Como si el mundo de los negocios no tuviera problemas con la guerra, los resabios de la pandemia y la suba de la tasa de interés internacional, ahora otro fantasma amenaza con retrasar la recuperación económica global; se trata, ni más ni menos, de la reaparición de las “empresas zombis”. Ya antes del advenimiento de la pandemia el Banco de Basilea (BIS) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) habían advertido a fines de 2018 sobre los posibles daños colaterales de una política monetaria extremadamente laxa del Banco Central Europeo (BCE).
Reaparición de los zombis puede abortar la recuperación global
Las llamadas “empresas zombis” fueron un fenómeno surgido de la crisis financiera global de 2008. Las políticas monetarias laxas dieron lugar a un resurgimiento de ellas y la pandemia hizo otro tanto.
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Así se corporizó una de las mayores amenazas, el surgimiento de empresas zombis. Eso llevó a que tanto la Fed como el BIS y el BCE monitorearan este fenómeno con varios estudios sobre el impacto y consecuencias de los zombis e incluso se hablara de la “zombificación” empresaria en Europa. Según datos de Niladri Banerjee y Hofmann, economistas del BIS, desde el inicio de la recuperación económica el porcentaje de empresas zombis en las 14 economías avanzadas pasó del 7,5% al 15%; y solo en Canadá es el doble, el 30%.
Por su parte el Bank of America Merrill Lynch estima que más del 10% de las empresas más grandes podrían clasificarse como empresas zombis. Vale recordar que el BCE a cargo de Christine Lagarde hizo sonar la alarma en 2021 advirtiendo que el 6% de estas empresas podrían quebrar tan pronto como los gobiernos corten la ayuda (como en la actualidad).
Ahora bien, ¿qué es una “empresa zombi”? Si bien no existe una definición formal de una empresa zombi, los economistas Favara, Minoiu y Pérez-Orive, de la Fed, toman el concepto de Caballero, Hoshi y Kashyap, de que se trata de empresas económicamente inviables que logran sobrevivir aprovechando los bancos y los mercados de capital. En consecuencia, identifican empresas zombis exigiendo que tengan más de 10 años, estén muy apalancadas y no sean rentables.
Más precisamente, deben tener un apalancamiento por encima de la mediana anual, un índice de cobertura de intereses (ICR) menor a uno y un crecimiento de las ventas reales negativo, durante tres años consecutivos. De modo que, un apalancamiento alto y un ICR bajo ayudan a identificar empresas que no pueden cubrir los costos del servicio de la deuda, mientras que el crecimiento negativo de las ventas identifica empresas con perspectivas de bajo crecimiento, ya que el crecimiento de las ventas es un buen predictor del desempeño futuro de las empresas.
En esencia, un zombi es una empresa que solo sobrevive refinanciando constantemente su deuda y, a pesar de la reestructuración y las bajas tasas, aún no puede cubrir sus pagos de intereses con ganancias operativas, y mucho menos pagar la deuda principal. ¿Por qué deberíamos preocuparnos?, se cuestiona John Plassard, economista jefe del grupo suizo Mirabaud. A lo que contesta que: si bien la mayoría de las empresas zombis son pymes y no cotizan en bolsa, se estima que el 14% de las empresas del S&P 1500 también pueden clasificarse como “muertos vivientes”.
Por lo tanto, hay un motivo real de preocupación. De hecho, un aumento en las empresas zombis recompensa a las compañías improductivas y grava a las rentables, creando un incentivo perverso y, en última instancia, sin proteger a nadie. Las empresas de bajo rendimiento tienen su deuda refinanciada una y otra vez, mientras que las empresas en crecimiento y de alta productividad tienen dificultades para acceder al crédito. La OCDE señala que las empresas zombis no solo afectan directamente a la inversión, sino que también pueden desplazar la inversión de empresas no zombis, lo que impide la asignación eficiente de recursos y ralentiza el crecimiento de la productividad multifactorial al impedir que las empresas más productivas ganen cuota de mercado.
La congestión causada por empresas zombis puede, por lo tanto, reducir la producción potencial y el crecimiento de la productividad. Las estimaciones de los efectos de congestión de las empresas zombi en los países de la OCDE sugieren que parte del motivo del bajo nivel de inversión empresarial desde la crisis puede ser que algunas empresas crónicamente débiles aún no han salido del mercado. Una pregunta interesante es si las empresas zombis están muy extendidas en todas las industrias o se concentran en unos pocos sectores en declive.
Al respecto, Plassard explica que centrándose en las empresas identificadas como zombis a fines de 2019, si bien las empresas cotizadas clasificadas como zombis están muy concentradas en el sector manufacturero, las empresas zombis entre las empresas privadas están sobrerrepresentadas en comparación con las de comercio minorista, la industria, minería, petróleo y gas. Por ende, las zombi prosperan en un entorno en el que los bancos centrales no tienen más remedio que flexibilizar las políticas monetarias. Sin embargo, el endurecimiento monetario reciente puede traer de vuelta el problema de estas empresas no rentables, que en general terminan quebrando tarde o temprano.
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