23 de abril 2003 - 00:00

LAPA, cerrada de hecho y más cerca de la quiebra

Desde ayer LAPA no opera y desde el jueves no emite pasajes, esperándose que en las próximas horas pida su propia quiebra. El problema no es sencillo para el gobierno a cuatro días de las elecciones, porque los accionistas están públicamente peleados y no dejan espacio para negociar la continuidad de la compañía. En tanto, la Fuerza Aérea se vio obligada ayer a desviar hacia una pista alternativa un avión que estaba a punto de aterrizar cuando unos 200 trabajadores ocuparon la pista principal del Aeroparque para protestar por el virtual cierre de la empresa. Las imágenes del episodio tuvieron una fuerte repercusión por los riesgos que se corrieron.

LAPA, cerrada de hecho y más cerca de la quiebra
En medio de un conflicto poco claro entre los accionistas y los directores, LAPA pediría en las próximas horas su propia quiebra. El gobierno salió al cruce de la situación mediante un acuerdo con otras empresas aéreas para que acepten los pasajes emitidos hasta el jueves pasado por la compañía, a cambio de deducciones en impuestos y multas. El ministro de la Producción, Aníbal Fernández, por su parte, prometió que el gobierno se hará cargo de la situación de cerca de 800 empleados que tiene la línea, pero no queda claro de dónde saldrán los fondos, y es posible que esta intención, como otras, termine frenada en el Ministerio de Economía.

Por otra parte, el gobierno a través de Fernández y de la subsecretaria de Transporte Aerocomercial, Alba Thomas Hatti, continuarán hoy las negociaciones con los accionistas de LAPA, tratando de evitar el pedido de quiebra.

Los principales accionistas de LAPA son tres: la empresa boliviana de aviación, Aerosur, con 43% de las acciones y Mario Folchi, que, según se afirma, tomó 22% del paquete en representación de los bolivianos que no pueden por ley tener más de 49% del capital de una empresa aérea local. La relación de Folchi con Aerosur habría comenzado porque su hermano era el representante de la compañía en Buenos Aires. El tercer socio es Ricardo Arena con alrededor de 23% de las acciones. Arena es, en apariencia, el que representa a las acciones que le quedaron a Eduardo Eurnekian en LAPA, cuando por una decisión de la Secretaría de Defensa de la Competencia debió vender la empresa, por ser incompatible con su rol de accionista mayoritario en Aeropuertos Argentina 2000.

Los allegados a Eurnekian dicen que Arena después tomó vuelo propio. En apariencia, algo similar habría ocurrido entre Folchi y los bolivianos. Estas desavenencias explican que el gobierno no tenga interlocutor para acordar un plan para, al menos, postergar la quiebra hasta después de las elecciones.

Si la empresa cesa, se rematarán todos los bienes y se pagará a los acreedores en función del orden de privilegios que establece la ley de quiebras. No obstante, por tratarse de un servicio público, el Estado podría solicitar a la jueza de la quiebra la continuidad de la empresa. En ese caso, el síndico quedaría a cargo del gerenciamiento, se manejaría con los fondos que vayan ingresando por la venta de pasajes y, al mismo tiempo, procuraría encontrar un comprador que ponga capital fresco.

• Problemas

Esta alternativa, que es la que están pidiendo los gremios al gobierno, tiene objetivamente dos problemas: que no se encuentre un nuevo dueño para LAPA, una empresa sobredimensionada en personal y rutas que necesita una significativa inversión inicial, y al mismo tiempo no da garantías de rentabilidad en un mercado en recesión y con tarifas muy bajas.

El otro problema es que los gastos que genere la empresa quebrada tienen privilegio sobre las deudas contraídas con anterioridad, lo que crearía malestar en los acreedores y falta de confianza para dar crédito aun a pocos días. Una empresa quebrada, además, no sería atractiva para los pasajeros, que temerían volver a tener problemas con sus pasajes.

Expertos legales dijeron ayer que desde el punto de vista de los accionistas y de los acreedores, conviene que la empresa quiebre porque nadie va a poner dinero en un proyecto en convocatoria, con deuda posconcursal y que trabaja a pérdida. También en medios oficiales se admitió ayer que «para mantener la continuidad de la empresa, los socios deberían presentar un plan de pagos viable y un proyecto para los próximos meses, pero esto es imposible debido al conflicto entre los accionistas».

Trabajadores de los distintos gremios rodearon ayer el juzgado donde está radicada la convocatoria, para evitar que Folchi se presentara a pedir la quiebra, tal como lo había anunciado un día antes. Pero de todas formas, la empresa ya dejó de operar: no vuela y está inhibida de vender pasajes, no paga los servicios y tasas aeroportuarias, le cortaron la luz por falta de pago y los empleados están en marchas y asambleas.

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