Los flujos de cartera hacia los mercados emergentes se aceleraron en julio pasado y alcanzaron los u$s55.500 millones frente a los u$s42.800 millones del mes anterior, impulsados por fundamentos macroeconómicos resilientes, rendimientos reales elevados y un contexto de tasas globales más estables.
Emergentes: buenas perspectivas para el "carry trade" tras el furor de julio
Tras el aumento de los flujos de junio y el boom de julio, las perspectivas para los flujos de capitales hacia los mercados emergentes se mantienen, en el corto plazo. Todos parecen montados en la ola de “carry”.
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Los inversores globales siguen surfeando la ola del “carry trade”.
Los inversores globales siguen surfeando la ola del “carry trade” y, por lo pronto, parece que continuarán haciéndolo, por lo menos en el corto plazo. Así lo confirma el último relevamiento del IIF que da cuenta de que los flujos de renta fija totalizaron u$s39.200 millones, de los cuales u$s30.800 millones correspondieron a China. Mientras que los flujos de renta variable sumaron u$s16.300 millones frente a los u$s9.900 millones de junio pasado.
Según la visión de los expertos del “think tank” de la banca global y los principales fondos de inversión internacionales, los datos de julio refuerzan la opinión de que “las condiciones siguen siendo favorables en el corto plazo, pero los shocks en las políticas y el dólar podrían revertir rápidamente el impulso”.
¿Qué más dicen los datos del IIF? El propicio escenario considerado de “Goldilocks” (ricitos de oro, es decir, una economía que crece moderadamente, pero en forma sostenida con inflación estable) explica el aumento de los flujos de cartera hacia los emergentes en julio, donde es determinante, además, la combinación de rendimientos reales aún elevados y un contexto de tasas de interés globales relativamente favorable. Esto es, precisamente, lo que prolonga el momento favorable para los activos de mercados emergentes, y el apetito por el riesgo de los inversores globales.
El tema es que, si la economía estadounidense crece menos, entonces, las perspectivas para los emergentes son negativas, ya que puede afectar a las exportaciones, los beneficios empresariales y la confianza de los inversores. Por lo tanto, la pregunta clave, señala el IIF, es cómo los mercados emergentes capearán tal desaceleración, y esta vez el desafío es mayor dado el impacto político de los aranceles, la reconfiguración de las cadenas de suministro globales y el riesgo geopolítico latente que sigue pesando sobre los mercados. Claro que, la perspectiva de recortes de la Fed, dos o tres en 2025, podría actuar como una compensación parcial, ayudando a sostener los flujos incluso mientras se consolida una demanda global más débil.
¿Qué pasará con el dólar?
En cuanto al dólar, si bien recuperó algo de terreno a finales de julio, se mantiene más débil en lo que va del año, una tendencia que ha apoyado ampliamente a los bonos en moneda local de los emergentes. “La depreciación del dólar también ha impulsado el rendimiento del carry trade, ya que los inversores han podido obtener altos rendimientos locales sin enfrentarse al mismo nivel de riesgo de depreciación cambiaria observado en ciclos anteriores”, afirma el IIF.
Según datos recientes de posicionamiento, “los flujos hacia divisas con alto carry han sido persistentes, respaldados tanto por estrategias discrecionales como sistemáticas. Esto ha sido particularmente visible en mercados como Brasil, México y Sudáfrica, donde las elevadas tasas de interés reales se han combinado con tipos de cambio más estables para generar sólidas rentabilidades totales”. Además, los fondos ETF de bonos públicos locales registraron entradas constantes, lo que refleja una mayor aceptación del riesgo cambiario en un entorno de dólar más débil.
Otro elemento que destaca la entidad es la robustez de la actividad emisora, especialmente en bonos soberanos en moneda fuerte, aunque los volúmenes se moderaron desde el pico de junio. La colocación de u$s12.000 millones de México vinculada a Pemex generó una fuerte demanda, lo que contribuyó a reforzar la confianza en ciertos créditos de alto rendimiento. Por regiones, los mercados emergentes de Asia lideraron el mercado con u$s17.300 millones en entradas de deuda, seguidos por América Latina con u$s9.800 millones, los mercados emergentes de Europa con u$s7.100 millones y la región MENA (Medio Oriente y norte de África) con u$s5.100 millones.
Por su parte, los flujos hacia las acciones emergentes mostraron en el caso de China u$s6.300 millones en entradas netas a pesar de la debilidad de mediados de mes, mientras que el resto de las acciones de emergentes atrajeron u$s10.000 millones. En general, los emergentes de Asia captaron u$s9.300 millones, con América Latina aportando u$s3.700 millones, Europa emergente con u$s2.000 millones y MENA con u$s1.300 millones. “Las preferencias sectoriales se mantuvieron sesgadas hacia los sectores tecnológico, industrial y financiero, en consonancia con la actual tendencia hacia los cíclicos en detrimento de los defensivos”, aclararon.
A nivel regional, los mercados emergentes de Asia dominaron los flujos totales con u$s26.600 millones, seguidos de América Latina con u$s13.500 millones, Europa emergente con u$s9.100 millones y MENA con u$s6.300 millones. “La amplitud de las entradas subraya el favorable contexto mundial, aunque la diferenciación entre países se mantiene alta: los mercados con marcos de política macroeconómica creíbles y presiones de financiación externa limitadas siguen atrayendo una proporción desproporcionada de las asignaciones de cartera”, explican desde el IIF.
A pesar del inestable panorama político, con las medidas comerciales y arancelarias de EEUU, los ajustes de política interna en mercados emergentes clave y la evolución de los riesgos geopolíticos como posibles disruptores, las perspectivas, según el IIF, son atractivas en el corto plazo. Pero, advierten, que cualquier reversión en la tendencia del dólar podría afectar tanto la demanda de bonos locales como las apuestas al “carry trade”. De todos modos, el IIF sigue estimando fuertes flujos en los próximos meses, reconociendo que el equilibrio es frágil y el impulso podría cambiar rápidamente si cambia la narrativa macroeconómica global.
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