Para el gobierno de Néstor Kirchner, comenzó ayer una nueva y supuestamente mejor etapa para las relaciones políticas entre la Argentina y España. A la tarde y en su despacho, el ministro de Relaciones Exteriores, Jorge Taiana, se reunió durante casi una hora con Rafael Estrella Pedrola, el nuevo embajador de España en la Argentina y la persona que servirá de interlocutor directo entre el patagónico y José Luis Rodríguez Zapatero.
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La tarea encomendada a Estrella Pedrola es darle contenido a la «Alianza Estratégica» que Kirchner y Zapatero firmaron hace más de un año y que por ahora sólo es una frase más o menos diplomáticamente impactante. Lo que en realidad busca España, según el mensaje que trajo ayer el nuevo embajador, es que la Argentina se convierta en el principal interlocutor en América del Sur del estado europeo. Lo que quiere Kirchner es lo mismo, pero al revés: que España sea el país que interceda ante el resto de los miembros de la Unión Europea (UE), para aceitar las relaciones entre la Argentina y ese bloque económico, especialmente con aquellos gobiernos con los que aún no hay un vínculo firme como Francia, Gran Bretaña y los Países Bajos.
Lo que también pretende Zapatero es tener en Kirchner alguien que contenga e interprete a los ojos de la UE, la evolución política del venezolano Hugo Chávez, del boliviano Evo Morales y del ecuatoriano Rafael Correa.
Si dependiera del grado de comunicación que habrían logrado ayer Taiana y Estrella Pedrola, la misión sería fácil. En su encuentro, ambos diplomáticos habrían coincidido en casi todos los temas, especialmente al analizar las situaciones políticas de los dos países. Sucede que a los ojos del gobierno, el nuevo embajador es todo lo que no era su antecesor. Se le reconoce una larga trayectoria socialista, algo que para el ADN kirchnerista es condición sine qua non para una buena relación internacional, además de provenir del propio riñón de Zapatero. Estrella Pedrola nació en Almería, es licenciado en Geografía e Historia y hasta el momento de ser designado para ocupar la sede de Buenos Aires se desempeñaba como vocero socialista en la Comisión de Asuntos Exteriores del Congreso de los Diputadosde su país. Antes había sido senador y presidente de la Comisión de Asuntos Exteriores, además de parlamentario europeo en Bruselas.
A Angulo se lo consideraba un defensor demasiado vehemente de las inversiones de las compañías españolas, especialmenteen el tema tarifario, lo que siempre complicaba, siguiendo la lógica de Buenos Aires, las cumbres con Rodríguez Zapatero. Pero lo peor para los ojos argentinos es que Angulo era una persona con contacto permanente con el titular del FMI, Rodrigo de Rato, algo directamente inaceptable para el gobierno local. Se recuerda incluso que en varios momentos, tanto Kirchner como el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, y Cristina Fernández, en sus viajes a Madrid, habían pedido una modificación en la representación del país europeo en la Argentina, como mecanismo válido para cerrar definitivamente algunas heridas que aún quedaban vigentes entre los dos Estados, heredadas de los últimos meses de gobierno de José María Aznar.
Según la Cancillería, el encuentro de ayer se caracterizó por la «cordialidad mutua que denota la excelente relación» entre los gobiernos de la Argentina y España y el «vínculo profundo» entre Kirchner y José Luis Rodríguez Zapatero. Los dos recordaron que las empresas de origen español son las principales inversoras extranjeras en el país, especialmente en el rubro de servicios, y que desde ahora, la situación de estas compañías será tratada a nivel oficial entre el diplomático y el gobierno argentino. España era hasta hace pocos meses el único interlocutor válido y directo que la Argentina tenía en la UE, luego de la muy mala relación que se mantenía con la mayoría de los países de ese bloque ante la salida del default. Desde hace unos meses la situación pareció cambiar, luego del encuentro de setiembre pasado en Nueva York, entre Kirchner y el italiano Romano Prodi.
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