El riesgo de incurrir en atrasos con el FMI en una cuenta regresiva de menos de 60 días impone una diferencia cualitativa de la actual crisis con la de setiembre/octubre de 2020, destacó la Fundación Mediterránea, en un informe titulado "En octubre 2020, el gobierno pudo revertir la crisis cambiaria con más cepo, menos emisión y suerte (la soja): diferencias y semejanzas con enero de 2022".
Aseguran que "moderación fiscal y monetaria" permitiría revertir actual crisis y cerrar acuerdo con el FMI
El riesgo de incurrir en atrasos con el FMI en una cuenta regresiva de menos de 60 días impone una diferencia cualitativa de la actual crisis con la de setiembre/octubre de 2020. Análisis de la Fundación Mediterránea.
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En los nueves meses previos a la crisis de setiembre/octubre, la emisión monetaria de origen fiscal alcanzó el equivalente a 8,3 % del PIB en términos anualizados, ese guarismo se moderó a 2,0 puntos del PIB entre octubre de 2020 y junio de 2021, pero en el segundo semestre del año pasado escaló al equivalente anualizado de 8,4 % del PIB
Las presiones inflacionarias y cambiarias, por ende, son semejantes en enero de 2022 en relación a la crisis de 2020, pero el tipo de cambio oficial actual debería ajustarse un 16,7 % para “volver” al nivel de setiembre de 2020 en términos reales.
A su vez, pese a la suba de las últimas semanas, los segmentos libres del dólar todavía se ubican, en términos reales, 20,2 % por debajo del pico registrado en setiembre de 2020: a precios de hoy, el “dólar blue” llegó a cotizar a 275,7 pesos en aquel momento.
Para evitar que la actual crisis replique aquella experiencia, corregida y agravada, es fundamental que el gobierno retome la moderación fiscal y monetaria aplicada entre octubre de 2020 y junio de 2021, lo cual a su vez sería la llave que podría reabrir de forma conducente la negociación con el staff del FMI. No son sólo los vencimientos con los organismos y el riesgo de incurrir en atrasos los que hacen más grave el cuadro de situación actual en relación al de setiembre/octubre de 2020, más aún cuando el escenario global se presenta con turbulencias, de la mano de la esperada suba de tasas en Estados Unidos
La sequía y la falta de gas nacional disponible para el consumo del invierno hacen que las proyecciones de balanza comercial para 2022 se recorten en 6 a 7 mil millones de dólares respecto de 2021, por lo que la disponibilidad de divisas podría condicionar la trayectoria del nivel de actividad en 2022, dado que cada punto de variación del PIB requiere de un incremento de 3 puntos en las importaciones
Otras variables reflejan un mayor deterioro de la macro en relación a 2020. Por ejemplo, en 2021 el costo de los subsidios económicos (energía y transporte) duplicó el nivel registrado un par de años atrás (en 2019), pasando de 1,7 a 3,4 puntos del PIB, con el riesgo de acercarse a los 4,0 puntos de no adoptarse medidas inmediatas en el plano de las tarifas. De igual modo, el costo financiero de los Pasivos Remunerados del BCRA, que en 2020 sumó el equivalente a 2,5 % del PIB, trepó a 3,05 % en 2021 y apunta a 3,6 % del PIB en 2022, un ascendente factor autónomo de expansión monetaria
La acumulación de capas geológicas de problemas sin resolver hace que las distorsiones afloren más allá de las variables nominales (inflación, devaluación), por lo que no extrañan casos como el de los cortes de energía eléctrica en verano y la posibilidad cierta de falta de gas en el invierno. El valor bursátil de YPF es quizá una de las formas más simples de reflejar este deterioro, ya que éste pasó de 9,0 mil millones de dólares a fin de 2017 a una cifra del orden de los 1,5 mil millones en el arranque de 2022. En 2017, bastaba con multiplicar por 7,3 el valor de YPF para “comprar” una Petrobras. Ahora, se necesita multiplicar por 46,5 el valor de YPF para lograr la equivalencia con Petrobras.
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