6 de abril 2004 - 00:00

Gobierno italiano teme por Alitalia

Silvio Berlusconi
Silvio Berlusconi
Roma (ANSA) - El ministro italiano de Trabajo, Roberto Maroni, declaró ayer que teme una eventual bancarrota de la compañía aérea de bandera Alitalia. El funcionario afirmó que había conversado ayer con el presidente de Alitalia y dijo estar «muy preocupado». Agregó que «no quisiera que alguien piense que dejaremos a Alitalia librada a su destino y cuando se derrumbe la tomaremos por poco dinero, y haremos una nueva empresa aérea. Si alguien tiene en mente esto se equivoca mucho, al menos en lo que a nosotros respecta». Maroni anunció que pedirá al premier Silvio Berlusconi una reunión de gabinete para afrontar la cuestión y evitar «cualquier operación poco clara sobre el futuro y sobre del destino de Alitalia».

El ministro admitió que «la situación no es buena».

Alitalia, subrayó, «debe ser salvada. Su destino está extremadamente vinculado al del aeropuerto milanés de Malpensa y quisiéramos evitar alguna operación poco clara sobre el destino y futuro de la compañía de bandera». Cabe recordar aquí que SEA, la empresa que explota esa terminal aérea, es socia en el consorcio Aeropuertos Argentina 2000, que opera las terminales aéreas argentinas. Hace una semana Pietro Lunardi, ministro de Infraestructura, había expresado su temor a un derrumbe financiero de la compañía en los próximos seis meses, mientras los sindicatos, ante la dimensión de la crisis, decidieron suspender un paro que había sido programado para ayer. «Creo que estamos muy cerca», dijo Lunardi, al definir la situación de Alitalia como «una papa caliente». Lunardi atribuyó el hundimiento de la compañía de bandera italiana a la «mala gestión» de la firma.

«Estamos en plena emergencia; los males de Alitalia vienen de lejos, la empresa debería producir más en proporción al número de empleados»,
añadió el ministro.

«Hubiera preferido nombrar al mayor experto del sector en Europa o en el mundo para dar una mano»,
dijo Lunardi, comparando el caso de Alitalia con el de Parmalat y el arribo del superinterventor Enrico Bondi para poner en orden las cuentas del grupo italiano en quiebra. Lunardi invitó a los sindicatos a «darse cuenta de lo que significa administrar una empresa con 22 mil personas» y a aceptar que los despidos previstos en el plan para «sanear» a la empresa son necesarios.

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