28 de agosto 2020 - 00:00

Gobierno quiere repetir acuerdo con FMI de 2003: sin ajuste duro

La apuesta del ministro Guzmán es tratar de cerrar un acuerdo con el FMI que le permita a la Casa Rosada extender los plazos de pago y al mismo tiempo eludir los condicionamientos.

El ministro de Economía, Martín Guzmán, junto a la directora del FMI, Kristalina Georgieva.

El ministro de Economía, Martín Guzmán, junto a la directora del FMI, Kristalina Georgieva.

FMI

Alberto Fernández tiene un sueño. Repetir en su Gobierno la experiencia que vivió en 2003 con Néstor Kirchner como presidente. El entonces jefe de Gabinete encabezó las negociaciones políticas con la conducción de aquella época del Fondo Monetario Internacional (FMI) que derivaron en un acuerdo diferente a todos los contratos clásicos del listado habitual del organismo. Y que no implicaron nuevas presiones por ajustes fiscales, monetarios, previsionales o laborales. Simplemente se negoció en aquellos tiempos una extensión de los pagos y una flexibilidad de los intereses; en una relación que luego terminaría el 3 de enero de 2006, cuando Néstor Kirchner liquidó los u$s9.800 millones que se le debían al Fondo.

Ahora, en 2020, Alberto Fernández quiere volver a vivir esa experiencia política, y cerrar un acuerdo con el FMI único e irrepetible; que extienda los plazos, mejore las tasas y otorgue un tiempo de gracia hasta 2025. Se aceptaría que la plataforma de trabajo sean los clásicos “Facilidades Extendidas”, pero sin las exigencias de reformas duras que impliquen ajustes que el Gobierno no está dispuesto a aplicar. Especialmente en los terrenos laborales y previsionales, donde además de la falta de voluntad política se considera que no existen (ni existirán por mucho tiempo) condiciones sociales y económicas para que el país avance en medidas de ese tipo; sin que en las calles de Buenos Aires se vivan tiempos de zozobra.

La frase que circula en el gabinete de Alberto Fernández, y que el Presidente repite, es que no se aceptará en las negociaciones que formalmente comenzaron ayer, que desde Washington se quiera aplicar en la Argentina la “caja de herramientas”. Esto es, “las recetas estrambóticas, habituales y generales que el FMI aplica a cada país sin importar sus circunstancias políticas y económicas, y que en la Argentina está demostrado que no funcionan”. Dentro del gabinete se confirma que se aceptará debatir como llegar a un equilibrio fiscal en el tiempo (en un plazo que se extienda más allá del 2024), una política monetaria más restrictiva que la actual y discutir las causas de la inflación en el país. Pero el resto de las habituales políticas de ajuste, “definitivamente no”; según las fuentes del gabinete.

Según afirma en propio Presidente, la intención de repetir la experiencia del 2003 no será una novedad para la actual conducción del FMI. Alberto Fernández ya se lo deslizó, cara a cara, al organismo el 27 de junio de 2019, cuando las partes se reunieron por primera vez, cuando el aún candidato recibió a los enviados de Washington para hablar sobre cuáles eran las ideas, y los reclamos, del que ya se perfilaba como el sucesor de Mauricio Macri. Ese día, el ahora jefe de Estado fue directo. “Nosotros negociamos muy duro con Horst Köhler en septiembre de 2003. Finalmente llegamos a un acuerdo y lo cumplimos. Y en diciembre de 2005 ya no le debíamos nada al FMI. Lo que hicimos es poner en marcha el aparato productivo del país. Ahora proponemos lo mismo”. Antes había sido muy crítico en un capítulo central: la habilitación para que se puedan utilizar los dólares del Stand-By para contener reservas. Fernández dejó en claro que “deberá aplicarse una política de crecimiento que le permita al país generar los dólares para pagar la deuda. Todo lo contrario del acuerdo actual”.

El encuentro había comenzado con un clima inmejorable. Fernández inició el dialogo con un recuerdo para recibir al director gerente para el Hemisferio Occidental, el mexicano Alejandro Werner. Mencionó que su padre, Manuel “Lito” Werner, era un exfuncionario y jefe de Gabinete del equipo de José Ber Gelbard, y que era recordado “en el movimiento”. Hablaron luego del exilio que el padre del hombre del FMI tuvo que vivir primero en Uruguay y luego en México, donde finalmente el visitante desarrolló su carrera económica y política. Ya distendidos, y siempre sin abandonar los buenos gestos y la cordialidad, comenzaron los reproches desde el lado local.

Luego fue muy duro. “Cuénteme, y sabiendo que ustedes tienen sus obligaciones políticas, ¿cómo fue que se aprobó el último acuerdo, donde se está violando el acta constitutiva del FMI? ¿Cómo le dieron un préstamo semejante a Macri en estas condiciones?”. Fernández hablaba puntualmente de la habilitación que llegó el 29 de abril de 2019, para que el Gobierno anterior pueda utilizar hasta u$s 9.000 millones para contener, sin éxito, corridas cambiarias hasta fin de ese año. Ese mecanismo llegó a funcionar hasta las Paso, pero luego no pudo evitar una megadevaluación de la que va se cumplió un año. El candidato definió en aquella reunión con el organismo como un pacto político y de conveniencia “con Macri, no con la Argentina” que generó “un dólar ficticio y electoral”. Relató Fernández el artículo VI de la Carta del FMI, en el párrafo donde se menciona que “ningún miembro podrá utilizar los recursos generales del Fondo para hacer frente a una salida considerable o continua de capital”.

Werner escuchó callado la siempre diplomática embestida; y, según los locales, asintiendo con la vista. Insistió Fernández en que “se comprende que hay cuestiones políticas detrás” (sin mencionar la cuestión de la acción directa de Donald Trump), y lanzó otra estocada: “de los u$s 39.000 millones que ya prestaron, se fugaron ya u$s30.000 millones. ¿Y van a prestar u$s11.000 millones más? Se los van a dar para que se siga financiando la fuga”.

Ese día, para tranquilidad de Werner, y su acompañante de entonces el jamaiquino Trevor Alleyne; Fernández pasó a sus planes de acción si llegaba a la Casa Rosada. Fue en ese momento cuando el exjefe de Gabinete recordó su experiencia negociadora en el 2003 con el expresidente del FMI Horst Köhler, cuando el alemán vino personalmente a Buenos Aires a discutir con Néstor Kirchner, Alberto Fernández y el entonces ministro de Economía Roberto Lavagna , las condiciones de un nuevo acuerdo para poner en caja el default generalizado de diciembre de 2001. La primera promesa de Alberto Fernández provocó un gesto de satisfacción del mexicano. Recordó el local que como jefe de Gabinete garantizó (junto con Néstor Kirchner) “cinco años de superávit fiscal” lo que, afirmó, “volverá a ser prioridad” pero “no a costa de cortar, cortar y cortar a costa de los ciudadanos que ya no dan más” y que “nuestro problema no es cumplir, lo que se lo garantizo con nuestra historia, sino que nos dejen cumplir”.

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