Ni la realidad económica ni la empresarial ni la geopolítica cambiaron ayer. Es así, que a lo mejor el mercado se movió a la suba simplemente porque cinco ruedas consecutivas de baja fueron demasiado. Otros en cambio se volcaron por una de esas viejas creencias de Wall Street, la que dice que si el Super Bowl es ganado por un integrante de la NLF las acciones terminarán el año en positivo, mientras que si el ganador pertenece a la AFC será en baja. Sin dudas que el concepto no tiene nada de científico, pero históricamente ha tenido un acierto de 82%, lo que es mucho más que cualquier analista conocido o cualquiera de las "anormalidades" que se han descubierto. El mercado tendrá un buen año. Por lo tanto, si en las próximas horas los Bucaneros de Tampa se llevan el premio mayor, más de un inversor estará dispuesto a celebrar por partida doble. No importa que estemos hablando de algo que se parece más a un mito o a una superstición que a cualquier otra cosa, al menos por un rato nos permite dejar de hablar de la guerra y sus nefastas consecuencias (especialmente para los que mueren en ella). Si bien la jornada bursátil tuvo algunos elementos que permitirían suponer que el mercado podría emprender un camino alcista (los cierres estuvieron cerca de los máximos del día, los volúmenes negociados fueron "interesantes", un cúmulo de empresas tecnológicas presentaron números por encima de lo esperado y las que no lo hicieron como AT&T y Bell South vieron cómo se digería su pérdida sin demasiado esfuerzo, a medida que pasaban las horas) no hay que olvidar que a pesar que el Dow trepó 0,61% al cerrar en 8.369,47 puntos, apenas 24 horas antes tocaba el punto más bajo en lo que va de este corto año.
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