuvo que el precio de los bienes se mantiene históricamente elevado en relación con los valores de los servicios. El ajuste podría tomará la forma de una inflación más persistente de los servicios y en general. Asimismo, las negociaciones salariales, particularmente en Europa, podrían aumentar las presiones sobre los precios.
También advirtió que “los mercados parecen excesivamente optimistas sobre las perspectivas de tempranos cortes en las tasas de interés” y afirmó que, si los inversores reevaluaran su opinión, los tipos de interés a largo plazo aumentarían, ejerciendo una presión renovada sobre los gobiernos para implementar una consolidación fiscal más rápida que podría afectar el crecimiento económico.
Reformas estructurales
Como viene señalando, el Fondo considera en este informe que un mayor dinamismo de las reformas estructurales podría impulsar la productividad y dar lugar a efectos secundarios transfronterizos positivos.
Considera que, a corto plazo, las autoridades de los países enfrentan el reto de gestionar con éxito el descenso final de la inflación hasta la meta, calibrando la política monetaria en respuesta a la dinámica de la inflación subyacente y, allí donde las presiones sobre precios y salarios claramente se están disipando, ajustándola a una orientación menos restrictiva.
Al mismo tiempo, señala que “en muchos casos, visto que la inflación desciende y las economías están en mejores condiciones para absorber los efectos del ajuste presupuestario, es preciso prestar una atención renovada a la consolidación fiscal con el fin de restablecer la capacidad presupuestaria y poder abordar shocks futuros, recaudar ingresos para nuevas prioridades de gasto y frenar el incremento de la deuda pública”.
El FMI plantea la necesidad de la aplicación de reformas estructurales focalizadas y ordenadas que reforzarían el crecimiento de la productividad y la sostenibilidad de la deuda, además de acelerar la convergencia hacia niveles de ingreso superiores.
Desde este punto de vista, considera “preciso aumentar la eficiencia de la coordinación multilateral, entre otras cosas, para facilitar la resolución de la deuda, evitar las situaciones críticas causadas por el sobreendeudamiento y crear espacio para las inversiones necesarias, así como para mitigar los efectos del cambio climático”.
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